La Navidad coincidiendo con las vacaciones escolares, es la época en la que las familias, tradicionalmente, se reúnen, es momento de viajes, desplazamientos a casa de familiares y amigos y de pasar noches fuera de casa. Sin embargo, las familias de los niños que sufren enuresis pueden ver trastocadas sus vacaciones por el trastorno que padecen sus hijos.
Dado que la enuresis afecta “en torno a un 10% de niños de más de 5 años y alrededor del 5 % en niños de 10 años. En la adolescencia estaríamos hablando acerca del 3% y, en ocasiones, persiste durante la etapa adulta”, según indica la Dra. Almudena Sánchez, pediatra del CAP Les Hortes de Barcelona. Hay familias que no pueden desplazarse y pernoctar fuera de casa, pues sus hijos no quieren que se conozca su enfermedad. Así, lo que debería ser un momento agradable en familia, se convierte en motivo de preocupación y sufrimiento para todos.
Un trastorno involuntario por el que no se debe culpar al niño
Los niños sufren por sus escapes nocturnos y su entorno, también, lo pasa mal por ellos. Mojar la cama se afronta, aún en muchos casos, como un tema tabú y no todos los padres o niños son capaces de hablar, abiertamente, de los escapes. Dicha situación, no tiene sentido si se asume que se trata de un problema fisiológico, absolutamente, ajeno a la voluntad del niño imposible de controlar.
La enuresis, principalmente, puede estar causada por varias razones, como un fallo en el mecanismo del despertar (el niño enurético no despierta cuando la vejiga está llena), la alteración del ciclo circadiano de la hormona antidiurética (vasopresina) y la inestabilidad vesical con contracciones involuntarias del músculo detrusor, entre otras. Asimismo, existe una estrecha relación con otras patologías como el estreñimiento, el trastorno por déficit de atención e hiperactividad (TDAH) e incluso, ser síntoma de enfermedades más graves como la diabetes. Regañar al niño por algo que escapa a su control es contraproducente, de la misma manera que lo es apelar al chantaje emocional para lograr que deje de orinarse en la cama. Así, planteamientos como si no dejas de mojar la cama los Reyes Magos/Papá Noel, no van a dejarte regalos porque van a pensar que eres un pequeñajo lo que provocan es una resolución más tardía del trastorno.
Un artículo publicado en la revista Journal of Pediatric Urology afirma que, “el uso de lenguaje duro o castigo por parte de la madre en respuesta al fracaso del niño para lograr la sequedad nocturna puede afectar el apego entre la madre y el niño y, hacer que el niño experimente emociones negativas como vergüenza, ansiedad, frustración y soledad”. Por eso, es importante ser comprensivos y abordar el problema cuanto antes con el pediatra.
La enuresis provoca en los menores retraimiento social, baja autoestima, bajo rendimiento escolar, inseguridad y malestar, entre otras consecuencias, por lo que relativizar su importancia dejando al tiempo la solución no es la mejor opción. Los expertos indican que la enuresis “puede llegar a ser un problema de salud importante en niños y adolescentes, mucho más de lo percibido por los pediatras”. Por ello, insisten en un diagnóstico y abordaje temprano, “la enuresis moderada (3-6 noches/semana) o grave (diaria) y la que persiste pasados los 9 años, difícilmente, se resolverá sin tratamiento. Aunque, es cierto que la prevalencia disminuye con la edad, la frecuencia y la severidad de los episodios enuréticos aumentan”.
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