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La palabrería gubernamental cede ante la crisis evidente del país

Sánchez sigue empeñado en pegarle patadas al aguijón de una realidad económico-social indiscutible y sumamente preocupante
Miguel Massanet
jueves, 23 de junio de 2022, 09:34 h (CET)

Era de esperar, conociendo el paño de quienes están al frente del gobierno de la nación. Pero, así y todo, no podemos evitar, una vez más, el sentir el rechazo más profundo hacia este tipo de política del gobierno socio-comunista, dirigido por Pedro Sánchez que, como ha venido demostrando a lo largo del tiempo que lleva al frente del país, es incapaz de rectificar sus errores, de admitir sus responsabilidades, de escuchar a la oposición y de aceptar la derrota cuando esta se produce, como ha sido el caso impactante de la debacle sufrida por el partido gubernamental, en los recientes comicios andaluces.


Si se hubiera tratado de un partido político democrático, responsable, serio, con dirigentes capacitados y con sentido de estado; lo primero que hubieran hecho, después de una derrota del calibre de la que han tenido que soportar en Andalucía, hubiera sido, sin duda alguna, empezar por hacer balance de la situación, intentar averiguar las causas que los han llevado a esta situación, buscar los medios de remediar la pérdida de votos que han sufrido; rectificar sus políticas, evidentemente desfasadas y rechazadas, dentro de lo que ha sido el feudo del PSOE durante más de 37 años; cambiar a aquellos ministros que, desde su ministerio, han tenido una gestión más equivocada y disculparse, ante sus seguidores, de no haber sabido llevar a cabo una gestión mejor, de acuerdo con sus obligaciones gubernamentales.


Lo que ha sucedido, no por esperado menos reprobable, ha sido una reacción absurda, incomprensible y de malos perdedores, de los socialistas y comunistas, que ha consistido en no aceptar ni hacer autocrítica del descalabro, al propio tiempo que han cargado contra el PP en un intento infantil, desproporcionado, carente de todo sentido, como ha  demostrado la señora Lastra, al  atribuir la victoria de Juanma Moreno a las ayudas que el Gobierno ha mandado a Andalucía de los fondos europeos que ha recibido. En primer lugar, los fondos europeos no han salido de los presupuestos generales del Estado, sino que han llegado desde Europa, precisamente para destinarlos a ayudar a aquellos colectivos más necesitados; en segundo lugar, resulta algo impensable el pensar que los votantes han escogido al PP simplemente porque ha distribuido los fondos recibidos desde el Gobierno y no por la confianza, el buen hacer, el prestigio y, hay que decirlo, por el descontento generalizado que existe entre los ciudadanos españoles, que llevan acumulando quejas sobre el comportamiento gubernamental por sus repetidos errores, por su incumplimiento de las promesas electorales, por la diferencia de trato a autonomías díscolas, como la catalana y la vasca, respecto al resto de las españolas; por unos indultos injustificados concedidos a unos señores que intentaron dividir España y por los que, incumplieron la Constitución en su gestión desafortunada de la campaña en contra del Covid 19.


Ahora viene lo que, para Pedro Sánchez consiste en intentar, de nuevo, lavar el cerebro de los españoles, recurriendo a su palabrería habitual, a sus tópicos en contra de la oposición que, seguramente, va a ser la “culpable” de su derrota en Andalucía. Vamos a tener que aguantar, una vez más, el intento de descalificar a los partidos políticos de derechas, los que le han vencido claramente en las pasadas elecciones, restándoles méritos y, por encima de todo ( esta es la consigna que ha trasmitido a todos los responsables del PSOE) iniciar una campaña en la que se intente desconectar, distanciar y desvincular lo que ha sucedido en Andalucía de lo que se pudiera pensar que iba a ser la tónica general en toda la nación, para las próximas municipales y, evidentemente, para las legislativas de aquí a un año o año y medio. 


Es obvio que cualquier generalización precipitada de aquello que va a tener lugar de aquí a unos meses o un año ( suponiendo que Sánchez no se vea obligado a adelantar las legislativas) no tiene base suficiente para afirmar que va a suceder de una forma u otra, pero el pretender desvincular, quitarle mérito o negarle  ningún efecto sobre el resto de ciudadano de la nación, como mínimo, resulta poco razonable, muy improbable y, los mismos protagonistas, los partidos políticos, durante la campaña, incluido el PSOE, han estado hablando de lo que significan las elecciones en una de las autonomía más pobladas de toda España. Resulta una torpeza, un contrasentido y la muestra de no saber aceptar una derrota, el pretender quitarle importancia y efectos sobre el resto de España a lo sucedido, la semana pasada, en Andalucía. Yo, si fuera, que no lo soy afortunadamente, un directivo del partido socialista, tomaría muy en cuenta la tendencia que ha marcado esta confrontación electoral.


