Toda la tarde leyendo declaraciones del presidente Sánchez y de sus ministros sobre el paro y siento vergüenza de las cosas que dicen, con tal de echar culpas al maestro armero. Ellos siempre lo hacen bien. Son los demás quienes se equivocan. No sé si es ignorancia o analfabetismo, pero parece que lo dicen convencidos cuando, en realidad, de lo único que pueden estar seguros es de su mala gestión, nefastas políticas y mediocre economía.
Para partirse de risa es el ridículo que ha hecho la ministra de Hacienda, María Jesús Montero, quien, con su ametralladora dialéctica y su media lengua, sin tener en cuenta el sufrimiento de miles de familias españolas que han invertido todos sus ahorros en su empresa de transportes, se mofa de los manifestantes con insultos impropios de una ministra y habituales de una verdulera desvergonzada e hipócrita, como es ella.
No están las cosas para reírse del sufrimiento de esas familias que, si ven peligrar sus negocios, es por la ineptitud, la actitud manirrota y el sectarismo incomprensivo del Ejecutivo de Sánchez. La mala fe del presidente, y la ignorancia que le acompaña, le llevan a pedir a Europa más dinero por que «España ha entrado en quiebra debido a la guerra». Sigue mintiendo. Otro verdulero que culpa de su nefasto gobierno a Putin y a la oposición. Demuestra que es un paleto, como le han dicho los transportistas.
En la cueva de Alí Babá no se cansan de llaman «fachas» a los transportistas. Quien echa balones fuera es porque no sabe jugarlos en el campo. El Ejecutivo llegó a pensar que solo habría paros y huelgas de la sectaria izquierda y no dudó en despenalizar las actitudes amenazantes de los piquetes facinerosos. Pero se ha encontrado con una ciudadanía responsable que no aguanta más porque el Gobierno le ha echado la soga al cuello y no se cansa de apretarla. Ni ultraderechistas, ni fascistas, ni hijos de Putin. La explosión social está en la calle.
El día 29 de marzo está muy lejos porque los transportistas comen todos los días, como el resto de españoles. Al Ejecutivo le ciegael poder recaudatorio frente a lo de recaudar mejor, que es lo que han hecho los gobiernos europeos. Sánchez no sabe ver las soluciones que tiene delante. No le interesa verlas: bajar impuestos ya, a la vez que se abandonan políticas de chiringuito o despilfarro y se eliminan entre 10 y 15 ministerios.
Europa no se ha creído los malos razonamientos del presidente. Sabe de los 20.000M destinados a la falsa igualdad y a las mediocridades con apellido «de género». Con eso sería suficiente para bajar impuestos, establecer ayudas a los sectores más dañados y rebajar los precios del combustible. No es preciso que las ayudas a cada autónomo sean de 701.000 euros, como dieron a los padres de Pedro Sánchez en la trama que ya investiga la Fiscalía Anticorrupción sobre PLAYBOL, SL.
Mucha culpa ha tenido en este paro generalizado la ministra de Transportes a quien, antes o después, sobarán el morro. ¿Motivo? Ha echado contra transportistas, agricultores, cazadores, ganaderos, pescadores y otros a la Policía Nacional y a la Guardia Civil. Exigió mano dura a los 23.000 números de los Cuerpos de Seguridad del Estado. El desprecio a la ciudadanía ha salido a la luz. Y eso le va a costar el Gobierno a la izquierda de colmillo retorcido y venganza pendiente.
Todos los países europeos han reaccionado, pero España aún no. El Gobierno «está forrándose», en palabras de Alberto Núñez. ¿Solución de Pedro Sánchez? Pedir a los trabajadores que usen la bicicleta para acudir al trabajo. Él en Falcon. ¿Se puede ser más despreciable? Venga, venga, todos curritos en bici al curre. Para echarse a llorar o correrle a gorrazos, puntapiés o pescozones. Debe de pensar el «perrito faldero» de la Unión Europea que no sabemos que disfruta de una mordida fiscal de algo más del 50%. Con incompetentes como este presidente, el agua puede ahogarnos. No puede seguir ni un minuto más al frente de un Gobierno nefasto y enfrentado hasta que llegue la noche de los cuchillos largos.
Al Gobierno no le van a servir las esperanzas de que escampe. No va a ganar tiempo. Confía en un cambio de las políticas energéticas de la UE, en el fin de la guerra y en mantener la presión fiscal. La ignorancia es muy atrevida. De nada le van a servir las políticas comunistas. Actúa como un torpe trilero y propone topes de factura energética. El personaje ya es inaguantable.
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