¿Para qué Semana Santa, preguntan los descreídos? ¿y por qué en esa Semana, hay un ambiente distinto?
Pues yo voy a responderos con respeto y con cariño, basado en la percepción que tengo desde muy niño y el testimonio de gentes sabias que me han precedido.
Semana Santa no es juerga, ni es caos ni es desvarío; es fiesta en que los cristianos conmemoramos el hito más sublime de la historia, que fue la Pasión de Cristo.
De un Cristo que, por ser Dios, pudo habernos redimido, con su sola voluntad o con tan solo un latido.
Mas quiso hacerlo en la Cruz vejado y escarnecido, para salvarnos a todos con su enorme sacrificio.
Sacrificio sobrehumano escrito desde el Principio, palpado en Semana Santa y que causa escalofríos.
Igual que las procesiones, los sagrarios, los oficios y los pasos imponentes de Vírgenes y de Cristos, que pasean por las calles exaltando los sentidos.
Y señoras con mantilla, padres juntos con sus hijos y cofrades extasiados por ir junto al Buen Amigo; y de ancianos dando gracias por los bienes recibidos.
¿Lo habéis entendido ya mis incrédulos amigos? Pues seguid profundizando en lo que hoy os transmito: ¡abrid vuestro corazón, poned los cinco sentidos, mirad a Cristo a la cara y quedaréis convencidos!
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