A mí, que ando renqueando con mis problemas de espaldas, me llamó mucho la atención esta frase. Me extrañaba su afición al tenis y su capacidad para afrontar una partida de dobles a diario. Se trataba de una especie de juego de palabras. El susodicho es uno de los voluntarios que conozco con más capacidad para afrontar y gestionar todo tipo de trabajos en favor de los demás. Un autentico líder de la solidaridad que jamás se arredra ante las dificultades para atender a niños, jóvenes, familias y mayores de la barriada malagueña del Palo. Mi buen amigo Fernando gestiona un economato de alimentación, un comedor desde el que suministra comida preparada a un centenar de familias, aporta el desayuno y la merienda a un montón de niños y apoya de forma efectiva en el aspecto laboral o psicológico a cuantos se acercan a la ONG que preside. Tras mi asombro al escucharle lo del partido de dobles, me aclaró la situación. El juega una partida de dobles contra el cansancio, la apatía, la falta de colaboración, la edad y la incomprensión. Su compañero de partido es ese Jesús de Nazaret que conoció especialmente mientras era voluntario de prisiones. Fernando basa su capacidad de mantener la mano en el arado en el apoyo que recibe en la oración y su contacto con aquellos que siguen el mensaje evangélico. Esta conversación me ha hecho recapacitar sobre la falsa “soledad del corredor de fondo”. Cuando trabajamos por los demás, jamás nos encontramos solos. Él nos acompaña siempre. Hace muchos años alguien me transmitió una frase que se quedo marcada indeleblemente en mi mente: “Cristo y yo… mayoría aplastante”.
Gracias Fernando por tu ejemplo. Intentaremos seguir tus pasos. Como se ha puesto de moda decir ahora… Eres un hombre de luz.
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