¡Menuda pretensión esa de ser! Ser, querer ser o parecerlo, no sólo se trata de conceptos distintos; en sí, son conceptos de una complejidad manifiesta. Abordarlos con precisión no es una tarea accesible para las inteligencias al uso, se requerirían otros atributos. Parecer resulta más facilón, entrañable, ligado a las actuaciones habituales. Eso de ser forma parte de un conglomerado HETEROGÉNEO preñado de matizaciones de larguísimo alcance. La penetración en su significado exige el conocimiento del conjunto de sus componentes y funciones, y es mucho decir eso de haberlo logrado. El toque comedido aplaca las afirmaciones pretenciosas de insuficiente basamento, aunque tiendan a ocupar la dialéctica social.
Se puede admitir, sí, las cosas son como son, ¡complicadas! Dadas las muy limitadas habilidades a disposición de los supuestos observadores, se incrementan las dificultades para la adquisición de saberes rotundos. Escojamos dos conceptos indiscutibles de primeras, “hombre” y “mujer”.
Centrados en el cromosoma X y el Y, simplificamos la idea. Pero esa reducción, lejos de acercarnos a la realidad, nos distrae. La potencia funcional del cromosoma se prolonga en una serie de RAMIFICACIONES variables según el resto de conexiones durante su evolución. El misterio de sus orígenes permanece latente. Se añaden innumerables factores con extrañas repercusiones mentales o psicológicas. Se acumulan expresiones fuera de la nitidez inicial.
Detrás de cada fachada hay muchos tabiques, puertas y habitaciones. Los funcionamientos se declaran europeos, comunistas, cristianos, nacionalistas, democráticos o ecologistas; la declaración es fácil. Sin embargo, en un mismo apartado hallamos discordancias extremas, incluso contradicen al adjetivo elegido. Si los involucrados en esas asignaciones pudieran salir de sus tumbas en un alarde de sinceridad para corregir sus EPITAFIOS, al estilo del estupendo cuento de Guy de Maupassant, los renovados escritos serían sorprendentes, libres de las amaneradas apariencias. El trecho entre declaraciones, comportamientos y contenidos subyacentes se agranda por trayectos inverosímiles.
Son frecuentes las desviaciones interpretativas, también en los enfoques teóricos, porque deslizan matices dependientes de la personalidad del observador, en esa medida, ajenos a la esencia del concepto del ser. Se resumen en una serie de valoraciones PLURALES, carentes de capacidades absolutas, como todas. Las respuestas sencillas apenas se basan en algún dato concreto aislado, el cromosoma o cualquier otro; en ocasiones ni se centran en datos contrastados, son simplonas. Los presuntuosos reflejan unas ínfulas ridículas de su superioridad, aunque se adornen de parrafadas ampulosas. Encontramos interpretaciones enajenadas, rozan las meras alucinaciones alejadas de los conocimientos y estrambóticas.
Uno ya no sabe si es por comodidad, distracción o por necedad lamentable, pero son numerosos los practicantes de renuncias a gran parte de sus atributos personales. Como si sintieran miedo a poner sus cualidades en marcha, en cualquier caso, mostrándose indiferentes a ellas, sin sacarlas a relucir. Por el contrario, podemos detectar actuaciones acérrimas en las cuales estos sujetos se pliegan a organizaciones ajenas de diverso calado. Se definen por su PERTENENCIA a dichas entidades, sean partidos, sectas o instituciones; ellos son básicamente eso. Aunque se tratara de controladores magníficos, nunca justifican la fragmentación de la persona, la disgregan. Difuminan las responsabilidades con el riesgo de peligrosos abusos.
A través de intensos estudios se intentó penetrar en ese profundo misterio de lo que somos, en la superficie y en el fondo; con la certeza de haber planeado apenas en los aledaños. Son ilustrativos los espléndidos avances neurocientíficos, tanto en relación con los funcionamientos de las neuronas, como por las imágenes obtenidas con las técnicas modernas. Aún con las novedosas aportaciones, se impone la humilde connotación de los hallazgos. Lejos de descubrir los perfiles de la COMPLEJIDAD, vienen a incrementar sus dimensiones debido a los horizontes avizorados. Nos recalcan el terco sino aventurero de esa búsqueda, ilusionados, con esperanzas inusitadas, pero sabedores al fin de la meta inalcanzable.
Quizá enfocamos el conocimiento y el comportamiento del ser como el de un ente excesivamente particular, individual e independiente, al menos, eso se refleja en la mayor parte de los pronunciamientos de los aplicados estudiosos. Ese puede ser el gran error básico, considerarlo con una supuesta autonomía, no sólo sin demostrarla, sino forjada a base sobre todo de incógnitas. La raigambre incierta en las profundidades cósmicas, los procesos internos de su realidad, así como los intercambios con los demás seres, constituyen un ENSAMBLAJE entre continuas modificaciones. Sus pretendidas ramificaciones están en realidad dentro de su auténtico núcleo, en el cual causas y efectos forman parte de su vitalismo existencial.
Las elucubraciones dejadas a su curso libre pueden llegar a ser desaforadas y por lo tanto carentes de sentido real; transforman la filosofía en meras fantasías y las hipótesis científicas en caprichosos decires. Para acercarnos al conocimiento de nosotros mismos hemos de bajar el tono, atendiendo a la percepción de las experiencias cotidianas. El ser como ente y cada ser en particular aportan una serie de manifestaciones, en una serie de MOSTRACIONES inmediatas. Las intuiciones y pretendidas revelaciones se evaden por otras esferas. Las carencias y limitaciones son evidentes e importantes, pero no disponemos de mejores elementos para los enjuiciamientos. El imperativo exige adaptarnos a estas condiciones.
En esto de las mostraciones se pierde el alcance de las mismas, sus repercusiones se extienden hasta lo imprevisible. Es lógico si tenemos en cuenta tantas relaciones complejas en todos los órdenes. La cuota de capacidad decisoria de cada sujeto entraña la responsabilidad correspondiente. Los efectos producidos por las sucesivas actuaciones son difíciles de calibrar en su totalidad. En todo caso, suelen apreciarse sobre todo en dirección centrífuga, según lo provocado alrededor. Pero no conviene dejar de lado las consecuencias CENTRÍPETAS originadas de cara al interior de los actuantes. El bucle autoalimentado surge entre ambas direcciones. El actor no queda liberado de las consecuencias.
Ni los más presuntuosos conocen bien sus entretelas. Otra cosa es su huida hacia delante, agarrados a las sensaciones inmediatas sin excesivos miramientos. La ATENCIÓN prestada a su propia condición modelará las posibles adaptaciones de sus actuaciones futuras. El cómo se desarrollen dichas acciones marcará el carácter primordial de esa persona y sus relaciones con el mundo en general.
No pueden entenderse los esquemas demasiado rígidos, la quietud es imposible en esta presencia multifactorial con la cual nos desenvolvemos. La buena ORQUESTACIÓN del conjunto de factores participantes exige cualidades para engarzar los razonamientos, con los datos obtenidos y el resto de sensibilidades; sin perder de vista los hallazgos novedosos, renovando las consideraciones.
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