El sector tecnológico es actualmente responsable de entre el 2 y el 4% de los gases de efecto invernadero, y esta cifra podría elevarse en 2040 al 14%. Así lo refleja un estudio del Organismo de Reguladores Europeos de Comunicaciones Electrónicas (Berec, por sus siglas en inglés), del que es miembro la española CNMC (Comisión Nacional de Mercados y Competencia).
De toda la huella actual de 'carbono digital', entre el el 60 y el 80% proviene de terminales (móviles, ordenadores o televisores), el 15% de los centros de datos, y el resto (entre un 12 y un 24%) de las instalaciones y sistemas operativos de infraestructuras de telecomunicaciones.
La Berec estima que las emisiones podrían subir al 14% en 2040 con el auge del 'blockchain', el 'machine learning' y el 'big data'. También cree que pueden ser determinantes para ese aumento de la contaminación digital el Internet de las Cosas (IoT), el metaverso y el incremento exponencial del consumo de datos de servicios en la nube.
Ante este escenario, los expertos de Berec ven imprescindible sustituir las antiguas tecnologías por las nuevas. Precisan que la fibra es más eficiente que las tecnologías móviles en términos de consumo energético, y el 5G se presenta como una alternativa más sostenible que las tecnologías móviles anteriores para proporcionar conexiones de alta velocidad en zonas menos pobladas, donde el despliegue de fibra es más costoso.
Berec también propone medidas orientadas a una economía circular: la compartición de infraestructuras, la construcción de 'microzanjas' de fibra, el uso de sistemas de refrigeración más eficientes, el apagado de las redes cuando no están en uso (principalmente durante la noche), el uso de energías renovables, el reciclado o reacondicionado de equipos de red, y el diseño de terminales más respetuosos con el medio ambiente.
El estudio destaca los beneficios de la transformación digital para la reducción del impacto ambiental en otros ámbitos ('smart-grids', 'smart-buildings', teletrabajo, agricultura de precisión o conducción autónoma) como herramientas primordiales para alcanzar los objetivos del Pacto Verde Europeo. El objetivo es dejar de producir emisiones netas de gases de efecto invernadero de aquí a 2050, pasando por la reducción de las emisiones netas en al menos un 55% en 2030 en comparación con los niveles de 1990.
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