Los que pertenecemos al “segmento de plata”, no. Desde el día de la jubilación, nuestra vida ha pasado a desarrollarse en una media vacación constante, que debemos llenar con actividades que nos permitan sentirnos “vivos”. Con los calores del estío, los “trabajos” que, como voluntarios o aficionados, hacemos, han quedado paralizados en un “stand by” del que, a veces, se tarda en salir. Se han cerrado voluntariados, se han producido alteraciones en nuestra vida que nos impiden seguir realizando nuestras actividades de tiempos pasados, etc. A mí modesta persona se le produce una especie de “síndrome postvacacional” que altera sus expectativas y le hace preocuparse un tanto. ¿Qué voy a hacer este año? Se me plantean las siguientes alternativas: volver a la universidad e iniciar otros estudios; asumir que ya no estoy para esos trotes; involucrarme más a fondo en los voluntariados en los que colaboro; sentarme en los bancos de los jardines que rodean mi domicilio o dedicarme a ver series turcas como si no hubiera un mañana. Pienso que cada etapa de la vida tiene sus posibilidades. A medida que van transcurriendo los años vas abandonando el “segmento de plata” para introducirte en el “segmento de bronce” y acabar en el “segmento de cartón piedra”. Pero cada día tiene su afán.
Se me ha metido en la cabeza que en el nuevo barrio en el que vivo no hay un centro de mayores a una distancia asequible. Voy a tirar de mi vieja amistad con el alcalde y algunos concejales a ver si podemos poner en marcha un lugar donde se puedan reunir mis coetáneos a charlar, realizar todo tipo de actividades lúdicas o echar la partida.
Pues qué bien. Sin darme cuenta he descubierto un “por qué” y un “para qué” debo levantarme cada día (amén de las actividades usuales). Si lo buscas… lo encuentras; buscad y hallaréis.
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