Para este jueves 10/11 ha sido convocada una movilización contra los constantes intentos para derrocar al Gobierno constitucional.
Desde la misma noche del 6 de junio del 2021, en que Keiko Fujimori sabía que ella había perdido en las urnas, todos los medios, figuras y partidos que le apuntalaron llamaron a impedir que Castillo llegue a palacio. Cientos de oficiales en retiro, encabezados por el exdictador Morales Bermúdez y Jorge Montoya, hicieron un llamado a las FFAA para no permitir el recambio constitucional.
Propusieron que iban a hacer una marcha de un millón de almas, pero nunca han llegado ni al 1% de tal cantidad, ni siquiera en la que se jactaron de ser los reaccionarios del Perú el pasado sábado 5. Dentro del oficialismo la respuesta a esas presiones ha sido constantemente adaptarse a la derecha. Por ello han aceptando varias de sus recetas, su fuji-constitución, su monetarismo neoliberal y su sumisión a EEUU.
La represión con gases no es la solución, pues hace que la ultraderecha se victimice y hable de derechos humanos (cuando ellos desde el poder metieron bala ensangrentando varias protestas o haciendo ejecuciones extrajudiciales). La salida es hacer una mega-marcha de cientos de miles que les pare de raíz. Con ese tipo de acciones cayeron las dictaduras de Morales en 1980 y la de Fujimori en 2000. Con 1,5 millones marchando en el altiplano en diciembre, Evo desintegró los planes golpistas.
Para eso se requiere un gran frente único que, además, demande al Gobierno que se cumplan las palabras de maestro. El problema está en que los castillistas quieren que las movilizaciones sean de apoyo incondicional a su caudillo, los antauristas no quieren participar para nada en acciones impulsadas por los sindicatos obreros, y que PL solo quiere que sus miembros se concentren en conseguir puestos en el aparato estatal.
PL ha decidido burlarse de las movilizaciones golpistas, pedir que nadie haga marchas (ni siquiera los sectores populares contra los derrocadores), seguir haciendo pactos con el fujimorismo y buscar un entendimiento entre el Legislativo y el Ejecutivo, algo que lleve a más concesiones aún.
Una verdadera toma de Lima requiere marchas masivas desde el interior. Hoy hay quienes agitan esa demanda para que esta no se materialice y así desacrediten a la salida de las masas. Pese a todas los sabotajes internos que se dan dentro de las organizaciones sociales, es vital impulsar estas acciones directas, pues estas son las ÚNICAS vías para derrotar al golpismo y avanzar en ir a que se cumplan varias de las promesas sociales incumplidas.
|