El filósofo argentino Juan Pablo Feinmann hizo años atrás un paralelismo entre el genocidio armenio y el paraguayo. Este fin de semana se conmemoraron 107 años del "Domingo Rojo" de 1915, una masacre de armenios atribuída al imperio otomano. Un 24 de abril, en 1915, cientos de líderes e intelectuales armenios fueron arrestados, deportados y posteriormente fusilados. Fue sólo el puntapié inicial. Se habla de más de un millón de víctimas que se cobró aquella nebulosa etapa que se extendió hasta 1916, pero que los turcos no reconocen hasta el día de hoy.
Es que en Turquía no sólo hubo impunidad para los acusados, sino que además los culpables recibieron honores, prebendas e incluso se les erigieron monumentos. El negacionismo se explica por la sencilla razón que reconocer aquel genocidio implicaría admitir que Ankara venera como próceres a crueles criminales de guerra.
El genocidio es reconocido como tal por Estados Unidos, importantes países de Europa y por el PARLASUR, pero su sola mención implica una enérgica protesta turca, aunque involucre a Washington. "Las declaraciones respecto a los sucesos de 1915 incompatibles con los hechos históricos y la ley internacional no son válidas. Esto incluye la declaración desafortunada realizada hoy por el presidente Biden, una repetición del error que cometió en 2021", dice una reciente declaración de Ankara al respecto.
Una actitud parecida sostuvieron por mucho tiempo los argentinos y brasileños al tratar la historia de la guerra que llaman "del Paraguay", algo que el filósofo argentino Juan Pablo Feinman calificó de error. En realidad, señaló Feinman en una reflexión semántica, hablar de genocidio armenio implica un error, pues parecería que se imputa a los armenios de haber perpetrado un exterminio. Debería hablarse de un genocidio contra los armenios, así como de una guerra genocida contra el Paraguay.
Como para los turcos, para los argentinos reconocer como genocidio la guerra contra el Paraguay, implica aceptar que algunos de sus más venerados prohombres fueron unos simples criminales de guerra.
Es que así como todo hombre lleva consigo a lo largo de la vida un espejo, tan único e imposible de eliminar como su sombra, también padecen lo mismo los pueblos. LAW
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