El día estaba desértico, y esa tarde en el cielo inmaculado se avecinaba una inmensa tempestad, y entre truenos y relámpagos apareció un crepúsculo precioso que daba ganas de dormir a su lado. La tierra poco a poco iba quedando noctámbula, y en el filo de su oscuridad, se escuchaban algunos silbidos y aullidos de perros, y uno que otro sonido de un claxon. En ese instantes, unos jóvenes se desplazaban por una de las calles de tierra, y visitaban uno que otro bar para degustar unas cervezas.
Cuando salieron del último bar, y se enrumbaron con destino del camino, en la sombra de esa noche los sorprendió una enorme figura, que los enmudeció momentáneamente, era similar a un fantasma, eso creyeron ellos, pero simplemente era un inmenso tronco de un árbol viejo, que susto se llevaron, he inmediatamente cavilaron, murmurando en vos bajísima: “Está noche está amena para que el tronco nos permita descansar y eyacular "COMO AMIGOS CON DERECHOS, LO TIENEN QUE SABER", al son de la sombra de la noche. Los jóvenes ahí se quedaron toda la noche, hasta que apareció la aurora del nuevo día.
Ellos le hicieron una notable reverencia al favor que le había hecho la noche con su sombra y al tronco por haber visto, percibido el nuevo amanecer de la madre naturaleza y el hecho.
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