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En el desierto del infierno

Cuento breve
Bayardo Quinto Núñez
lunes, 17 de enero de 2022, 10:27 h (CET)

La máquina del tren, a mis espaldas silbaba como una serpiente enfurecida sibilina, ese día ya eran las nueve de la noche, hora que llegaban los comerciantes, estudiantes de la capital. El intimidante e irritado zumbido del tren, con su amenazador murmullo y vertiginosa velocidad acercándose a la estación ferroviaria, daba la escalofriante sensación de pavor, pero era anodino con un misterio deslumbrante. Todas las noches que llegaba el tren, menos los domingos donde se vendían los tiquetes para abordar el tren, la bujía que alumbraba era tan mortecina, que al momento le otorgaba toques y retoques de misterios de anamorfosis, más el aire y clima fresco ponía inquieta a las personas que, esperaban a sus familiares. El tren llegóóóó.


Esa noche, a los veinte metros de la estación ferroviaria había un cafetín “Estaré Sólo ”, ahí se encontraban Rosario y Martha dialogando. Veamos que traen de noticias aquellos chismosos,  que acaban de bajar del tren, y les gusta la práctica del onanismo, inquirió Rosario a Martha. Esperemos no expresen filfas, replicó Martha. Hola muchachas, cómo les ha ido, les dijo Ernesto. Degustamos un café, dijo Rosario. Por supuesto, señaló Eduardo. Todos se sentaron en el cafetín. Fíjense muchachas que en el tren dos señores de aproximadamente 80 años de edad comentaban que por todo el vecindario y en la ciudad andan comentando que, el “último demonio” salió de la vecindad, en el infierno se las quiso picar de astuto, y fue defenestrado a otro infierno, pero no se percató que ahí habían pecadores más poderosos y quiso imponerse a esas almas aviesas, les expresó Ernesto. En ese averno reinó éste “último demonio” por unos instantes, pero por sus locuras maniáticas, no se daba cuenta que, el mismo se tragaba su propio veneno.Sabían que era rufián, ladrón de ideas, pensamientos y perverso hasta la saciedad…, expresó Eduardo.


Todas las almas aviesas  pidieron al jefe de ese infierno que: expulsara al “último demonio” por procaz y pérfido, y que lo enviara al infierno desértico, dónde su “alma” se corroa a su propia alma, para que no haga más maldades, que ahora él mismo se las haga, comentó afanosamente Ernesto al grupo de jóvenes.


Al jefe del averno ya le habían informado, de los otros infiernos que, este “último demonio”, es peor que el infierno mismo, entonces, lo mandó a llamar, éste se puso renuente y no fue. Lo mandó capturar con una legión de demonios, expresó Eduardo. Se lo llevaron el jefe infernal, y, le exteriorizó: “Este no es el otro infierno, ni es tu muerte, ni tampoco es tu delirio inmortal o tu viaje imaginario, es el eterno destierro dónde todavía nunca ha llegado nadie allí, no verás una alma, tus acompañantes serán el desierto del infierno, el tiempo que no tiene tiempo y dónde no podrás maltratar, ultrajar a nadie, tu pensamiento será consolación y tu alma proterva y procaz, así pagan los que quieren ir más allá del infierno y por el infierno que formaron en la tierra por atropellar y maltratar inmisericordemente a los demás”. Quiere decir que ahí reinaré, replicó “el último demonio”. No, inquirió el jefe del averno, ese es tu castigo final dónde escupirás tu propio veneno para que alimentes tu propia maldad, la cual a nadie podrás hacérsela, vivirás solo en el desierto del infierno, donde tu alma aviesa te torturará. Pero, yo soy demonio como todos ustedes ¿por qué me confinan?, replicó el “último demonio”. Sí, Somos demonios iguales, con la diferencia que tu alma rebasó los límites de un triste pecador demoníaco como nosotros, hiciste tantas perversidades, maldad, que no mereces estar con los “menos pecadores”, sentenció el jefe del averno y dio la orden que se lo llevara una legión de demonios al desierto del infierno.


Post Scriptum: somos reflejo de otros seres de virtud y vicios abundantes como el del “último demonio”, además éste es pariente de Calígula en la locura y maledicencia y de Heliogábalo en el desborde de lo libido, con la ferocidad de Gengis Kan que esclavizaba a los hombres haciéndoles trabajar y escogía a las mejores mujeres como esclavas de su harén personal, y pariente también de aquel general Belisario del imperio Bizantino que saqueaba y robaba todas las ciudades conquistadas. Entonces, ¿el último demonio es la reencarnación moderna de la maldad? Para éste, está vedado pronunciar el nombre de perdón, comentaba Rosario al grupo que degustaban la taza de café. Se lo tiene muy bien ganado ese desierto del infierno, comentó el grupo.


La paz retornó a la vecindad y dicen que en el desierto del infierno el “último demonio” se dedicó a escribir sus memorias. Pero. Aquí, tratamos de algo más desolador, de la soledad tormentosa del pérfido “último demonio”, condenado, confinado al desierto del infierno, dónde creyó “gozar” de la compañía de los demonios, pero se encontró confinado con la más absoluta soledad, comentó Ernesto. Pero dicen estos viejitos del tren que un día tuvo la “feliz idea” de presentar sus memorias en ese sitio de desolación, entonces, fue personalmente de caverna en caverna infernal dejando la invitación, pero se le olvidó por sus mismas locuras que, solamente él se encontraba en ese infierno y que a la hora de la presentación nadie llegaría y nadie llegó por encontrarse en el desierto del infierno. Cuenta su historia que el libro se llamaba “MEMORIAS: EL SOLO EN EL INFIERNO”.

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