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​Crónicas de la Patagonia: el “fin del mundo”

Origen y lo que representa para Tierra del Fuego
Bruno Sabella
viernes, 16 de septiembre de 2022, 09:55 h (CET)

“En la extremidad de aquella extensísima lengua de tierra de América del Sur, que va estrechándose a medida que se acerca al polo, bañada por dos océanos, el Atlántico y el Pacifico, el continente se ha como desmenuzado en un vasto archipiélago que, separado de la tierra firme por el estrecho de Magallanes, penetra en las frías y misteriosas soledades de la Antártida bajo el sugerente nombre de Tierra del Fuego”. Alberto M. De Agostini, “Treinta años en Tierra del Fuego”.


A lo largo de cinco siglos, la isla de Tierra del Fuego ha sido la fascinación de cientos de exploradores y viajeros de todo el mundo. A pesar de ser la provincia más joven de Argentina, ya que fue el último territorio nacional en convertirse en provincia en 1990, la historia de Tierra del Fuego, Antártida e Islas del Atlántico Sur, se remonta miles de años antes, en la América precolombina, mucho antes de la llegada de los europeos.


Ushuaia El fin del mundo


Tierra del Fuego es la tierra de los nativos que habitaron este último confín del planeta, tales como los yaganes, los selknam, así como también los haush y alcalufes. Alguna vez fueron los pueblos nativos más australes del planeta. ¿Pero, cómo surgió el “Fin del Mundo”, esa idea que atrae a tantos viajeros, entusiasmados por llegar al lugar más alejado de nuestro planeta? ¿Y qué simboliza verdaderamente? ¿Es solamente un eslogan turístico o va mucho más allá de eso?


La Patagonia tiene un poblamiento inicial de una antigüedad aproximada de 13. 000 años y una colonización surgida de un proceso complejo que comienza a fines del Pleistoceno, cuando las grandes masas de hielo empiezan a retirarse y el clima se vuelve más favorable para la instalación humana. A partir de allí, se suceden distintas etapas en la historia sociocultural de la Patagonia, previa a la llegada de los europeos.

Un hito trascendental en la historia de América y de Tierra del Fuego fue la llegada del navegante portugués Fernando de Magallanes, cuando en 1520, llegó al lugar buscando la conexión entre el Océano Atlántico y el Pacífico, llegando hasta el estrecho que hoy lleva su nombre.


¿A qué hacemos referencia cuando hablamos del “fin del mundo”? El término apropiado es “Finibusterre”: Del lat. finĭbus terrae; literalmente ‘en los confines de la tierra’, de acuerdo a la definición de la Real Academia Española. “Finibusterre” se refiere al final de la tierra conocida, y generalmente apunta a una relación conflictiva entre la tierra y el mar. Este intimida y funciona como barrera, al punto que se desconoce lo que excede la visión. En otras latitudes lejanas a la Tierra del Fuego, han surgido asociaciones similares, por ejemplo, el cabo Finisterre de Galicia en España, o Land’s End en West Comwall, Inglaterra. Emblemática al respecto es la frase de Shakespeare en Hamlet: “¡Dios mío! Podría estar yo encerrado en una cáscara de nuez, y me tendría por rey del espacio infinito”. Los finibusterres son regionales; el fin del mundo es global. Ahora bien, al hablar del fin del mundo debemos preguntarnos: ¿desde qué lugar hablamos? ¿Podemos imaginarlo como un lugar central?


Podemos decir que, originalmente, la identificación de Tierra del Fuego con “el fin del mundo” es de autoría europea. Podemos encontrar una serie de rasgos asociados habitualmente al “fin del mundo”, todas características atribuidas por perspectivas foráneas. Algunos de los términos con los que se ha calificado a la Tierra del Fuego se relacionan con frases y palabras como: emplazamiento en el “fondo”, en “la punta”, escasa presencia humana, lejanía, vacío, soledad, inhóspito, etc.


Seguramente los aborígenes fueguinos no se consideraban a sí mismos como habitantes de ese extraño lugar ni lo designaban con tales calificativos. Un claro ejemplo de tal representación europea en relación al “fin del mundo” lo podemos encontrar en un artículo periodístico publicado en el suplemento británico Illustrated London News el 30 de enero de 1904 por el viajero inglés William Singer Barclay, “At the World’s End, Being an Account of the now almost Extinct Canoe-Dwellers and Other tribes of Tierra del Fuego” (“En el Fin del Mundo, un reporte de los ya casi extintos habitantes canoeros y otras tribus de Tierra del Fuego”).


Este artículo periodístico es uno de los primeros que explícitamente asocia a la Tierra del Fuego con “el fin del mundo”, una idea que se venía gestando desde el siglo XIX, en particular entre los expedicionarios y misioneros ingleses.


