No me imagino al torpe, mentiroso y fantasioso, Pedro «Antonio» Sánchez, disolviendo el Congreso de los diputados para que no pudiera llevar a cabo la oposición una moción de censura. ¿Se imaginan a Sordo y a Álvarez cerrando sus «burdeles» sindicales para que no pudiera dirigirlos otro dirigente? Pues, ni corto ni perezoso es lo que ha hecho el corrompido presidente de Perú, Pedro Castillo, unas horas antes del debate de la «moción de vacancia» (sic) en un claro golpe de Estado. Además decretó un toque de queda para que no se moviera ni el apuntador.
No es fácil entender la torpeza con la que ha actuado el presidente peruano, como no es fácil entender esa pinta de cuatrero con ridículo sombrero presidencial, por mucho que los medios afines digan que es la propia imagen de un maestro rural de Perú. Yo creo que esos medios aduladores, tan propios de la izquierda falseada, falseadora y falsificada, lo han confundido con el maestro Ciruela, que no sabía leer y montó escuela.
Pedro Castillo ha dado muchas pruebas de una inmadurez inapropiada para un dirigente político: no hace mucho preguntaban a Castillo qué era un monopolio para él y fue incapaz de explicarlo. Pero lo peor de todo es que cuanto dijo estaba muy alejado de la realidad; es más, la nefasta explicación la llevó por los derroteros comunistas de la mafia a la que pertenece, que es como hace esta gente envenenada de odio, con elevada malformación intelectual e ideología desviada de los cauces lógicos del sensato liberalismo moderno.
En cierto modo me ha recordado a Yolanda Díaz, la «Varufakis» comunista y vicepresidenta segunda del Gobierno de España que, recién nombrada ministra de Trabajo, fue preguntada por los ERTE y, la indigente intelectual que ha demostrado ser, no fue capaz de dar una explicación coherente. Demostró una didáctica cero, un cero en lógica y un menos uno en conocimiento laboral, por mucho que su currículum diga que ha estudiado Derecho y falsificado tres másteres. Menos mal que alguien debió de explicarle esa misma tarde que los ERTE los planificó, estructuró y desarrolló su antecesora en el Ministerio de Empleo del Partido Popular, Fátima Báñez, y quedaron integrados en el Estatuto de los Trabajadores.
Estos expertos en estratagemas rutinarias del comunismo barato, pero apegado a sus hábitos y costumbres, no dudan en tirar por la calle del medio, que no siempre es la mejor. No se le ocurrió otra insensatez que instaurar un Gobierno de emergencia nacional, momentos antes del debate de la «moción de vacancia», que viene a ser la sentencia de destitución que le apartaba de la Jefatura del Estado. Tampoco contaba con que el ejército le iba a hacer la peineta y la Policía se iba a rebelar contra la demostrada corrupción que venía cometiendo la mafia narco-asesina del comunismo peruano.
Estos izquierdosos no tienen recorrido sensato. Todo lo que sea su destitución es un atentado o un golpe de Estado, pero si son ellos quienes lo cometen es un acto social, solidario con la democracia y necesario para la convivencia. No dudan en usar un lenguaje suave sobre intenciones que no aspiran ni piensan cumplir. Lobos con piel de cordero. Y doy fe que nuestro mentiroso y plagiador presidente, «Antonio» Sánchez Castrejón, está cortado por ese mismo patrón, al igual que sus primos carnales, los comunistas de Podemos, quienes, dicho sea de paso, se han puesto del lado del corruptor y corrompido, Pedro Castillo, como lo hacen siempre que pueden con Nicolás (In)Maduro, Petro (apenas cuatro días en el poder y ya está cercado por la falsedad, el incumplimiento y la corrupción) Cristina Kirchner (inhabilitada perpetua y condenada a prisión) y un largo etcétera de dictadorzuelos a quienes les tiembla la voz y los sentidos cada vez que se ven fuera del poder.
Estoy seguro de que a Pedro Castillo le entraron sudores bajo el sombrero de cuatrero ridículo y comunista rural cuando comprobó que estaba más solo que la una. Las renuncias masivas de su gabinete han sido el resultado de temores fundados a ser encarcelados y acusados de corrupción y alta traición. De momento ya los acusaron de sediciosos, mucho más grave que la sedición en España, confundida por algunos jueces cuando tenía todos los ingredientes, menos el uso de armas, para ser rebelión en toda regla.
Ya quisiéramos tener en España una Judicatura fuerte y sensata como lo ha demostrado la peruana. Allí los jueces dan la cara ante los gobernantes, aquí se esconden, aunque vuelcan la ley en «roba-gallinas» y poco más. Ni siquiera demuestran la entereza de enfrentarse por dignidad con el «Ministerio de Violadores» ni con la «ministra de violaciones».
Con lo que no contaba Pedro Castillo era con la traición de su propia gente. Ahí tienen a Dina Boluarte, vicepresidenta peruana, quien no dudó en declarar los hechos cometidos por Castillo como golpe de Estado, al mismo tiempo que el canciller, César Landa, presentó su renuncia y convocó a la comunidad internacional. El principal objetivo era el «re-encauzamiento democrático de Perú».
Vamos a ver por dónde sale la atrofiada e insensata izquierda y la extrema izquierda a la española. Sin duda podremos mofarnos de los razonamientos y con los calificativos, sustantivaciones y descalificativos con los que dirán que es una traición y un golpe de Estado de los «jueces fascistas» y del imperialismo americano. No obstante, doy fe de que no hay justificaciones posibles para ponerse del lado del corrompido maestro Ciruela que es Pedro Castillo.
Y no los hay por los siguientes motivos: el cierre del Parlamento y formación de Gobierno de emergencia nacional era un atropello y un atentado a la democracia, incluso el asesinato de la convivencia en Perú; la innecesaria formación de un Gobierno de excepción era una vulgaridad antidemocrática y de aguante en el poder; la brutal ruptura del orden constitucional era una clara rebelión e invitación a la represión, al intentar gobernar por decreto-ley; Castillo decidió disolver el Parlamento peruano sin el apoyo expreso y necesario del canciller Landa, con lo que se saltaba la Constitución y se convertía en autócrata y dictador ocasional. Pero hay más. Lo dejamos para otro momento.
A ver cuánto dura la exvicepresidenta, Dina Boluarte, que lo quiera o no será asociada al corrompido Pedro Castillo. Eso si no le pilla la artesa de la corrupción porque los comunistas enseguida se ponen de perfil para la traición y la asunción del poder. Boluarte está muy marchada y lleva mucha mierda encima, presuntas muertes incluidas, tiene investigaciones en curso y un expediente turbio y turbulento.
Quiero ver qué sucede en España cuando deje el poder el mentiroso presidente (recurrirá traiciones, tretas y chantajes antes de marcharse) y por dónde encauzan la desdicha tanto varios miembros del actual Gobierno del sector socialista como el «Ministerio de Violaciones» y la «ministra de violadores», tan agasajada por estos con ramos de flores y tarjetas de felicitación.
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