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El Estado del futuro

Francisco Collado Campana
sábado, 24 de octubre de 2015, 09:43 h (CET)
Ayer durante una conversación con una vieja amigo vino a la mente una pregunta bastante obvia en el campo de la Ciencia Política. Y esta pregunta, se plantea de la siguiente forma. ¿Cómo es posible que después de cinco siglos no exista una organización política más compleja y global que el Estado? De hecho, el ente estatal en sus orígenes es una de las formas políticas que más cambios y transformaciones ha experimentado desde el Estado moderno hasta el Estado liberal-democrático, pasando por los totalitarismos. Ni las izquierdas ni las derechas, con excepción del anarquismo y el anarquismo-municipalista, han renunciado a la institución estatal en sus diferentes manifestaciones y experiencias históricas.

Ciertamente, el origen del Estado viene favorecido por una serie de factores. Entre ellos, uno nada desdeñable, es el desarrollo de la tecnología y el conocimiento, que posibilitó el surgimiento de países como España, Portugal, Francia e Inglaterra. Sin la mejora de las comunicaciones marítimas en el siglo XVI hubiera sido imposible concebir estas fórmulas de organización humana. Y es que, es necesario un sistema de transportes conectado, seguro y con cierta rapidez que permitiese conectar poblaciones situadas a grandes distancias.

Ahora bien, surge la cuestión de por qué existiendo actualmente sistemas de comunicación aérea y las portentosas nuevas tecnologías, no se ha avanzado hacia una organización política más compleja y que englobe un área geográfica mayor que la de los Estados. Se puede citar el caso de la Unión Europea, pero realmente, esta organización camina a un paso entre un instrumento en manos de un Estado -Alemania- y un acuerdo entre distintos Estados. Por otro lado, las Naciones Unidas, al menos en teoría, podría ser un tipo de organización que investida hipotéticamente con los poderes de un Estado podría englobar y abarcar un área geográfica más amplia.

Sin embargo, ¿por qué no se ha avanzado en esa línea? Porque no se ha creado un parlamento de las naciones o una suerte de gobierno mundial kantiano con poderes políticos efectivos, cuando existe tecnología para hacer posible dicha realidad. La solución, claro está, reside en que la institución estatal mantiene una preeminencia incuestionable por el principio de soberanía y en que el egoísmo humano rige indudablemente la dinámica tanto macro como micropolítica.

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