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Un relato de Andrés Jalca

​“Pobres, lo que se dice pobres, son los que no tienen tiempo para perder el tiempo”, (Eduardo Galeano, 1940 – 2015)
Albert Hernández
lunes, 2 de enero de 2023, 09:51 h (CET)

“Pobres, lo que se dice pobres, son los que no tienen tiempo para perder el tiempo”, (Eduardo Galeano, 1940 – 2015)


Screenshot 20221231 070533 Instagram


Andrés Javier Jalca Idrovo, de seudónimo Crisantemo, nació un viernes 13 de agosto del 1999, en una familia de escasos recursos de los barrios rurales del sur de Guayaquil, Ecuador. Trabajó desde los 8 años en la calle como vendedor ambulante. Gracias a la influencia de su madre vio desde muy pequeño muchas películas y escuchó a cantantes pop del siglo pasado encontrando un camino para llegar al arte a los 17 años.

Se cree que hereda de su padre el amor por la escritura, aunque no convivió con él desde los 2 años. Con posible déficit de atención se le complica la escuela y se retira con 15 años de edad para dedicarse a trabajar. Termina sus estudios secundarios a los 20 años pero por problemas no logra entrar a la Universidad. Ese camino largo y solitario lo lleva hasta un mundo distinto pero fascinante, las artesanías.

A los 18 años crea una microempresa llamada "Coffe-Breack" donde realiza artesanías aromáticas con granos de café. Ya complementado en esta área se da cuenta que  ha dejado a un lado su fascinación por la escritura y lo retoma.

He aquí un relato de Jalca.

UNA TREGUA EXTRAÑA


Amelia, reapareciste.

No eres la misma.

Te agrada el cantante que antes detestabas y te disgusta la gente que se esfuerza y trabaja por sus sueños de forma constante.

Extrañamente estás más agraciada, y me quedas más lejos que hace unos meses que no sabía de vos.

Ahora insultas a menudo

y te has vuelto brutalmente extrovertida.

Según tus relatos,

podría preguntar por vos en 10 discotecas y en 6 me darían razón de ti.

No has empeorado

ni mejorado a mi parecer,

solo has evolucionado de una manera tan caótica.

Acertaste al decir que me he vuelto más perspicaz,

solitario e impulsivo.

Me desconozco y aún te necesito para que me avises de vez en cuando quién soy y cuál es mi oficio.

Pero ayer dijiste que te estresa mucho pelear conmigo y que siempre te resulté difícil de comprender y para convivir.

¿Acaso recién se te complica?

¿De cuándo acá buscas a quién te hostigó tanto para recordárselo?

Ya sé que siempre lograba desesperarte, es cuento antiguo.

Pero dices haber perdido la cordura después de tantos chascos.

Tengo varias teorías, en la menos cruel creo que yo soy el causante de todos tus desencantos y por el cual has mutado.

Antes hacías todo por entrar por mis ojos, ahora vuelves para recalcar que te me vas entre mis falanges.

Para vos ahora todo es tan fácil, te justificas tan sencillo.

Te adjudicas demencia grave

¿Y quién soy yo para negártelo?

Si antes era tu protector cuando todo se caía,

ahora lo puedo seguir siendo.

Vos puedes ser todo lo que te propongas,

puedes correr y estar en tu contra.

No hay disensión.

Solo tú sabes que no estabas tan loca cuando fuimos.

Después cuando nos alcanzó el tiempo, todo se volvió confuso.

Vos sigues siendo la anarquista, yo solo un idealista.

Pero seguimos hablando en clave. Es una tregua extraña, con sabor a emboscada.

Siento ser apuntado con toda tu artillería mientras tus minas explosivas esperan mi paso.

Pero los liberalistas rebeldes (como vos me nombraste)

tenemos solo una cosa a nuestro favor, nunca morimos dos veces de la misma forma.


RESILIENCIA


Amelia, no creo que vos me duelas al despertar, no tienes por qué hacerlo. No he bajado la guardia ante esos insectos que carcomen heridas para hacerlas más grandes.

Las cosas que no te dije son más que las pocas cosas que sí hice. Siempre adelantados a nuestro tiempo. Por eso nunca planeamos nuestra boda, pero sí nuestra luna de miel.

No creo que vos me duelas al caminar, porque aquí en este limbo, allá en tus buenos aires, o al fondo del mar en Manta, yo no te he dado ese derecho.


Hace años había un tipo en un blog de Internet, aseguraba que para alejarse del todo de una persona debemos hacer un listado donde enumeremos cada una de las veces que nos ha hecho daño determinada persona, con detalles y todo. Que lo tengamos como un diario donde anotamos cada que queramos un nuevo número. Hace tres años hice el listado, la primera semana, aun estando con vos, reuní unos 15 motivos por los cuales irme. Te mencioné del listado, más nunca te lo mostré.


Está de más decir que a vos te dio igual y que la disolución del tema nunca se interpuso, no funcionó tan bien. Pues, primero estás vos jugando a las escondidas en los centros comerciales, ocultándote entre floreros, mirándome de reojo para ver si ponía cara de asustado, y también primero estás vos llamándome por teléfono cuando Julio Jaramillo suena en la radio y lo escuchábamos cantar, pues ambos sabíamos que era lo más cercano; a que el mundo se detenga.


Amelia, no creo que me duelas al irme a acostar...


Andrés Jalca

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