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Hezbolá en Paraguay

No se trata de una captación de adeptos a una organización político-religioso-militar, sino de una intervención norteamericana en plena campaña electoral
Luis Agüero Wagner
miércoles, 1 de febrero de 2023, 10:27 h (CET)

Un gran revuelo en el mundillo político paraguayo ocasionó hace unos días el embajador norteamericano Marc Orstfield, representante de la embajada norteamericana en Asunción, declarando de manera oficial al ex presidente Horacio Cartes y al actual vicepresidente Hugo Velázquez como enemigos de Estados Unidos.


Además de perder la Visa para ingresar a territorio norteamericano, en base a disposiciones del Departamento de Estado y del Tesoro, Washington también prohibió a sus ciudadanos realizar operaciones bancarias y negocios con ambos, entre otras sanciones.


Horacio Cartes, quien presidió el Paraguay entre los años 2013 y 2018, lo hizo con notorio beneplácito de la administración Trump e incluso fue el único gobierno del mundo en respaldar el cambio de ubicación de la embajada norteamericana en Israel a Jerusalén, haciendo lo mismo con la paraguaya.


Cartes recibió homenajes por parte de Israel por aquel gesto, aunque ahora se deduzca que tal vez Hezbolá pueda haber estado involucrado en tales mudanzas.


Hezbolà es un partido político con sede en varios países de medio oriente, y con representantes en muchos países del mundo, y aunque se le atribuyen algunas operaciones poco saludables, no está identificado como enemigo del Paraguay. Que le apoyen las fuerzas militares de Líbano, Siria e Irán al Paraguay no le incumbe. Mucho menos le interesa qué marca de cigarrillo fuman, menos aún si se trata de tabaco paraguayo.


Paraguay no está en guerra con ninguno de esos estados que ya sabemos están habitados por gente muy temperamental y de armas tomar. Declararse enemigo de Hezbolá significa alinearse con un selecto club que integran con EEUU e Israel, el Jabhat Al-Nusra,, Al Qaeda y el Estado Islámico.


También implicaría que Paraguay aceptara combatir como suyos a todos los enemigos de Estados Unidos, lo cual sería demasiado estresante para un país que aunque tranquilo y muchas veces olvidado, ya tiene bastante con sus propios problemas.


Sin un presupuesto que al menos le permita cubrir acuciantes necesidades de salud, también deberìa encargarse de combatir a Talibanes, kurdos, chiítas, comunistas, partidarios del estado Islámico, Al Qaeda (estos dos últimos enemigos de EEUU y a la vez aliados de los mismos contra Hezbolá), sandinistas, bolivarianos, independentistas puertorriqueños, rusos, nacionalistas, antiimperialistas, chinos continentales, y un largo etcétera.


Deberían las autoridades paraguayas evaluar costos y beneficios antes de asumir semejante tarea. LAW

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