A los niños valencianos cuando hacíamos alguna travesura las madres y abuelas nos amenazaban con el butoni o el greixer, a uno lo imaginábamos como un personaje malcarado y endemoniado que frecuentaba la huerta, y el otro nos hacían creer que era un criminal que secuestraba a los niños para dejarlos sin sangre con la que hacía salchichones y morcillas. Y por si no teníamos suficiente con la amenaza de ser secuestrados por misteriosas criaturas malévolas, los sacerdotes se añadían al festival del miedo con la amenaza del infernal fuego eterno si dejábamos de caminar por la senda de la virtud. Aún no sé cómo toda una generación no hemos terminado carne de psiquiatra.
Ahora, después de tantos años, desde las Corts valencianas nos llega una amenaza preñada de odio de parte de su presidenta, Llanos Massó, ultracatólica y antiabortista militante de VOX, que ha aceptado a trámite una Iniciativa Legislativa Popular presentada por Juan García Sentandreu, conocido militante de la extrema derecha española. En esta ILP se pide la aprobación por las Cortes valencianas de una ley de «defensa de las señas de la identidad valenciana». Detrás de esta iniciativa están el odio, la ignorancia y la mala fe de quienes querrían un País Valencià y unos valencianos genuflexos, y como dice el himno «ofrendar nuevas glorias a España». Esta gente, como decía el poeta Machado «desprecia cuanto ignora», las certezas científicas, el criterio de las universidades e, incluso, el de la Academia Valenciana de la Lengua, creada por uno de los suyos, Eduardo Zaplana, con el propósito de acabar con la llamada “Batalla de València” La ignorancia de algunos de los vividores de la política no tiene límite. Algunos, como el torero Conseller de Cultura, incluso se jactan públicamente de su desconocimiento de la cultura del País donde viven, demostrando con ello que el País Valencià les importa un bledo.
Entre otras cosas quieren borrar de los diccionarios y del lenguaje la denominación País Valencià. En el sueldo de los políticos está el conocer las leyes, especialmente en los valencianos el Estatuto de Autonomía, y a la vista de la rapidez con la que la Presidenta de Les Corts ha aceptado un texto donde se pide la prohibición de la denominación País Valencià y castigos para quienes la usan, estoy convencido que Llanos Massó no se ha mirado ni la portada de la màs importante ley valenciana. Le recuerdo que en el segundo párrafo de su preámbulo se dice que «la tradición valenciana proveniente del histórico Reino de Valencia se encontró con la concepción moderna del País Valenciano» Vaya, qué sorpresa para los «ofrendadores de glorias», Valencia con acento y País Valencià. ¿Qué vamos a hacer, borraremos el preámbulo por «catalanista»?
Durante la discusión del Estatut el lermismo en cada colada pierde una sábana. Por miedo a la derecha y a perder votos claudicaron tanto que incluso dejaron a los valencianos huérfanos de un nombre digno para nuestra tierra y nos convirtieron en «comuneros» de una Comunidad Valenciana inventada por Emilio Attard, que ante la discusión entre País y Reino lanzó sobre la mesa este nombre que no convenció a nadie. Reino ya había uno, el «reino de España» y no podía haber otro que le pueda hacer sombra. Y desde la derecha se esparció que lo de País era un invento de los «catalanistas» para ir haciendo camino hacia unos «Països Catalans» que siempre han sido un buen comodín electoral para las derechas valencianas. La ignorancia, o la mala fe, olvidaron que el término País Valencià no sólo viene de los tiempos de la República sino que buscando textos antiguos vemos que el término tambien ha sido utilizado por el mundo fallero, nada sospechoso de poca valencianía, que durante el franquismo premiaron a varios personajes con el título de «Coloso del País Valenciano».
Que desde la extrema derecha quieran penalizar el término País Valencià, su particular butoni, pidiendo que se acuse de delito de odio a aquellos que lo utilizamos es una prueba más de que al fascismo le dan miedo las palabras.
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