Día grande y glorioso para los integramos de esta comunidad de naciones hispano hablantes con una cultura común que nos expresamos y entendemos en la maravillosa lengua de Cervantes, Góngora, Quevedo, Nebrija y Santa Teresa de Jesús.
Grande porque los territorios culturizados por los españoles se extendieron desde Alaska hasta la Patagonia, situada en el extremo sur del Cono Sur de América. Glorioso porque España proporcionó días de gloria y esplendor a las naciones europeas de la época moderna, que se encontraron, gracias a los navegantes y descubridores españoles, con un enorme continente, y el conocimiento de que el planeta no acababa al final del Atlántico, hasta entonces conocido. La hazaña que se conmemora en este día no tiene parangón alguno con las que otras naciones puedan celebrar. A pesar de los que intentan reescribir una historia que es irrefutable porque son los documentos los que la avalan, el hecho incontrovertible es que fue España, mejor la Corona de Castilla, la que subvino barcos, bastimentos, vituallas y hombres y todo lo necesario para aquella expedición que muchos, aún dentro de la Corte, consideraban descabellada y una utopía. Naciones envidiosas del nombre de Hispanoamérica que abarca todos los pueblos que recogieron el patrimonio que España les legó, lo llaman Latinoamérica. ¡Nada más falaz, ni trapacero! Lo único que podemos decir que es latino es el Español, o Castellano, es decir, la lengua que hablamos y en la que se comunicaban los hombres de la Edad Moderna. Poco pintaron el resto de las naciones europeas en estos tiempos para que se atribuyan algún derecho para llamar a estas tierras latinas. España ha sido condenada por llevar la civilización de los pueblos hispanos, por naciones tales como Inglaterra, Holanda, Alemania, Francia y EE. UU. Han fomentado la Leyenda Negra, iniciada por el Secretario de Felipe II, hombre que, por participar en un crimen, o instigarlo él, tuvo que huir de Castilla y acogerse a los fueros de Aragón, porque había sido condenado a pena de muerte. Rodó por distintas Cortes europeas a las que intoxicó con sus viles mentiras sobre España, pero que estas aprovecharon para fomentarsu odio hacia esta. Otro de los responsables de esta leyenda es Fray Bartolomé de las Casas, hijo de un judío que se había librado cuando la expulsión de estos, con lo que podemos imaginar el odio que guardaría hacia Castilla; primero esclavista y después protector de los Indios. Escribió, en 1552 “La Brevísima relación de la destrucción de las Indias”, en la que es tal y tan grande el cúmulo de mentiras y falacias que acumula sobre la conquista española que no se le puede tomar en consideración. Hay quienes piensan, dentro de un análisis freudiano, que posiblemente sus ancestros judíos aflorasen inconscientemente e hiciesen resurgir la hostilidad inmemorial contra el catolicismo especialmente el español, y quisiese resarcirse de la próxima en el tiempo, expulsión de los judíos en 1492, cuando él sólo tenía dieciocho años. Su padre, judío converso, o de segunda generación, mantendría y le inculcaría cierto ánimo de revancha contra la monarquía española causante de la expulsión de sushermanos de raza, por lo que posiblemente no pudiese sustraerse a un inconsciente que, mediante la enfermiza difamación de sus compatriotas y sus hermanos de religión, ocultaba una especie de venganza. Estudiosos de su personalidad lo definen como obsesivo, vociferante, dispuesto en todo momento a acusar a los demás que eran los malos en contra de los indios que representaban la bondad genuina. Sus biógrafos no dudan en calificarlo como que vivía en un estado paranoico de alucinación, dentro de una ofuscación mística que le hacía perder la conciencia de la realidad. Estos juicios tan severos los ha defendido Menéndez Pidal, quien, Como español podría tacharse de parcialidad. William S. Maltby, que no es español sino norteamericano con ancestros anglosajones, y profesor de Historia de Sudamérica en una universidad de Estados Unidos, no duda, en el estudio que publicó en 1971, sobre la Leyenda Negra, manifestar que “ningún historiador que se precie puede hoy tomar en serio las denuncias injustas y desatinadas de Las Casas”, y concluye: “en resumidas cuentas, debemos decir que el amor de este religioso por la caridad fue mayor que su respeto por la verdad”. Por mucho que se empeñen los enemigos de España, y son muchos, la ejecutoria de la civilización hispana en América es intachable, Las Universidades, Catedrales, Colegios Mayores, Centros de estudios para los indios, hablan por sí solos de esta incomparable labor. Podemos sentirnos muy orgullosos de celebrar el DÍA DE LA HISPANIDAD.
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