Vivo la tragedia
del ataque constante, la tormenta incesante de las miradas de rabia.
Vivo la pena de no verla a ella, a “la humanidad”, vivo, pero cuesta sus noches de lágrimas y de insomnio.
He ahí la causa, yo soy como el sol y ellos son la sombra, yo estoy cerca de Dios y ellos piensan que no existe.
Y mis ojos se fijarán en lo horrible de los días que pasan todos son iguales, inhumanos y privados de la belleza espiritual.
Hablo de la bondad que se perdió hace ya tanto, hoy sueño con ella, como si aún existiese alguna posibilidad de recuperarla.
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