Nepote, Pisístrato, Meritxell Batet, Irene Montero y Pablo Iglesias en la pluma de Arcadi Espada en el diario El Mundo de hoy. Artículo trabajado a cuenta de la ministra de Igualdad y lo que hizo. Es casi bueno y vale para disfrutar de una prosa en algún momento exquisita. Puede justificarse o rechazarse porque se pierde en asuntos personales y no atiende a lo que importa. Pero sin entrar en él, yendo al meollo del asunto que soslaya, hay algo injustificable que afecta a la sociedad que tenemos, molesta y da asco: el insulto desde la bancada azul.
Se pasa por alto el insulto, en sede parlamentaria y con pretensión de definición, de la ministra de Igualdad que irritada y sin respeto a su cargo y al lugar, espetó “banda de fascistas”. Escupido o dicho, iba dirigido a diputados nacionales. Para algunos, dignos del respeto y consideración que merecen todos los miembros de las Cortes Generales españolas; para otros, acaso no. Pero en ambos casos, el insulto ‘banda de fascista’ menoscaba el empleo por delegación del diputado; amplia el eco contra todos los que en uso de su derecho constitucional votan en elecciones; y ataca un sistema de convivencia, el nuestro, que, por lo que no toca, todos debemos conservar y defender: Presidenta del Congreso de los Diputados (Batet), articulista (Arcadi Espada), ministra de Igualdad (Irene Montero), los que estaban en el hemiciclo del Congreso cuando ocurrió y los que no estuvimos. Arcadi Espada y Meritxell Batet, en ese orden o cambiado, articulista y tercera autoridad del Estado, ¡cachi en docemildós, qué parejas salen cuando una ministra insulta!, los dos hicieron lo mismo. Próxima la ministra insultante a un lagrimeo que no disculpa nada ni da forma a algo que interese, Batet y Espada, monta tanto, tanto montan, si es que montan algo aunque no monten lo que deban, se dejaron llevar por una simpleza estúpida para no entrar en lo que importa. Hay que criticar el nepotismo en todas la instituciones del Estado, defender la honra y vida privada de todos, ministra y familia incluidas, por supuesto, pero antes, mucho antes en importancia aunque entrambos dos no lo tuvieran en cuenta en las Cortes y en el diario El Mundo, va la decencia y respeto a las Cámaras Legislativas españolas, a los miembros de ellas y a toda la sociedad. Pero la presidenta Batet falló, debió pedir a la ministra de Igualdad que retirara el improperio ‘banda de fascistas’ o, en su defecto si lo hubiera, ordenar la tacha y supresión del dicterio del Diario de Sesiones del Congreso de los Diputados. Arcadi Espada, por su parte, se extravió en la arena, que anula la cal de su prosa, y chafó lo que pudo ser, y no es, un buen trabajo al escribir sobre el exceso y atropello que apareció en la tribuna pública del Congreso de los Diputados en boca de la ministra de Igualdad.
Con más benevolencia que justicia y equidad, podrían separarse los afectados por el insulto despectivo ‘banda de fascistas’ con mohines, llantos, aspavientos y todo lo que es ajeno. Con injurias o sin ellas, en el Diario de Sesiones y en los medios que los han transcrito y publicado, sean los que sean los injuriados y se sientan como sientan, no es lógico ni razonable hacer distingos para separar a nadie de lo que es algo más que el camelo de una inconveniencia. En consecuencia, porque es de justicia y bueno para la democracia que disfrutamos, siquiera sea como ejemplo a tener en cuenta para corregir, merecen estar en la misma frase y agrupados Meritxell Batet, Arcadi Espada, nepotes y fascistas.
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