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Permítanme, apreciados lectores, hacer un repaso de Europa desde los inicios del pasado siglo XX después de observar en lo que se ha convertido esta maligna Unión Europea que nos gobierna a todos. A principios del siglo XX los mapas de Europa no se parecían a los de hoy, ya que destacaban cuatro imperios: el alemán, el austro-húngaro, el ruso y el otomano.
Como historiador, mucho me alienta hacerlo con alta responsabilidad; no solo indicando el dato, sino por contribuir a elevar el nivel de conciencia histórica en búsqueda de crear ciudadanía, y así lograr cambios y mejores valores acordes a los legados valiosos de las actividades y actitudes por los personajes que con sus glorias han hecho historia.
Con la insignia de la libertad en lo alto, proclama a los cuatro vientos que la democracia enfrenta una amenaza. La multitud, al borde del delirio, aplaude y vitorea a sus ídolos, envueltos en un nacionalismo amenazante. Él, como un toro exhausto, toma aliento, resopla y retoma su embestida, cargada de afirmaciones y posturas presentadas como axiomas, que en esencia son meros dogmas.
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