La monarquía es una institución que se ha quedado obsoleta, hoy los reyes quieren ser considerados como simples funcionarios del Estado, eso si sin haberse roto los codos preparando la oposición, eso queda para los plebeyos. En España los reyes en lugar de por oposición lo son por reposición de la institución monárquica por la mano dura y el deseo de un dictador rebelde como fue el general Franco y sus secuaces.
El actual Borbón al mando de la nave monárquica puede ser considerado un nieto putativo de aquel sangriento dictador que murió en la cama después de cuarenta años de sojuzgar al pueblo español, y del que, por desgracia, todavía quedan secuelas, como los militantes de VOX, con los que recientemente se fotografió Felipe VI, actual rey de España por herencia que no por méritos. A un señor al que le hemos pagado los estudios en los mejores colegios para que desde Zarzuela los palaciegos de la prensa de turno nos lo vendieran como el rey más preparado de la historia de España, aunque la verdad no le hacia falta esforzarse demasiado en los estudios para conseguir esta hazaña, especialmente a la vista de los curriculums de aquellos de sus familiares que ocuparon con anterioridad el trono español.
Después de una semana navegando por las aguas mallorquinas en un velero de la Armada española, que también pagamos ustedes y yo, y antes de desaparecer de vacaciones en lugar incógnito con la reina consorte, o es “con suerte”, la suerte de pasar de vivir en un pequeño piso de una barriada madrileña a habitar un palacete en Zarzuela, que también hemos pagado y pagamos todo, pero antes de marchar con la familia, como cualquier otra familia española, a unas vacaciones privadas, como cualquier funcionario, tuvo que trabajar durante unas horas ejerciendo como Jefe del Estado y representante de España viajando hasta Colombia para asistir a la toma de posesión de Gustavo Petro, hombre de izquierdas, anticoloniaslista y antiguo guerrillero y ahora Presidente electo de Colombia, donde por primera vez las izquierdas han ganado las elecciones.
La verdad es que para ser el Borbón más preparado de la historia de España no supo estar a la altura de las circunstancias. Lo suyo no son los buenos modales ni la educación y la diplomacia. Lo suyo es la prepotencia, el orgullo trasnochado del más rancio españolismo, ese que sueña con aquellos tiempos en los que presumían que en su Imperio jamás se ocultaba el sol.
Su cara y sus maneras me recordaban el “coro de los doctores” de la opereta “El rey que rabió”, donde los sabios doctores dictamen los síntomas de la rabia, aquella torva mirada, sentado firmemente en su silla mientras los demás próceres aplaudían en pie la presencia de la espada de Simón Bolívar “El Libertador” que luchó contra los antepasados del Borbón que ahora reina en España, sin que nadie le haya votado, para liberar los pueblos de Sudamérica del yugo español.
Este señor no puede ir por el mundo incumpliendo con uno de sus trabajos, el de representar a España dignamente. Si no le gusta su trabajo tiene la puerta abierta para marchar, si lo envían a realizar su labor a un sitio y no le gusta que no vaya, pero si decide ir que se comporte y no se quede, como en esta ocasión, sentado, prepotente, desafiador y haciendo gala de lo mal que le caen las gentes de izquierda.
Entiendo que Felipe VI todavía sueñe y llore por los imperios desaparecidos, y que no sea, para él, plato de buen gusto tener que saludar un símbolo, la espada, de la libertad de los pueblos sudamericanos a los que los españoles explotaron, esclavizaron, robaron y asesinaron en nombre de la Cruz y la Espada. Entiendo que no le haga ninguna gracia tener que levantar su regio culo de la silla al paso de la espada de Bolívar que un día en una jura dijo “no daré descanso a mi brazo, ni reposo a mi alma, hasta que haya roto las cadenas que nos oprimen por voluntad del poder español”.
Aquí la derecha extrema y la extrema derecha y sus palmeros mediáticos han aplaudido o intentado excusar esta burdo comportamiento de quien, nos guste o no, es la primera autoridad del Estado, mientras el PSOE, ese quiero y no puedo entre la izquierda descolorida y el vaivén del centro, calla y otorga, como hace siempre con los comportamientos de los miembros de la Corona, no vaya a ser que se enfaden.
Yo me quedo con las palabras de un colega del periodismo vasco, Xavier Lapitz, que en un reciente tuit ha escrito “Levantarse es un trabajo. Si no te gusta no vayas. Si vas, respeta a un pueblo que ya no es colonia. Este tío es un impresentable” De la imprensentabilidad de este señor y de su prepotencia en Catalunya sabemos mucho, y por eso desde su impresentable discurso del 3 de Octubre de 2017 somos muchos los que sentimos y decimos que Catalunya no tiene rey.
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