Es triste comprobar como en el ámbito del protocolo también se está librando una batalla contra el uso correcto de nuestra lengua. Un reflejo de esto lo podemos encontrar en la recién publicada Ley del Presidente o Presidenta del Gobierno de Aragón.
El masculino genérico no es causa ni reflejo de discriminación hacia la mujer. La consideración de lo opuesto responde a causas políticas e ideológicas, y los profesionales del protocolo no deberíamos entrar en este juego. Más bien, debemos dar ejemplo de un uso correcto de nuestro lenguaje. Y esto no significa dejar de lado un discurso con mayor presencia del género femenino, como nos alienta la Real Academia Española(RAE): «Negar que el masculino genérico incluye en su significado y en su referencia a ambos sexos es chocar contra una evidencia secular, constatada por una abrumadora presencia en los corpus. Vetar su uso es criminalizar una estructura gramatical inocua que ha representado todo un hallazgo de las lenguas romances y que ha venido funcionando como expresión aséptica durante siglos en su aplicación a personas y a animales. Aconsejar los desdoblamientos de forma oportuna y atinada, así como el uso de genéricos, epicenos y colectivos, constituye una justa referencia a la presencia de la mujer. Pero eliminar por decreto el masculino genérico e imponer su sustitución obligatoria por dobletes es unaempresa de ‘despotismo cultural’ (en su sentido dieciochesco) y seguramente abocada a lafrustración».
El informe de la RAE sobre el lenguaje inclusivo y cuestiones conexas nos deja un sinfín de cuestiones a analizar y a asumir. Por ejemplo, la reflexión particular de que el masculino genérico oculta a la mujer tiene una relación directa con las connotaciones, tal y como justifica la RAE. Pero esta «interpretación» no se corresponde con la realidad y el uso correcto lingüístico. «Las connotaciones no pertenecen al sistema de la lengua (son variables, subjetivos y personales)».
Entre las diferentes alternativas que existen al uso del masculino genérico, la RAE nos indica el desdoblamiento como una de las más utilizadas. Sin embargo, no se aplica correctamente. El uso de esta duplicación de género no debe afectar solamente al sustantivo sino también a los determinantes, pronombres y adjetivos. Por ejemplo, la frase «la Presidenta o Presidente electo tomará posesión de su cargo», tal y como aparece en la citada ley, no es correcta. Sí lo es la Presidenta o el Presidente electa y electo tomará posesión de su cargo.
Esta forma de actuación, la de los desdoblamientos, va en contra de uno de los principios que rige el funcionamiento de la lengua. Se trata del principio de economía. «Los desdoblamientos de género son gramaticales, e incluso corteses; pero, aplicados sin control, generan monstruos discursivos», afirma la RAE.
A los profesionales del protocolo se nos asigna, entre otras funciones, la defensa y cuidado de las costumbres y tradiciones de nuestra cultura. Pues bien, no menos importante es la defensa y el cuidado de nuestra lengua.
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