Que en una localidad de Siria, concretamente Madaya, que está sufriendo un terrible asedio por parte del ejército de Asad, la población civil esté muriendo literalmente de hambre, es algo que debería hacer reaccionar a la comunidad internacional. También la ONU tiene que intervenir con ayuda alimentaria adecuada, ya que el pasado octubre la remesa de galletas que envió estaba caducada, y muchos enfermaron en Madaya. Aunque en las últimas horas Naciones Unidas ha logrado que pueda entrar ayuda en esta localidad. El problema es que hay muchas Madayas en Siria.
Que los niños tengan que comer hojas de árboles para sobrevivir en esta población es sobrecogedor. Y también lo es que en Siria, una parte de la población, considere un lujo comer cada tres o cinco días. Incluso parte de los sirios pueden llegar a comer carne de perro para no morir de hambre. Y es que, más de 212.000 personas, viven bajo asedio en este país.
La ayuda con alimentos, por tanto, debe ser enviada a Siria con carácter de urgencia. Aunque ya se sabe que, lo prioritario, sería acabar con la guerra que ya ha causado más de 250.000 muertos, y ya dura cinco largos años. Y esta cifra de muertes es, probablemente, mayor. Además, alrededor de casi cinco millones de sirios viven en zonas de difícil acceso para las agencias humanitarias, y necesitan urgentemente alimentos, medicamentos, etc.
Y los niños también deben ser protegidos en Siria del riesgo de ser detenidos, o de ser obligados a trabajar, etc. No deben ser reclutados por grupos armados. Y este peligro está presente en el territorio sirio para varios millones de niños.
La huida del país por esta guerra civil de casi cuatro millones de sirios, no debe extrañar a nadie, en vista de los horrores de este conflicto armado. Pero también las Naciones Unidas tienen la obligación moral de actuar e intervenir, para salvar la vida de millones de sirios, que se ven abandonados a su suerte. Ya que las agencias humanitarias no lo pueden resolver todo.
También los países del primer mundo, especialmente, Estados Unidos, y las potencias europeas deben implicarse, más a fondo, en la consecución de la paz, o en la paralización de la guerra en Siria. Empleando los medios que sean necesarios.
Y, mientras tanto, los países más poderosos, si aportan la ayuda alimentaria y médica que precisan los sirios, contribuirán, de un modo inestimable, a paliar, al menos, parte del enorme sufrimiento de la ciudadanía siria. Los testimonios y las imágenes que llegan de Siria son aterradoras e infernales. No pueden seguir horrorizándonos.
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