La mayoría de las veces, no solo etiquetamos a la gente por ser de otros países, con el cine nos ocurre igual. Personalmente, yo soy una de esas personas que va buscando dependiendo del país, determinadas películas, está mal, lo sé, y hoy me ha sorprendido una película gratamente y de la que iba buscando otra cosa.
En el cine norteamericano, suelo buscar acción, efectos especiales, superhéroes, comedia romántica con escenarios de Nueva York… sin embargo, en el cine español busco comedia, simplemente eso. Me encantan las series españolas, creo que están al nivel de las norteamericanas, incluso las superan, pero en lo que se refiere a cine español, aún nos queda mucho camino por recorrer, o al menos, eso pensaba antes de ver la película Thi Mai, rumbo a Vietnam.
Está bien, los que la hayan visto dirán que es una película normalita, yo también lo pensé en los diez primerosminutos cuando casi la quito, pero toda película se merece una segunda oportunidad, y… bueno, para ser sinceros, he de reconocer que si le di esa oportunidad fue porque me estaba comiendo una hamburguesa gigante y tenía las manos llenas de Kétchup. Pero ahora me alegra haberle dado esa oportunidad, me ha parecido una película sencilla pero llena de contenido, de sentimiento, con momentos muy emotivos y con ese toque de humor que le quita parte del drama a la historia y te permite sonreír a pesar de saber que lo que se cuenta es un tema delicado.
Thi Mai, rumbo a Vietnam, es una película que se estrenó en 2018, sus tres protagonistas representan la realidad de una cantidad considerable de mujeres, problemas con los que muchas se verán identificadas. Sus protagonistas no son de mis actrices preferidas, y, cruelmente reconozco que, como la mayoría de la gente, siempre vamos buscando historias con gente joven y guapa, pero tanto Carmen Machi, como Aitana Sánchez, Adriana Ozores y Dani Rovira, lo han hecho genial. Mi error al confundir esta película con una comedia, fue porque la mayoría de sus actores suelen hacer papeles cómicos, pero aquí es donde se demuestra realmente que son buenos actores.
Cuando un actor te hace reír en una película y consigue hacerte llorar en otra, podemos decir que no necesita tener veinte años ni un cuerpo esculpido por Miguel Ángel, porque ese actor que hace que te quedes sentado viendo la película y no cambies, ese actor es un gran actor.
En la película, Carmen pierde a su hija en un accidente de tráfico, y días después la informan de que a su hija le había sido concedida la adopción de una niña vietnamita. Carmen, junto a sus dos amigas, se embarcan en una aventura para intentar conseguir que le den a la niña. La situación es complicada, ya que Carmen, aunque ya se siente como su abuela, no tiene legalmente nada que hacer.
En esta película se trata el tema del machismo, la homosexualidad, y el despido a consecuencia de la edad. Tres historias en una que se enseñan sutilmente girando alrededor de la historia principal. No es una película de efectos especiales, no veréis gente joven en bañador, ni Nueva York de fondo, no veréis tampoco ropa a la última moda ni envidiaréis la vida de los protagonistas, sencillamente porque muestran a gente real con problemas reales dentro de una película emotiva con toques de comedia que rebajan intensidad a la historia.
Totalmente recomendable, enhorabuena a dos grandes mujeres que están en la sombra de esta película: la Directora Patricia Ferreira y la guionista Marta Sánchez Guillén, y por supuesto a todo el equipo.
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