“Perversiones de andar por casa” es una colección de relatos que tienen en común una especie de convencimiento sobre la imposibilidad de narrar algo grande, algo realmente importante, heroico o elaborado. Entonces, los relatos se caen en las lindes, e intentan, desde ellas, ordenarse con pequeñas descripciones acerca de la inadecuación de todos los individuos a su medio, de su incomodidad esencial, del mismo modo que su autora se encuentra, incómodamente, entre las letras y fuera de ellas.
Marina Aguilar (El Puerto de Santa María, 1990) es licenciada y Máster en Filosofía y en Psicoanálisis. Su Catálogo de enfermos mentales ganó el certamen Enjambre Literario (2017). Ha publicado cuentos en editoriales, revistas y blogs como Quimera (2019), Paideia (2018) Culturamas(2017), La Fanzine literaria (2016) o Vuelo de Cuervos (2016).
“En la carne viva de todos ellos reposa la nada del murmullo intelectual. Se constituye (también sus cuerpos) de un vocabulario vacío. Vocabulario manido de buitres, de animales buscadores de carroña. Esa nada escupida en la academia —término demasiado abstracto que se materializa en la prisión— y los gargajos van circulando entre alumnos y docentes encorsetados en nombre de la excelencia. De una verdad olvidada.” (Perversiones de andar por casa, La Equilibrista)
“Un paseo por la playa” es una novela juvenil escrita con un estilo directo y sencillo en que se mezclan el género romántico con el de suspense. Una obra que parte de un lugar común, idílico y calmado, para dirigirse a una encrucijada de imprevisibles consecuencias.
Las vacaciones que Inés va a pasar con su madre y su hermano pequeño en un pequeño pueblo de la costa no parece que vayan a ser las más divertidas del mundo. Sin embargo, a raíz de entablar amistad con unos vecinos y conocer a un enigmático y atractivo joven, el verano toma un cariz radicalmente diferente, más cuando comienzan a aflorar secretos del pueblo largamente ocultos.
Belén Vilaseca (Barcelona, 15 de enero de 1998) ha estudiado diseño gráfico y visual en Eina, escuela adscrita a la Universidad Autónoma de Barcelona. A los doce años empezó a escribir sus primeras historias, que, con el tiempo, se han ido convirtiendo en relatos con un cariz más retorcido y tenebroso.
“Mi hermano no para de preguntar cuánto queda para llegar, no sabe apreciar la música que he puesto, y mi madre, como siempre, baja el volumen para oír qué dice él. Pasamos por una calle ancha, que intuyo que es la principal, hay algunas personas paseando o comprando, todos mayores de cincuenta años. Me doy cuenta de que el verano que me espera no va a ser un verano cualquiera. Saco la cabeza por la ventana y veo que el cielo está lleno de nubes, no tiene buena pinta.” (Un paseo por la playa, La Equilibrista).
“La picazón” es un relato en el que resuenan con contundencia ecos de Kafka y Mario Levrero, y donde Rubén Pino nos teje la trama de un personaje gris que acaba engullido existencialmente por los abismos de la vida cotidiana.
Tras una rutinaria mañana, Hugo expone a su jefe que al día siguiente debe ausentarse para llevar a cabo una gestión burocrática en el Servicio Municipal de Solicitudes. Lo que debía ser una jornada tranquila en la que enfrentar un mero trámite y aprovechar para descansar, acaba convirtiéndose en una auténtica odisea.
Rubén Pino es sociólogo por la Universidad de Chile. Se ha desempeñado profesionalmente en el ámbito de la investigación y consultoría, en temáticas que van desde el desarrollo rural hasta la gestión de programas sociales, tanto en Chile como en el resto de Latinoamérica.
“Hugo se hacía cargo de tareas administrativas en un supermercado familiar de barrio. Su oficina consistía en un constreñido proyecto en metalcon e internit, sin ventanas y con un extractor de aire averiado. La puerta debía permanecer abierta para evitar que el aire se viciara, lo que ocurría a menudo. Conectaba con el resto del local por un estrechísimo pasillo de unos cuatro metros de largo. Esa oficina era un engendro parido sobre la marcha para compensar un plano inicial deficiente, que no consideró un espacio para el trabajo administrativo y reuniones.” (La Picazón, La Equilibrista).
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