Laura Baena es creativa publicitaria y comunicadora. En 2014 fundó el Club de Malasmadres con el objetivo de desmitificar la maternidad y romper con el mito de la madre perfecta, y además preside la Asociación Yo No Renuncio, cuyos desvelos se centran en la implantación de medidas a favor de la conciliación.
Trabaja en pro de la conciliación de la vida familiar y laboral y, en favor de un nuevo modelo social de madres que no quieren renunciar a ver crecer a sus hijos, ni tampoco a su carrera profesional. Entre otros reconocimientos, Laura Baena fue elegida una de las TOP 100 Mujeres Líderes de España en 2016, 2018 y 2019, siendo TOP 100 honorífica, con tan solo 38 años.
En 2021 fue Premio Meridiana de la Junta de Andalucía y además recibió la Mención de Honor del Premio Clara Campoamor del Ayuntamiento de Madrid. Es autora de Soy Buena Malamadre (LUNWERG –2015) y de Yo No Renuncio. Mi historia de NO conciliación (LUNWERG –2022).
- Apelando al dicho: “No hay mal, que por bien no venga”, ¿laboralmente hablando, hay motivos para agradecer a la COVID19, mejoras en el ámbito de la conciliación? Creíamos que iba a ser así, pero finalmente no ha resultado ser así. Precisamente se cumplen tres años de ese confinamiento y recuerdo perfectamente esos momentos, porque además me pilló con mi tercera hija recién nacida. Imagínate que catarsis personal y profesional y a nivel de la asociación Yo no renuncio, hablar con mi compañera de lucha Maite, en aquel momento invadido por la incertidumbre y el miedo, del sentimiento en positivo de que estar hombres y mujeres confinados en casa, teletrabajando, a la vez que cuidando, quizás sea el espaldarazo necesario a la corresponsabilidad, y quizás la sociedad y el sistema entiendan la necesidad de revisar el modelo laboral y que existen otras opciones, donde los cuidados se pongan en el centro y la vida esté por encima de la productividad.
Pero, eran solo quizás, una utopía y un sueño que creía posible, porque personalmente, yo sí que me creí que la pandemia nos iba a cambiar y que nos iba a hacer mejores personas. Es más, creo que a muchas personas nos ha dado un aprendizaje enorme, y en mi caso decidí parar, volverme a Málaga a vivir, cerrar mi oficina y que todo el equipo, a día de hoy continúe teletrabajando.
Con lo cual, sí que hay equipos y personas que hemos extraído, de todo lo ocurrido un gran aprendizaje y hemos cambiado nuestra manera de trabajar, de producir y en definitiva de estar en el mundo, pero desgraciadamente no en un porcentaje suficiente como para que haya un cambio sistémico, a pesar de que es verdad que hay ciertos ejemplos en positivo y cierta esperanza. Nosotras fuimos muy activistas y muy reivindicativas durante la pandemia y en estos últimos años hemos trabajado mucho en pro de la conciliación y la corresponsabilidad y, además sacamos el estudio Yo no renuncio para ver el impacto de la pandemia en estas áreas y, una de cada cuatro mujeres tuvo que renunciar a toda, o a parte de su carrera profesional, parando o abandonándola, cogiendo una reducción de jornada con la consiguiente reducción salarial y, además no es que la corresponsabilidad mejorase en la pareja, sino que empeoró.
Hay datos son alarmantes, como que mientras que las mujeres solo pudimos concentrarnos en el trabajo durante una hora, sin interrupciones, los hombres estaban hasta tres horas. Esto es un signo inequívoco de la falta de corresponsabilidad en España.
Sí que ha habido mucha frustración en ese sentido, porque durante la pandemia, hubo un plan Me cuida, que fue insuficiente e ineficiente, que además mediante el manifiesto Esto no es conciliar respaldado por 300 mil firmas, lo llevamos a diferentes Ministerios porque dicho plan Me cuida, no era suficiente y dejaba a las familias totalmente desprotegidas, ya que, qué familia se podía permitir acogerse a la única opción planteada, que era una reducción de jornada al 100%, con la consiguiente reducción salarial al 100%.
