“Tras una vida de grandes logros, pero también de duelos y pesares, la hija de Elio Antonio de Nebrija, Francisca, repasa el itinerario del padre con la mirada de una de esas «niñas sabias» que surgieron durante el luminoso y breve renacimiento español.
El posible lector o lectora de esta historia que se narra sobre la rica sustancia de lateralidad histórica bordada por la autora de la obra , entre la realidad y la ficción cogidas de la mano, puede encantar, todo es empezar la lectura, con un viviente estado de nombres estudiosos y creadores que unos tras otros van sumando un curioso y envolvente cuadro del pensamiento, partiendo de un futuro y poderoso protagonista, que provoca la pasión por el saber y lucha en aquel tiempo la necesidad de conseguir la grandeza de una gran obra para los siglos venideros por medio de la ciencia y la palabra bien escrita y comprometida, sumando un número interminable de protagonistas internacionales, que todos los puntos de la Europa en los que van renaciendo alrededor de Nebrija.
Todo un proceso empuja a otros ir elevando el saber por salir en la narración mostrada lo que son o quieren ser. Si el lector posiblemente no se sale del guión de la novela que cuenta verdades, lo que puede resultarle enemiga de los poderes establecidos a la vez que el pensar y trabajar por el gran y fabuloso atrevimiento de un siglo de las luces renacimiento de la creatividad investigadora como lucerna o antorcha que apuesta por la evolución científica del saber con la mirada puesta en los siglos venideros.
Ahí está la altura cultural de un siglo.; la narración, y salva por sí misma y cumple con su cometido, pero para merecer una buena e inquietante no tiene otra posibilidad que la ayudara a la autora de la historia novelada donde personajes históricos. Que adquieren la forma literaria de conseguir el poder hasta alcanzar la forma narrativa fácil, desde atraer por sí mismo a los personajes y sus circunstancias, que conduce a la autora invitar a esos lectores que se convierten en testigos de la propia novela, deseada hasta lograr una posible ficción de convertirse protagonista de sus propias circunstancias. Circunstancias donde diría Ortega y Gasset, se salen de las líneas maestras de la autora para que estos ilustres personajes se apropien de la rama narrativa, adquiriendo la verdadera personalidad literaria que la autora, creo, ha logrado con una atrevida intención de la realidad de un siglo que se va convirtiendo en todo un manifiesto real un protagonismo que crea una desafiante actitud fines que de verdad existen y forman el escándalo de realidades no autorizadas que nacen.
Eso le ocurrió a tres grandes protagonistas con la exposición de un ensayo descriptivo de la sociedad y la religión, que viven sometidos, muchos años después este borrador de aquel trío de locos estudiantes se convertirían en el llamado Manifiesto comunista que revolucionó a toda la historia. Todas las grandes obras de la literaria se inician de esta manera y el poder establecido tiembla, crea la historia de los pensamientos que surgen de esa protesta de alto riesgo que no se resigna a ser un mero instrumento servil y servir de criado al imperioso cambio. El renacimiento de un nuevo mundo. Algo mucho más que una educación sentimental.
Eva Díaz nos lo muestra en una narración bien precisa y correctamente tratada, algo ya característico desde su primera novela Memorias de cenizas, novela histórica primordial sobre el Monasterio de San Isidoro del Campo y el foco erasmistas de los frailes y su gran protagonista Casiodoro de Reina. Todo ello tan vinculado a su vecina Itálica y su proceso histórico. En resumen, una novela histórica en el sentido más amplio de la palabra. Con un epílogo ejemplar.
|