Ministra Calviño
Muy poquita cosa, es Nadia Calviño, yo la llamo “Nadie” por hacerle un guiño.
Dice la ministra, de talle cortito, que está muy contenta con su jefecito.
Porque es un portento, de primer ministro, que habla hasta el inglés todo de corrido.
Deduce, por tanto, la “lista” Calviño, que eso es exigencia de un primer ministro.
No es así, bonita, como Calvo dijo, pues saben inglés hoy, hasta los chinos.
Los chinos de China, también otros chinos, y los que trabajan en torno al turismo.
Y por lo que dicen, en el Reino Unido, el inglés lo hablan los recién nacidos.
También le aseguro, y en ello me afirmo, que, para mandar, solo hay que ser digno. Y para “bregar” con tantos ministros, hay que vacunarse contra muchos vicios: Como la soberbia, y el separatismo; la usual mentira y el absolutismo.
Y hay que ser leal, con nuestros principios, la Constitución y con el buen juicio.
No está nada mal, el ser variopinto, en lo de las lenguas de uno y otro sitio.
Pero ¿de qué vale, señora Calviño, el saber francés, alemán o chino.
Cuando se gobierna, con tanto cinismo, vulnerando leyes normas y principios?
No trate de hacernos, más trucos de circo, a los que ya somos algo mayorcitos.
Que, por la experiencia, del tiempo vivido, ¡ya no nos engañan
con sus mensajitos!
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