Lo que ocurrió en pandemia, fue que los dos pilares sobre los que se asienta la conciliación en España, como son las abuelas y las escuelas, obviamente no estaban disponibles. Por una parte, por responsabilidad, no podíamos apoyarnos en las personas mayores y, los colegios estaban cerrados, dejando al descubierto la desigualdad que existe entre hombres y mujeres, y como la conciliación, desgraciadamente continúa siendo un asunto de madres.
Al final salvamos esta situación, sobrevivimos a coste de nuestra salud mental, -que también la estudiamos – y no deja de ser preocupante como impactó esta situación en la salud mental de las mujeres, lo que nos llevó tras la pandemia, a activar desde la asociación de Malasmadres el servicio de atención Psicológica gratuita, Yo me cuido.
Al final, no hemos visto que haya habido aprendizaje, en lo referente al modelo laboral, que las pocas empresas que apostaron inicialmente por el teletrabajo han vuelto a la normalidad, entendida esta normalidad por el presencialismo, hasta el punto de que, esta misma semana salía una sentencia, que me parece muy significativa, en la que a un padre, que estaba teletrabajando durante la pandemia, le deniegan el teletrabajo, porque el horario que tiene su mujer, le permite llevar a su hija a la guardería. En definitiva, por el hecho de que este señor tiene una pareja mujer, que puede conciliar, no le aceptan la solicitud para teletrabajar. Hasta ese nivel llegamos, a estas alturas de la película.
Para concretar, no se ha hecho lo que se tenía que haber hecho, que era parar, repensar el modelo laboral, repensar la relación existente entre la vida y el trabajo, y empezar a poner en el centro los cuidados de verdad, entendiendo que criar también es un trabajo productivo, y hasta que no se cambie ese enfoque, que es tan de base, seguiremos poniendo parches a la conciliación. La pregunta era complicada, y responderla, requería contextualizarla. El resumen corto, la pandemia no ha mejorado la conciliación y no hemos avanzado tanto como creíamos.
- Laura, hablando de corresponsabilidad, ¿Qué papel debemos desempeñar los hombres para ser parte de solución a los problemas relacionados con la crianza de nuestros hijos? Lo primero, es querer ser parte, que está muy alejado porque realmente los hombres no os veis llamados a estos temas, porque no os golpea directamente.
Cuando me dicen que la conciliación no tiene que ser un asunto de las madres, yo respondo: “Claro que no es un asunto solo de las madres, pero es un asunto solo de las madres porque somos nosotras las que lo sufrimos” y, hasta que las mujeres continuemos cargando con la mochila del cuidado, hasta que las mujeres sigamos dedicando el doble de horas a las tareas doméstico-familiares en el hogar, y las mujeres seamos las que nos acojamos a casi el 90% de las reducciones de jornada y excedencias, continuará siendo un asunto de las mujeres, de las madres, siendo necesarias políticas que apoyen la desigualdad que vivimos.
¿Qué podéis hacer los hombres? Por un lado, desde la familia, escuchar. Hace unas semanas lanzamos el programa Málaga, ciudad corresponsable, - dando ese sello simbólico a las ciudades comprometidas con la corresponsabilidad – llenando la ciudad de carteles con preguntas que interpelan al hombre y con preguntas que interpelan a frases como, Él me ayuda, o Es un padrazo y, continuamos poniendo ese acento machista en el lenguaje con todo lo que tiene que ver con la conciliación, los cuidados y la corresponsabilidad, al cambiar esa mirada desde la sociedad y desde la familia, empezando a educarnos en corresponsabilidad haciéndolo desde los hogares, en equipo, sentándonos, hablándolo, acordando el reparto y la compartición de las tareas.
