La semana pasada tuvo, para mí, dos buenas noticias: 1) La publicación en Estados Unidos de la discutida sentencia que declara que no existe el derecho al aborto de forma general para todo el territorio, aunque cada una de las circunscripciones del país pueden establecer lo que, de acuerdo con sus electores, estimen oportuno y 2) la manifestación en Madrid en favor de la vida desde su concepción hasta su muerte natural.
En USA los contrarios a tal sentencia han hecho circular noticias “fake” sobre ello, amparadas en la actual y envejecida presidencia, de alguien que se dice “católico” pro que es dudoso que lo sea. Aquí por supuesto, los y las abortistas exaltadas, gritan como energúmenos el pareado exitoso “nosotras parimos, nosotras decidimos”. Claro que la decisión que corean hace caso omiso de la criatura concebida y su derecho a vivir. El precepto claro que reconoce que “todos tienen derecho a la vida” se niega al concebido y no nacido. Es la aplicación a estos de la pena de muerte sin juicio ni defensa. Solo por el deseo de sus progenitores (o progenitora) que quiere seguir disfrutando de su sexualidad sin obligaciones ni cortapisas.
También he visto en la tele alguna manifestación de las que se oponen a la prohibición de la prostitución. ¿Puede considerarse legal este medio de vida?
Para que no falte de nada en esta feria de vanidades multicolores también han salido a la calle los del “orgullo gay”. La ideología de género, LGTB, que se dice es algo moderno y progresista, ha exhibido por las calles sus “vergüenzas”.
Menos mal que los responsables deportivos quieren prohibir que los varones que se dicen hembras se impongan en las competiciones.
Ayer domingo hubo una importante manifestación “por la vida” en la plaza de Colón, en la que hicieron uso de la palabra personas que merecen mi mayor respeto como Jaime Mayor Oreja o Miró Ardevol, entre otros, que, desde el derecho natural y los principios cristianos, proclamaron su ¡no! al aborto y la eutanasia.
Como era de esperar esta manifestación no mereció la atención de las cadenas de televisión, las mismas que han dedicado horas a la peregrinación al Rocío, claro que el carácter cristiano es más folclórico que comprometido.
Pasando a otra cosa, habrá que ver lo que sale de la reunión de la OTAN en Madrid, que no parece vaya a poner fin al enfrentamiento de Ucrania y Rusia. Cuando las bombas caían en Corea o Vietnam no nos inquietábamos demasiado, cuando fueron derribadas las Torres Gemelas quedamos fuertemente impactados, pero ahora cuando no son dos torres sino barrios enteros de ciudades de Ucrania, con civiles y niños muertos, los que caen bajo las bombas rusas, parece que solo es un problema de suministros de gas y encarecimiento de la vida.
El presidente Putin, empeñado en rehacer el imperio ruso de los tiempos comunistas o de Iván el Terrible, sigue su criminal ofensiva y no nos damos cuenta de que los cañonazos suenan cada vez más cerca.
¿Tenemos un gobierno capaz de solucionar problemas o dedicado solo a crearlos? Por ejemplo, en el Norte de África...
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