Las últimas elecciones en la Comunidad Valenciana y otros lugares llevaron al PP a un matrimonio de conveniencia con la extrema derecha. A partir de ese momento en el País Valenciano, una vez la derecha extrema y la extrema derecha llegaron al poder se abrieron batallas que dormían hace años en el cajón del olvido. Los seguidores del franquismo vendían caros sus votos al PP, y éste los compraba sin regatear el precio, más o menos iban a poder hacer la política que les gusta, la del PP, sin ensuciarse, y pudiendo echar las culpas a VOX, que tienen las espaldas muy anchas.
Como aperitivo empezaron censurando acentos y revistas infantiles, y siguieron negando ayuda económica a las instituciones que tengan la osadía de hablar catalán o citar la Comunidad Valenciana con su histórico nombre de País Valencià. En su concepto de “concordia” no cabe el nombre de Guillerm Agulló, asesinado por un militante de extrema derecha. Tranquilamente se han pasado por la entrepierna la normativa y los consejos de la Academia Valenciana de la Lengua lanzándose en brazos del secesionismo lingüístico. Crean cursos para enseñar a “embolar” (poner bolas de brea, que luego se encenderán, en las astas de la bestia) toros, y el inquilino de Campanar quiere adiestrar a niños en el noble arte de los toros en la calle haciéndolos correr por las calles del Carme delante de unos trastos taurinos arrastrados por los padres. ¿Cuál será la próxima? vestirlos de legionarios y hacerles cantar “soy el novio de la muerte”?
Y mientras entretienen al personal con todas estas cosas que al PP hace años que le permiten ordeñar votos, ellos, los de VOX, van haciendo en la Comunidad Valenciana lo que ya han hecho en Aragón y Castilla-León, van reinventando la historia para enaltecer al franquismo, que les es tan grato, derogando las leyes de memoria histórica, implantando unas leyes de “concordia” que más que de concordia son loas a la dictadura franquista. Los departamentos de Historia Moderna de las universidades públicas del País Valenciano ya han dicho que se trata de un “nacionalismo rancio, sin sentido crítico, que demoniza a la República y silencia los crímenes del franquismo”.
También tres relatores de la ONU, dicen en un informe que esta iniciativa legislativa “invisibiliza a las grandes violaciones de Derechos Humanos del régimen dictatorial del franquismo al que evita condenar”. Inmediatamente Mazónha negado la mayor con la excusa de que este informe no es ninguna ley y que a la Generalitat no les ha llegado ninguna notificación. Una vez más la derecha, de la mano de la extrema derecha, ha puesto el nombre del País Valencià en el mundo, esta vez contra las opiniones de las tres Universidades públicas valencianas y de varios historiadores serios. Pero en ir contra las corrientes científicas ya tienen una cierta experiencia, hace tiempo que están apuntados a negar la unidad del catalán, incluso en contra de la Real Academia de la Lengua Española y las cátedras universitarias especializadas, y no les molesta negar la historia si con ello pueden seguir calentando los cómodos escaños del poder.
Cuando escriben “concordia” en su ley quieren decir “odio”. Odian, además de la lengua del País, todo lo que pueda recordarles que ahora mismo vivimos en una democracia, aunque a algunos les coja dolor de barriga al leer esta palabra. La concordia es un estado de armonía, aquí, en ellos, el PP y VOX, la concordia es un “calumnia”, una imposición de la España rancia, ignorante y vengativa del neofascismo.
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