Otra aproximación a la idea del “fin del mundo” está representada en la póstuma novela de aventura de Julio Verne “El faro del fin del mundo”, la cual fue impresa en 1905. Verne había escrito la primera versión en 1901, situando el faro del fin del mundo en la Isla de los Estados. Aún hoy en día muchos confunden el faro “Les Éclaireurs” de Ushuaia con el famoso “faro del fin del mundo”, imaginado por Verne en la remota isla del Atlántico Sur.


Debido a su remota ubicación geográfica, la Tierra del Fuego fue una de las pocas zonas en el mundo donde los pueblos autóctonos habían permanecido casi intactos hasta los tiempos modernos. Hasta 1880, selknam y haush, yaganes y alcalufes, aún vivían como sus ancestros, de acuerdo a sus antiguas tradiciones.


Charles Furlong, un explorador, escritor y fotógrafo estadounidense recorrió Tierra del Fuego en la primera década del siglo XX y notó que los yaganes, que vivían en soledad, separados de otras etnias por las barreras naturales, pensaban que antes de la llegada del hombre blanco eran los únicos seres humanos.


Tierra del Fuego contaba en la antigüedad con 3 grupos aborígenes bien marcados en sus características. Los selknam se ubicaban desde la cordillera hacia el norte de la isla de Tierra del Fuego, estos a su vez se dividan en los Parika, aquellos que vivían entre el Estrecho de Magallanes y Río Grande, y los Hershka, que vivían entre el Río Grande y las montañas del sur.


Se caracterizaban por ser nómades y sus viviendas eran temporales y de construcción rápida. También eran cazadores, especialmente de guanacos, los cuales abundaban en la zona y se destacaban por la confección y uso de arcos y flechas. Pero había algunas diferencias porque cubrían una zona con una extensa costa marina y la tierra adentro tiene mucho espacio cubierto por turberas.

Esto determina que los recursos costeros eran más importantes que para los selknam, aunque no eran navegantes como los yaganes. En cuanto a los yaganes, eran cazadores, pescadores y recolectores costeros. Además, eran grandes canoeros y su dieta era más variada que la de sus vecinos tierra adentro.


Eran pueblos nómades marinos que vivían a orillas del Canal Beagle hasta el Cabo de Hornos, se llamaban así mismos yaganes. Su vida era esencialmente costera y marítima porque tenían mayores recursos, donde obtenían lobos marinos, aves, peces, mariscos y eventualmente hasta ballenas varadas. Las canoas las hacían con corteza de árboles cocidas entre sí, que se mantenían abiertas con un armazón de medianas ramas. Sus chozas estaban construidas con ramas delgadas entrelazadas y cubiertas con gran cantidad de ramas y a veces cueros.


Otro de los pueblos fueguinos, los Haush, habitaron el extremo oriental de la Isla grande de Tierra del Fuego que hoy conocemos como Península Mitre. Es el menos conocido de los pueblos originarios de esta zona austral. Físicamente eran parecidos a los Shelknam, se cubrían con grandes mantos de cuero de guanaco, su estructura familiar y social habría sido parecida a sus vecinos del norte. Pero había algunas diferencias porque cubrían una zona con una extensa costa marina y la tierra adentro tiene mucho espacio cubierto por turberas. Esto determina que los recursos costeros eran más importantes que para los Shelknam, aunque no eran navegantes como los Yaganes.


Ushuaia


Ubicada a 3.000 kilómetros de la ciudad de Buenos Aires, la ciudad de Ushuaia es un lugar de superlativos. Ushuaia se encuentra entre mar y montañas, en la latitud: S54°48′, lo que la convierte en la ciudad más austral de Argentina. Además, es la única ciudad del país ubicada del otro lado de la cordillera de los Andes.


Ushuaia, además es conocida internacionalmente como “el fin del mundo”, como así lo dice su famoso cartel donde miles de turistas se sacan la típica fotografía. Esta hermosa ciudad también es la puerta de ingreso a la Antártida, desde donde salen las expediciones que llevan al Continente Blanco a los viajeros más aventureros.


La palabra Ushuaia proviene del idioma yagán y significa “bahía profunda o bahía al fondo”. Su población es de 77.000 habitantes y tiene una de las tasas de crecimiento más altas del país. La geografía que rodea la ciudad es digna de un escenario cinematográfico, la cual nos deslumbra por su increíble combinación de paisajes. De fondo, se encuentra el cordón Martial con los míticos “Monte Olivia” y “Cinco Hermanos”. En el centro, las aguas del Canal Beagle que bañan sus costas, y del lado y como barrera natural, las montañas de las islas chilenas Navarino y Hoste. Tanto su historia como sus asombrosos paisajes hacen que Ushuaia sea uno de los lugares más interesantes y hermosos del planeta. Podemos afirmar que Ushuaia representa la auténtica idea del “fin del mundo”. 

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