Siglo XXI. Diario digital independiente, plural y abierto. Noticias y opinión
Viajes y Lugares Tienda Siglo XXI Grupo Siglo XXI
21º ANIVERSARIO
Fundado en noviembre de 2003
Opinión
Etiquetas | ONU | Internacional

Mi reflexión sobre la ONU

Francisco Rodríguez
lunes, 7 de diciembre de 2015, 23:00 h (CET)
La Organización de Naciones Unidas creada en 1945, tras la II Guerra Mundial, está teniendo una vida mucho más larga que su antecedente la Sociedad Naciones, que solo duró desde 1920 a 1946. Tanto una como otra nacieron con el noble propósito de mantener la paz en el mundo. La Sociedad de Naciones no consiguió evitar la segunda guerra Mundial, la ONU tampoco ha conseguido evitar guerras limitadas, pero continuas, que se han ido produciendo en nuestro mundo, desde la de Corea a la actual contra el llamado estado islámico.

En 1948 la ONU alumbró la Declaración Universal de derechos humanos cuyo artículo primero declaró que todos los seres humanos nacen libres e iguales en dignidad y derechos, pero uno de los firmantes, los Estados Unidos, mantuvieron la discriminación racial hasta finales de los años 60, y se abstuvieron la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas y sus satélites lo mismo que hizo Arabia Saudí.

El derecho de veto que se reservaron determinados países pone de manifiesto que a pesar de los altisonantes propósitos, esta organización supranacional ha estado al servicio de los intereses de los más fuertes. Seguramente si no hubiese existido la ONU habría sido peor, pero confiar en ella como última instancia para restablecer la justicia y el orden, parece excesivo.

A lo largo del tiempo la ONU ha ido creciendo en complejidad y creando otros organismos que funcionan teóricamente bajo su control pero que en realidad manejan una maraña de expertos al servicio de variados grupos de presión económicos e ideológicos.

La imposición de políticas antinatalistas, bajo el eufemismo de salud sexual y reproductiva, la difusión de la ideología de género o la promoción de “nuevos derechos emergentes”, cuando tanto queda por hacer respecto a los que detalló la Declaración Universal, resulta inquietante.

Ahora se está celebrando la Cumbre sobre el calentamiento del planeta. Pedir a todos que dejemos de estropear nuestro ambiente, mares, ríos, bosques y montañas, con basura me parece excelente, pero pretender que todos los países reduzcan sus emisiones de CO2, es la oportunidad para que los más poderosos impongan una carga onerosa a los pobres con la coartada de salvar el planeta.

Que las variaciones climáticas a escala planetaria sean producidas por el hombre no es algo indubitable. La actividad solar y la actividad volcánica quizás tengan más influencia que el parque automovilístico o las calderas de calefacción. La industria necesita energía para cualquier proceso de transformación y sería altamente beneficioso utilizar una que fuera limpia y barata. Creo que hay muchas posibilidades de sustituir la energía fósil por la fotovoltaica la eólica o la nuclear. Esta última ha contado con la cerrada oposición ecologista con su lema “Nucleares no, gracias”.

Puede que en todo ello entren en liza los más variados intereses. Si se abandona el petróleo, el gas o el carbón algunos saldrán perjudicados. Si se opta por las renovables algunos saldrán beneficiados, aunque aquí en España no parece que nos haya abaratado el consumo haber invertido grandes cantidades en placas solares o columnas eólicas.

Detrás de cada actuación de los organismos de la ONU, como soy mal pensado, creo que lo que se mueve no son sus elevados propósitos fundacionales sino simplemente intereses económicos y en esto del clima también.

Noticias relacionadas

La humanidad se siente muy ufana porque ha engrosado su capacidad de conocimiento basándose en la inteligencia artificial. Cualquier iletrado puede “redactar” un artículo copiando simplemente lo que el dichoso “chatgpt” le dicta. Los estudiantes encargan parte de sus deberes a su ordenador y los “expertos” en el copia y pega presumen de sus “conocimientos”. Todo el mundo sabe de todo. El apagón de ayer nos ha puesto en nuestro sitio. 

El Covid, la Filomena, la Dana, la luz. ¿Cuántos desastres más tenemos que padecer para despertar de este letargo en el que nos tienen sometidos? Los tres primeros fueron causas externas al gobierno, pero no así el último. En todas ellas hubo apagones informativos, se hicieron tarde y deficientes o mal, sobre todo cuando no tienen a quién culpar para ocultar su falta de preparación para desempeñar la presidencia de un país.

Cuando el ganador de las últimas presidenciales estaba en la cumbre de su popularidad, los seguidores del amo de Perú Libre coreaban la consigna "Castillo y Cerrón, un solo corazón". Con ese lema querían montarse en su prestigio y cubrir como el profesor chotano les choteaba.

 
Quiénes somos  |   Sobre nosotros  |   Contacto  |   Aviso legal  |   Suscríbete a nuestra RSS Síguenos en Linkedin Síguenos en Facebook Síguenos en Twitter   |  
© 2025 Diario Siglo XXI. Periódico digital independiente, plural y abierto | Director: Guillermo Peris Peris
© 2025 Diario Siglo XXI. Periódico digital independiente, plural y abierto