No, no voy a hablar de la tesis de Pedro Sánchez. Los españoles tenemos más que superado que esta innoble persona que, para nuestra desgracia, preside nuestro Gobierno es un ser que no ha sido capaz de confeccionar por sus propios conocimientos, bien escasos han de ser, una Tesis Doctoral y que la que lo acredita como tal es una indigesta recopilación de datos, los hay hasta del BOE, que ha acopiado un “negro”, parece ser que de un repertorio que otro “esclavo” ha acopiado.
El tan vilipendiado, escarnecido y denostado caudillo de España, es decir, Francisco Franco, en su momento, para enaltecerse y glorificarse ante los españoles escribió, o mandó escribir, parece ser que a José María Sáenz de Heredia y José Luis Sánchez Silva, un libro titulado Franco ese hombre, cuyo texto sirvió de guión para que se hiciese una película, dirigida también por Sáenz de Heredia. Por cierto aquella revista humorística que se publicaba entonces, titulada La Codorniz imprimió un número titulado La Codorniz, ese pájaro. El humo del incienso que sale del botafumeiro de la catedral de Santiago de Compostela era nada comparado con las loas y enaltecimiento con los que era glorificado Francisco Franco que, por cierto, murió en su cama, ya que las izquierdas, que no lo soportaban, no tuvieron los redaños suficientes para acabar con él. Le recordamos a Pedro la frase que aparece incontables veces en el libro Los tres monjes rebeldes: “El humo del incienso marea y hace perder la cabeza al hombre más sensato”. Él desde luego hace mucho tiempo que la tiene perdida. Pedro Sánchez editó su libro Manual de Resistencia, del que dice Joaquín Leguina, socialista como él, que es la historia de una ambición. No entraremos en ello, solamente mencionaremos que a imitación del Caudillo, busca su glorificación personal. El lema de los Jesuitas es Ad maioramdei gloriam, en castellano, a mayor gloria de Dios, el de Pedro es Ad maioren Petri gloriam, a mayor gloria de Pedro. Está tan subido en su machito y pagado de su superioridad sobre el resto de los seres humanos que ha perdido el contacto con la realidad, salvo cuando no asiste a ningún acto en el que se le puede abuchear, y son muchos. Como es un irremediable e impenitente plagiador, a imitación de Franco y para su mayor gloria, como este, no ha tenido mayor y mejor ocurrencia que hacer que confeccionen sobre él una serie televisiva, sabrá Dios de cuántos capítulos, que se titulará: Las cuatro estaciones. Realmente esta inconsistente persona no tiene atadero ni por el pescuezo, como me decía mi madre cuando hacía una trastada. No hay forma de conducirlo al redil de la sensatez y del equilibrio mental. Vive en una etérea nube, como un dios olímpico. Con el nombre de cuatro estaciones existen dos cosas a cuálmejor, una es Las cuatro estaciones, de Vivaldi y la otra una pizza denominada de la misma manera. Desconocemos a la que se refiere con ese nombre tan pomposo. Suponemos que no a la primera, pues no creemos que su osadíalo lleve a compararse con il prete rosso, el cura rojo como llamaban al compositor, no porque fuese comunista, entonces no habían nacido Engels ni Marx, sino porque tenía el pelo jaro. El producto alimenticio se denomina así porque se prepara en cuatro secciones con diversos ingredientes, y cada una representa una estación del año. Pedro, como alimento, es una bazofia incomible, que ya ni muchos dignos socialistas lo pueden digerir porque ha destruido a este noble y longevo partido, transformándolo en una jarca de aduladores de su persona que lo sostienen para no ser apartados del dornajo.
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