Me siento a escribir, como cada lunes, un pequeño artículo y veo que hoy es el día de la Asunción de María a los cielos.
El hecho de que se celebre en pleno verano hace posible que existen muchas fiestas tradicionales bajo la advocación de La Virgen elevada en cuerpo y alma a los cielos. La madre de Jesús tenía que ser elevada a la Gloria desde donde sigue ocupada en conseguir la salvación de todos los hombres, creyentes o no.
Cuando veo las fiestas y romerías que se celebran cada año y en éste, después de la suspensión durante dos años a causa de la pandemia, han llegado con fuerza. Pienso a veces que todo este ruido de fiestas está lejos del espíritu católico, pero ahora rectifico: bienvenidas sean todas las fiestas que dediquemos a la Virgen, nuestra madre que nos ama como sus hijos. He recordado los tiempos en que los niños abandonados eran cuidados por monjas bajo el amparo de la Virgen. Ahora es mucho más grave: los niños no deseados se abortan, es decir se matan sin contemplaciones.
Estoy seguro de que la Virgen los acogerá bajo su manto. Quizás habría que proponer a la Iglesia una nueva advocación: María, madre de los niños abortados. La celebración de San Maximiliano Kolbe o de Santa Teresa Benedicta de la Cruz, hayan traído a nuestra memoria los asesinatos de los campos de exterminio alemanes contra los judíos.
Aquellos millones de muertos son apenas nada comparados con los que cada año son sacrificados en las clínicas abortivas, mientras que gobernantes desquiciados se empeñan en establecer que el aborto es un derecho. ¿Cómo puede ser un derecho matar a una criatura inocente? La sangre derramada de tantos inocentes clama al cielo y es seguro que irán a los brazos de la Virgen. El aborto no es un símbolo de progreso sino del más cruel de los retrocesos de nuestra sociedad.
Propongo que entre las peticiones del Rosario se incluya la petición a la Virgen como madre de los niños abortados: ¡Ruega por nosotros! A pesar de tantas cosas adversas como existen, creo que mientras mantengamos nuestra devoción a la Virgen, España puede ser salvada. Y no solo España sino el mundo entero. A mi me parece profético que la bandera de la OTAN sea celeste con doce estrellas. Es la mujer vestida de sol, con la luna bajo sus pies y una corona de doce estrellas sobre su cabeza que ya anuncia el capítulo doce del Apocalipsis.
Rezamos cada día las palabras del ángel: Dios te salve María, llena eres de gracia, el Señor es contigo y bendita tú eres entre todas las mujeres y bendito el fruto de tu vientre Jesús, el que nació, murió en una cruz y resucitó al tercer día, que está sentado a la derecha del Padre y desde allí ha de venir ¿cuándo? ¿pronto? Para juzgarnos a todos.
A menudo quedamos desconcertados porque el tiempo de Dios no es el tiempo del hombre, pero no podemos obviar que venimos de Dios y a Dios hemos de volver.
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