Generalmente la bandera de un país suele tener como objetivo acoger entre sus pliegues a los ciudadanos de ese país, a todo aquel que se sienta identificado con sus colores y valores sin importar la ideología que profesen. Pero desde hace algún tiempo la bandera rojigualda ha sido secuestrada por las fuerzas más reaccionarias de España, en ella se envuelve el fascismo acogido en un partido, VOX, que juega peligrosamente con la democracia, también los elementos fascistas que van por libre, también ondean sus colores partidos y partiditos extraparlamentarios, e, incluso se amparan en los colores rojo y amarillo los militantes y simpatizantes de la derecha extrema, es decir el Partido Popular. Y lo que ven hacer a sus mayores lo hacen los cachorros de la extrema derecha, de tal palo tal astilla.
Estos días de exaltación patriótica por los siete goles de la “roja” se han producido algunos altercados que demuestran que futbol y política siempre han ido de la mano. Elementos de la extrema derecha siempre han coqueteado con el futbol, especialmente desde la llegada de la democracia a España, llámense “yomus” en Valencia o “boixos nois” en Barcelona, o “Ultra Sur” y “Frente Atlético” en Madrid, todos los equipos tienen sus ultras, más de una vez protegidos por la directiva de los clubs.
Y en este ambiente, viril, futbolero y ultra, estos días con la excusa del Campeonato Mundial de Fútbol en Qatar, “el Campeonato de la Vergüenza", en la ciudad de Palma se ha producido un incidente que ha hecho vibrar de odio a los jóvenes cachorros de la extrema derecha de la ciudad y a los medios de comunicación españoles más escorados a la extrema derecha, la Brunete Mediática ha salido en tromba con sus mentiras habituales acusando a la profesora de catalán del Colegio La Salle de haber quitado del aula en la que daba clase una bandera española.
Nada más lejos de la realidad. El claustro del colegio había acordado que en las aulas tan sólo se exhibirían banderas españolas el día que jugase la “roja”, la selección española. El viernes, día que ocurrieron los hechos, la selección que dirige Luís Enrique no tenia partido, por tanto sobraban las enseñas patrias en el aula. Y la profesora pidió que, cumpliendo el acuerdo claustral, las retiraran.
Los alumnos se negaron y, ante la imposibilidad de seguir dando la clase esta se suspendió y la dirección envió los alumnos a sus casas hasta el lunes. De forma inmediata la prensa más de ultraderecha de Madrid tergiversó la realidad y acusó a la profesora de quitar de las paredes del aula la bandera española. Inmediatamente desde twiter se puso en marcha una campaña para denigrar, insultar y amenazar de muerte a la profesora de catalán, unas veces los amenazantes, seguros de su impunidad, con nombre y apellidos y otras desde la cobardía del anonimato llegando a publicar fotos de la hija de la profesora junto con amenazas de muerte.
Envueltos en la bandera estos cachorros del fascismo se crecen ante la segura impunidad, lo mismo que lo hicieron los que desde un Colegio Mayor en Madrid llamaron putas a sus vecinas colegiales y universitarias. La extrema derecha, el fascismo cotidiano, se está creciendo porque nadie les para los pies, la Fiscalía mira, generalmente, hacia otro lado, los jueces, algunos, dictan sentencias cuyas condenas mueven a la risa y la rabia, y lo más grave y peligroso es que tanto los universitarios de Madrid como los alevines chulos, ignorantes y prepotentes de La Salle de Palma un día, algunos de ellos, serán parte de esa elite del poder y los negocios, y su comportamiento no habrá mejorado, serán los mismos ultraderechistas que son ahora, pero con poder de decisión. Y ese es el peligro.
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