Sólo los comunistas, los que nunca aceptan las leyes, ni las decisiones judiciales, ni cualquier circunstancia que los perjudique, los anti sistema radicales y los anarquistas que niegan cualquier autoridad, pueden protagonizar lo que estos días estamos viendo respecto a la señora Oltra de Valencia, imputada por encubrimiento y prevaricación en relación con un delito de acoso sexual y violación, por el que ya fue condenado su marido a cinco años de cárcel. Las muestras de apoyo de todos los colectivos de izquierdas, los reproches a la Justicia que se han hecho, los intentos de evitar la dimisión de la señora Oltra etc., dan pábulo a que, cada día, los defensores de la Constitución, de la autoridad, del orden público, de la justicia y, en definitiva, del Estado de derecho nos mantengamos más firmes en la defensa de los valores tradicionales. 


El espectáculo de un personaje público, como la señora Oltra, desbarrando y acusando a la Justicia de ser parcial y estar vendida a la derecha, no hace otra cosa que afirmarnos en las contradicciones de esta izquierda, tan exigente y moralizante cuando se trata de juzgar un delito cometido por una persona de derechas y tan comprensiva, tolerante y flexible cuando se trata de enjuiciar el comportamiento delictivo de alguien de su tendencia política. La señora Oltra, tan lacrimógena por perder el chollo que tenía, no era tan generosa cuando pedía, para imputados de la derecha, su dimisión y que no hubiera clemencia con aquellos de los que se sospechara que habían cometido un delito, aunque no hubieran sido juzgados.


Y una referencia a un tema del que parece que todos ya se han olvidado de que sigue latente en nuestro país. Hablemos del Covid y de lo que está sucediendo estos días y, sin embargo, no parece que, desde el punto de vista oficial, nadie se preocupe de las consecuencias que se puedan derivar, este mismo verano, si los contagios, continúan creciendo y aumentado el número de ingresos en los hospitales y el de fallecimientos, en lugar de ir decreciendo como sucedía hasta ahora. Todo ello en vísperas de vacaciones, de aglomeraciones de personas, de llenos en las playas, de masas de viajeros, de promiscuidad en verbenas y espectáculos de masas; y no parece, señores, que los médicos estén alarmados, los políticos preocupados y las autoridades municipales, autonómicas y estatales dispuestas a tomar medidas extraordinarias de precaución debido, seguramente, al miedo de que la campaña turística que se presenta con muy buenos auspicios, pudiera sufrir un serio revés si cunde la alarma de un rebrote del virus, que puede  afectar a un número considerable de personas. El eterno dilema: economía versus salud.


No quiero terminar este comentario sin dar un dato curioso. España parece que ha crecido en número de habitante. Junto a ello tenemos la noticia que el número de “españoles”, cuando se aúna nacionalidad y lugar de nacimiento,ha disminuido, no obstante, en 131.080. Sin querer alarmar ni aparecer como contrario a la inmigración, por supuesto legal, sin embargo, el tema se presta a hacer algunas observaciones sobre él. La primera que se nos viene a ser considerada es la singularidad de que, no obstante, todas las políticas gubernamentales están dirigidas facilitar el aborto, al que se le ofrecen todas las posibilidades para llevarlo a efecto, de tal forma queen España se practican, en las clínicas abortistas, más de cien mil abortos cada año. En EE.UU ya se han percatado de esta contradicción y parece que, en muchos de sus estados, ya se ha reculado en cuanto a el tema de conservar la vida de los fetos.


Otro de los efectos ( y ya se viene notando en cuanto al número de inmigrantes que participan en la política española, algunos de ellos marcadamente influidos por el comunismo y oros, como ocurre en Ceuta, el caso de una señora diputada, con evidentes simpatías hacia Marruecos, que se permite atacar a representantes de nacionalidad española porque no están de acuerdo con sus ideas respecto a la influencia árabe en dicha ciudad.) es el de que, muchas comunidades, como la islámica, han alcanzado un número importante dentro del territorio español y ya están intentando alcanzar privilegios, reconocimientos, enseñanzas de idioma árabe en los colegios y universidades en los que, curiosamente, en muchos lugares de España no se les permite usar el idioma español.


Y así es como, señores, desde la óptica de un ciudadano de a pie, estamos viendo que, el Gobierno, en su afán de contrarrestar los efectos negativos que, para él, ha tenido el triunfo del PP en Andalucía; está preparando, a marchas forzadas, sin tiempo para estudiarlas debidamente y calcular sus efectos, en unos momentos en que el gasto público esta bajo observación debido a los previsibles efectos de la crisis que se nos anuncia, para la comparecencia que Sánchez ha anunciado, en TV, el próximo sábado, una serie de medidas, aparentemente destinadas a afrontar las dificultades que tenemos anunciadas pero que, con toda seguridad, sólo van a ser parches que, difícilmente, van a conseguir evitar lo que, desde todos los puntos de vista relacionados con las finanzas, la economía y la industria, se prevé como una situación peligrosa de estanflación.


Hoy, Denis Diderot, nos ilustra con una frase llena de sentido: “Engullimos de un sorbo la mentira que nos adula y bebemos gota a gota la verdad que nos amarga”.

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Creo en las sociedades estructuradas y maduras, donde la familia es la estructura básica de la sociedad. La familia es importante, pero siempre tendrá la importancia que los poderes públicos quieran darle. La familia es la célula fundamental de la sociedad y el entorno en el que se desarrollan, aprenden y forman los que primero son niños y luego llegan a ser los ciudadanos que a su vez formarán la sociedad.

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