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Europa en manos de Irán

Los europeos han reaccionado de dos formas ante la disponibilidad económica del régimen iraní
Pedro de Hoyos
lunes, 1 de febrero de 2016, 08:04 h (CET)
Conozco varas personas de religión musulmana, todas ellas están perfectamente integradas, conocen y respetan nuestras costumbres y al mismo tiempo mantienen muchas de las suyas, velo incluido. Son personas absolutamente amables y cordiales, con las que es un auténtico placer encontrarse en cualquier lugar público, están muy lejos de aquello que nosotros llamamos islamista o integrista.

Sin embargo Hassan Rohani, presidente iraní, encabeza un régimen dictatorial e integrista, donde el salvajismo que supone lapidar a una mujer o ahorcar a un homosexual está tan bien visto y aceptado políticamente que forma parte de las prácticas del Estado. Este personaje y su régimen están llenos de posibilidades comerciales para Europa dadas las nuevas circunstancias internacionales, por lo que ha venido a darse un paseo paseo por la vieja Europa y ofrecer sus servicios.

Los europeos han reaccionado de dos formas ante la disponibilidad económica del régimen iraní. En Italia Mateo Renzi ha tenido a bien humillarse y tapar las estatuas desnudas que había al paso del jerarca extranjero, escondiendo su propia cultura milenaria, su tradición proveniente nada menos que de Roma y Grecia antiguas. Grandes cajas de madera encerraban importantes obras culturales de centenares de años, al modo que los más espantosos burkas ocultan los cuerpos de las escasas señoras que formaban parte de la delegación iraní. Todo, debieron pensar los italianos, sea por el dinero.

Llegado a Francia, el buen Hassan estaba invitado a cenar con el presidente de la república, pero lejos de aquello de "Donde fueres haz lo que vieres" quiso imponer una cena sin alcohol y con carne "halal". Y los señores franceses le dijeron que adiós muy buenas y que desde cuándo los invitados ponían las condiciones a sus anfitriones... y simplemente suprimieron la cena de gala. Hala, a cenar cada uno a su casa.

Entiendo que debamos ser respetuosos con nuestros invitados, es una elemental norma de cortesía, pero Europa debería preocuparse más de sí misma, de su propia posición, de su tradición, de su cultura, de su democracia y de sus propias normas centenarias e inclinarse menos ante aquellos que pretenden imponer su criterio, que no respetan los derechos humanos, que buscan hacernos agachar la cabeza ante sus propias tradiciones. Y en todo ello las raíces cristianas tienen una enorme importancia, son las que han permitido un desarrollo político, social, cultural y democrático que no existe en los países ajenos a ellas... Pero, ahora que lo pienso, ¿esto que Europa hace ante el iraní no es en definitiva lo mismo que hacemos ante saudíes y sus antidemocráticos procedimientos? ¿Y no nos inclinamos exactamente igual ante la dictadura china, esa que ahora en un arranque de magnanimidad, permite tener dos hijos?

Ah, no se me olvide citar, siquiera de paso, que estos iraníes nutren las arcas de Podemos. Además de preguntarme con qué intenciones unos invierten y los otros aceptan la inversión, conviene señalar que esta incongruencia disparatada y antidemocrática no importa a los democráticos votantes leninistas-bolivarianos, que la aceptan encantados.

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Cuando las jerigonzas se extienden en los ambientes modernos, las habladurías altisonantes no pasan de generar unas algarabías sin sentido. Los hechos repercuten en cada ciudadano, sin guardar relación con lo que se dice. Se consolida una distorsión de graves consecuencias, lejos de ser una rareza, se generaliza en la práctica diaria.

Como la lluvia fina que parece que no, pero cala hasta los huesos: el mensaje es claro, quieren que acabemos pensando que “lo que nos viene encima es irremediable”, que los recortes que van a dar en el Estado del bienestar de aquellos que todavía tienen la suerte de tener una nómina, son absolutamente necesarios.

 
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