Márcia Batista Ramos, Rio Grande do Sul, Brasil, 1964. Es licenciada en Filosofía por la Universidad Federal de Santa María (UFSM)- RS, Brasil. Radicada más de cuarto siglo en Bolivia, en la ciudad de Oruro. Es gestora cultural, escritora y crítica literaria. Ha publicado entre otras obras: Mi Ángel y Yo (Cuento, 2009); La Muñeca Dolly (Novela, 2010); Consideraciones sobre la vida y los cuernos (Ensayo, 2010); Patty Barrón De Flores: La Mujer Chuquisaqueña Progresista Del Siglo XX (Esbozo Biográfico)–Latinas Editores (2011) También ha recopilado y publicado diversas antologías, asimismo, figura en varias antologías con ensayo, poesía y cuento. Es colaboradora ocasional en revistas internacionales en más de treinta países. Editor adjunto de la Edición Internacional de Literatura China de Hubei. Embajador de la revista NAMASTE, India.
La poesía de la maestra Márcia Batista Ramos, está escrita desde el rigor de la palabra. Ella calcula exactamente el orden de las metáforas, mientras crea y recrea imágenes poderosas, que calan profundamente dentro de la sociedad. Sus poemas, también contienen una dosis muy alta de ternura, que lleva a los lectores a deleitarse con sus versos y, a reflexionar sobre la construcción de un mejor mañana.
La escritora, sabe del poderoso e incalculable valor que tiene una oración. Entonces se asume, y nos lleva a dar un profundo recorrido por sus plegarias. La poeta, desde la intimidad de su obra nos dice:
Oración en medio de la guerra
Señor, en estos años de guerra he guardado sonrisas, Para usarlas en los días de fiesta. Fiestas sencillas: Comer a la mesa con mis hermanos; Saludar a mis vecinos; Sentarme en el parque a leer un libro en la calma de la tarde Y sonreír al niño que pasa … Señor, en estos años de guerra todo ha cambiado. Las canciones piadosas fueron silenciadas. Los hermanos se convirtieron en mártires, Que ya no comerán en la mesa del domingo. Ya no me abrazarán, ya no volverán a sonreír Y no cantaran las canciones de nuestro tiempo. Señor, en estos años de guerra, Los vecinos apoyaron las paredes del edificio Con sus manos, sus hombros, sus pies, su espalda … Señor, los vecinos, se quedaron a vivir bajo los escombros. Llegó la pala y se llevó a los vecinos. Los bombardeos pulverizaron el parque Y el niño que pasaba… Señor, en estos años de guerra he guardado sonrisas, Para usarlas en los días de fiesta. Te pido perdón Señor, porque ahora, Usaré mis sonrisas para iluminar El cadáver de cada enemigo.
La autora, también sabe que es necesario en la brevedad posible, reencontrarnos con formas impensables en las que la palabra, sea testigo del reconocimiento, del amor y del dolor que embargaron a nuestros mas apreciados antecesores en la vida literaria. La lectura continúa y la poeta, nos invita a leer este hermoso poema:
Los poemas de Alejandra -En memoria de Alejandra Pizarnik-
El tiempo se acumuló desde la infancia triste hasta lo que quedaba de los días. Los miles de pedacitos que poblaban sus días y noches, Tenían nombre y apellido, Se llamaban tristeza y miedo. Pudo verlos frente a frente en la habitación cuando estaba sola. Escurrieron del techo por las paredes Y fueron todos hacia ella como hormigas disciplinadas. (Hasta fue enternecedor su paso lento). Cuando le alcanzaban, hacían temblar su pequeño cuerpo, Erizaba su pelo corto y abría más sus ojos alucinados. Entonces ella buscaba la forma de escapar… Y medio paralizada, sintiendo que ya no podía más; Y consciente de que el dolor consumía lo que le restaba de cordura: ella escribía un poema. Tal vez, para salvarse.
La ciudad, puede ser y decirnos muchas cosas. La habitamos y también nos habita. Se enraíza en nosotros y con el arrollador paso del tiempo, no podemos quitar la marca de dichas raíces que dejan, huellas imborrables en todo nuestro ser. Para finalizar, la autora nos deja este maravilloso poema:
La ciudad
La ciudad es un espacio de la memoria Donde los padres y abuelos viven en casas de barrio Maestros y taxistas (trabajan) Mientras los demás (curiosean) La ciudad es un espacio profano Tiene un centro antiguo Donde las chicas (ahora) muertas Caminaron como hienas en la jaula (sonriendo) La ciudad es un espacio sagrado Tiene iglesias y catedrales Ángeles en las plazas Y niños (muertos) Que ya no regresan La ciudad es un espacio de inmolación Los automóviles Los camiones Las motocicletas Los ladrones Y las drogas La ciudad es un espacio contradictorio Bocinas y sirenas Silencio aturdido Selva con lobos Heredad de sacrificios Intentos de adivinar la noche Insectos venenosos Bonitos edificios Flores heridas Montañas de anhelo.
La ciudad es un campo de batalla.
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