Durante las dos últimas legislaturas la ignorancia en materia lingüística de una parte de las autoridades e instituciones valencianas parecía haber desaparecido, pero, pasados ocho años en los que en esta materia parecía reinar la paz, han resurgido con nuevos bríos los batallones de filólogos aficionados, amparados por los nuevos inquilinos de la Generalitat y algunos ayuntamientos valencianos para constituirse en vigilantes de la ortodoxia secesionista idiomática.
Contra el saber, conocimiento y prestigio universitario, e, incluso, contra la opinión de la Academia Valenciana de la Lengua, la única autoridad en materia lingüística reconocida por la legislación autonómica, las autoridades que han tomado el poder tras las nuevas elecciones se empeñan en atacar la unidad del idioma mediante la defensa de una lengua valenciana diferente del catalán, los defensores del secesionismo lingüístico lo hacen siempre en castellano porque no hablan ni en privado ni en público la lengua que dicen defender, y si alguna vez se les escapa alguna palabra en valenciano hacen como la alcaldesa Català y piden perdón por tener un lapsus lingüístico olvidando el castellano, preceptivo estos últimos meses, entre los políticos institucionales del PP y VOX.
Censuran y expulsan de las estanterías de las bibliotecas revistas y libros por estar escritos en catalán, borran del Auditorio de Torrent el nombre de luchadores por el valenciano como Vicent Torrent, favorecen el retorno a las calles de espectáculos donde reina el maltrato animal, como los toros embolados y las vaquillas, no sería extraño ver una noche corriendo por la calle Cavallers de València un toro con los cuernos encendidos. Y más, señora y más, como cantaba Ovidi, eliminan de la plaza del Ayuntamiento de Valencia el monumento recordatorio del movimiento del 15-M. En los cuatro años que les quedan de legislatura todavía veremos fechorías más grandes protagonizadas por este matrimonio de conveniencia que forman la derecha extrema, el PP, y la extrema derecha, VOX.
El pasado 9 de octubre en su cuenta de Facebook el cantant Pep Gimeno “Botifarra” escribía “pienso que ya podría ser un poco más fácil ser valenciano, ¡cojones!” Y, sí, tendría que ser más fácil ser valenciano y vivir como valenciano, nos hemos pasado siglos pidiendo perdón por ejercer de valencianos, por hablar valenciano, nuestra forma de hablar la lengua común con Catalunya, les Illes, Andorra, la Franja, la Catalunya Nord y Alguer. Hemos sufrido y todavía estamos sufriendo médicos que no atienden al enfermo si éste les habla en valenciano, camareros a quienes si pides un “tallat” te miran como si fueras un marciano y dicen que “en español”, o te echan del bar, policías que te pueden aplicar la ley "mordaza" sólo por contestarles en tu lengua. Y todo esto ocurre sin que la mayoría de valencianos se den cuenta que tenemos todo el derecho a utilizar nuestra lengua sin tener que pedir permiso a nadie ni bajar la cabeza por hacerlo.
La guinda del pastel nos llegó hace unos días de la mano del portavoz de VOX al Ayuntamiento de Valencia que, durante el transcurso de una rueda de prensa, tapó la tilde del nombre de la ciudad con una pequeña bandera española, no tuvo ni siquiera el detalla de hacerlo con una senyera, amb blau, naturalmente, Juan Manuel Badenas, el representante de Abascal en el ayuntamiento valenciano, le decía a la alcaldesa Català que lo que hay que eliminar son los acentos, sean abiertos o cerrados, y escribir el nombre de la ciudad sin acento alguno, simplemente en español. La alcaldesa creía que si pagaba un buen sueldo a los de VOX, 70.000 euros anuales, estos serían “escolanets d'amén” y acatarían sus órdenes sin protestar. Pero a Català le salió mal la jugada y la extrema derecha quería más y más, quería gobernar, como ya hacen en la Generalitat, y le enviaron un aviso votando junto a la oposición una propuesta de alcaldía, y amenazando con no votar favorablemente los presupuestos si Català no se avenía a sus exigencias.
Y lo han conseguido, el fascismo ya gobierna en el Ayuntamiento de la capital del País Valencià, como también lo hace en la Generalitat. Vuelven los años grises a la ciudad de València y la gran pregunta es: ¿quién se comerá a quién? ¿Conseguirá el PP merendarse a VOX, como ya hizo Rita Barberà con Unión Valenciana? Al fin y al cabo no existen diferencias ideológicas entre ellos, todos vienen del franquismo.
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