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No salgo de mi asombro cuando quien está resucitando el franquismo es la izquierda española, pero lo más preocupante, y quizás inverosímil, es que esta izquierda aprovecha la más mínima ocasión para tildar de franquistas a los que no pensamos como ellos.
No todo es fascismo. Hay fascismos puntuales o coyunturales que se abren paso en la vida cotidiana y personal y fascismos alentados por regímenes dictatoriales y también por estados de bella fachada democrática. Por tanto, no cabe decir que el fascismo sea un concepto genuino, unforme y acabado: se va haciendo y adaptándose a diferentes contextos sociales, políticos y culturales.
Al Partido Popular le gusta jugar con fuego con amistades tan peligrosas como la extrema derecha. Ya lo hizo Rita Barberà, antes tratada por los suyos como una apestada y ahora rehabilitada, honrada y homenajeada por su fiel discípula la alcaldesa Català.
Lo que fascina rompe la monotonía de la rutina cotidiana y atrae de manera irresistible. Lo monstruoso se transforma en algo extraordinario o fantástico. Los liderazgos fascistas se nutren, más allá de razones sociológicas y de la singularidad de cada contexto histórico, de la fascinación de las masas. Lo fascinante, con unas gotas de horror pánico y miedo escénico, engancha de modo casi invencible.
Creemos por defecto que doctrinas políticas como el fascismo o el comunismo son de natural antagónicas, y erramos de pleno. Nótese el “por defecto”, y se entenderá mejor mi aseveración. Solo necesitamos repasar las características de una y otra propuesta de poder para percatarnos de que en esencia se nutren de los mismos principios y deseos: el control absoluto de la ciudadanía por parte del Estado.
Escribió Walter Benjamín que lo hecho nunca está definitivamente hecho y que, por tanto, lo peor puede volver. Desde hace tiempo, comprobamos que es así: los partidos de una extrema derecha que creíamos desparecida, o al menos reducida a la mínima expresión desde hace décadas, vuelven a tener influencia política decisiva, e incluso gobiernan en algunos países de gran relevancia.
Es bien sabido que Largo (estuquista metido a político) rechazó el ofrecimiento de Primo para formar parte de su Gobierno, por no comulgar aquel con regímenes dictatoriales. Como sabido es que don Francisco siempre fue hombre cauteloso y poco amigo de arengas belicistas: era Gandhi un revoltoso a su lado.
Las últimas elecciones en la Comunidad Valenciana y otros lugares llevaron al PP a un matrimonio de conveniencia con la extrema derecha. A partir de ese momento en el País Valenciano, una vez la derecha extrema y la extrema derecha llegaron al poder se abrieron batallas que dormían hace años en el cajón del olvido.
Los miembros del “segmento de plata” hemos vivido la mayor parte de nuestra vida ajenos a ese odio visceral, que nos ha convertido a los españoles en los últimos tiempos, casi sin quererlo, en una suerte de bandos enfrentados radicalmente. Los primeros treinta años de mi vida se han desarrollado en un ambiente de búsqueda de progreso, de mejora en las condiciones de vida y de una libertad bastante aceptable.
Desde las Corts valencianas nos llega una amenaza preñada de odio de parte de su presidenta, Llanos Massó, ultracatólica y antiabortista militante de VOX, que ha aceptado a trámite una Iniciativa Legislativa Popular presentada por Juan García Sentandreu, conocido militante de la extrema derecha española.
«Nadie tiene intención de construir un muro en Berlín», esas fueron las palabras que pronunció Walter Ulbricht, jefe de Estado de la República Democrática Alemana (RDA), solo un mes antes de ordenar la construcción del «telón de acero», dividiendo, de la noche a la mañana, familias enteras entre una zona del Berlín occidental con el Berlín oriental.
Es la última etapa. Todos a sus destinos personales. Cada uno con la conciencia del deber cumplido. Aclaremos... El deber cumplido puede que unos lo lleven en monedas; esas que se cobran agachando la cabeza o, como vulgarmente se dice, “la testuz”. Otros volverán pensando lo que han hecho mal y enfadados por el posible perjuicio que vayan a tener sus equipos.
Durante las dos últimas legislaturas la ignorancia en materia lingüística de una parte de las autoridades e instituciones valencianas parecía haber desaparecido, pero, pasados ocho años en los que en esta materia parecía reinar la paz, han resurgido los batallones de filólogos aficionados, amparados por los nuevos inquilinos de la Generalitat y algunos ayuntamientos valencianos para constituirse en vigilantes de la ortodoxia secesionista idiomática.
Me causa una entrañable y cálida nostalgia la lectura solitaria de aquellos teóricos magníficos de la denominada “izquierda nacional” que abundaban en los años sesenta y setenta, cuyos libros nos despertaban las pasiones más alegres y nos iluminaban respecto de las contradicciones fundamentales de un país semicolonial.
Esta semana, en lo que constituye un hecho histórico, Donald Trump se convirtió en el primer presidente de Estados Unidos en ser acusado formalmente de cargos penales. El expresidente se declaró inocente de 34 cargos relacionados con la falsificación de registros comerciales. Sin embargo, Trump aún no ha sido imputado por el delito mucho más grave de incitar una insurrección e intentar revocar los resultados de las elecciones presidenciales de 2020 en Estados Unidos.
Acabamos de entrar en un año en el que a finales de Mayo tendremos elecciones municipales y, también en algunas CC.AA elecciones autonómicas, y nada más comenzar el año los cascos del caballo del fascismo ya están resonando por Europa y América.
Generalmente la bandera de un país suele tener como objetivo acoger entre sus pliegues a los ciudadanos de ese país, a todo aquel que se sienta identificado con sus colores y valores sin importar la ideología que profesen. Pero desde hace algún tiempo la bandera rojigualda ha sido secuestrada por las fuerzas más reaccionarias de España.
Nepote, Pisístrato, Meritxell Batet, Irene Montero y Pablo Iglesias en la pluma de Arcadi Espada en el diario El Mundo de hoy. Artículo trabajado a cuenta de la ministra de Igualdad y lo que hizo. Es casi bueno y vale para disfrutar de una prosa en algún momento exquisita. Puede justificarse o rechazarse porque se pierde en asuntos personales y no atiende a lo que importa.
“Para encarar bien las demandas ciudadanas es necesario detectar los problemas sin negarlos ni esconderlos. Así se llega a un diagnóstico real, por crudo o crítico que sea, y se encaran las soluciones con humildad para corregir las políticas desacertadas. Esta sería la política ideal que la gente entendería. Lamentablemente no estamos en este punto".
Se cumple un siglo desde que el Partido Nacional Fascista de Benito Mussolini capturó el poder en Italia. El 27-29 de octubre de 1922, unos 30 mil uniformados con camisas negras y poco armados marcharon sobre Roma, lo cual produjo la caída del Gobierno y que Mussolini sea declarado Primer Ministro del Rey Víctor Manuel III para que, desde esa posición, cierre el Parlamento, proscriba a la oposición y cree un Estado corporativo y totalitario.
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