Los hombres tenéis que escuchar y dar un paso al frente, tenéis que acompañar, hacer equipo y veros llamados a estas responsabilidades que son compartidas desde la parte social de las familias. Siempre digo, que la responsabilidad no es solo de las familias, y únicamente de las mujeres, sino que es una cuestión social y política. Y, hay que seguir trabajando en políticas públicas con perspectiva de género, hay que hacer seguimiento de esos permisos igualitarios intransferibles de paternidad, ¿cuántos hombres se lo cogen?, ¿cómo lo disfrutan? Y, continuar haciendo políticas de corresponsabilidad desde dentro de las empresas, porque es inadmisible que las mujeres continúen siendo penalizadas laboralmente al ser madres.
En esto es donde tenemos que buscar esa igualdad, para que un empresario cuando se encuentre en una situación de este tipo, en el que su empleada va a ser madre, sepa que el padre también va a tener unas responsabilidades, para que podamos ejercer de la misma manera.
Sinceramente, también creo que los hombres tienen que romper esos silencios cómplices, como dice mi amigo Octavio Salazar, y entender que esto es una vida en común, asumiéndolo no como una obligación, sino desde el deseo, el disfrute personal y la satisfacción de ejercer como padre corresponsable y, creo que la sociedad necesita esa educación en el cambio de roles y las mujeres dejar de sentirnos Malasmadres, a la vez que los hombres debéis de dejar de sentiros padrazos y héroes por hacer cosas que siempre hemos hecho las mujeres.
En este sentido, hemos estado realizando unos talleres de corresponsabilidad, Sí es cosa de hombres que están funcionando muy bien. En el taller que hicimos en Málaga, orientado a los padres pudimos ver cómo ellos se sienten llamados, desde el humor y el aprendizaje, no desde la culpa o el lugar más reivindicativo, ayuda bastante.
-La conciliación de la vida personal, familiar y laboral se ha convertido en asunto prioritario en nuestra sociedad para que renunciar a una carrera profesional, como fue su caso, no sea la alternativa a la maternidad. En este sentido ¿vamos todos a una como en Fuenteovejuna y hay consenso entre todo el espectro político? La concienciación tiene que ir tanto en la sociedad, que no vamos a una, como en la política, que claramente tampoco van a una porque cada uno le pone su etiqueta y su color y, todo esto contribuye a que los alejemos del camino que tenemos que seguir.
En la sociedad, hasta que no eres madre, no te ves llamada a estos asuntos, y la mayoría de las mujeres jóvenes que no son madres no se sienten interpeladas, aunque es cierto que, en el club de Malasmadres, va habiendo algunas, y ves algo de esperanza y, jóvenes que te agradecen la lucha para allanarles el camino para cuando sean madres y puedan mejorar su situación.
Pero no estamos yendo a una y se sigue viendo la conciliación con esa etiqueta de madre, y en las políticas públicas lo único que existe como conciliación es una reducción de jornada o una excedencia, que no deja de ser una penalización laboral, salarial y personal para las mujeres y, no acaba de entenderse la conciliación como un derecho de todas las personas que habla de un nuevo modelo laboral y de entender la flexibilidad para todas las personas y, que no por ser madre quieras tener unos beneficios o unos privilegios , sino que esto va de sostenibilidad, de futuro y que realmente además de trabajar, podamos vivir sin esa presión que tenemos, en tu caso como hombre y en el mío como mujer, respecto al mercado laboral. Una vez que el sistema está planteado de esta manera, evidentemente las que quedamos fuera somos las madres.
A nivel de política, la conciliación está en la agenda política y, desde nuestra organización Yo no renuncio, me siento orgullosa con nuestras aportaciones e investigaciones sociales de entrar de una manera más directa al quid de la cuestión, de que la conciliación representa el gran techo de cristal de las mujeres, que la conciliación es lo que nos frena a ser madres, de que la tasa de natalidad está por los suelos, cuando siete de cada diez mujeres manifiestan que tendrían más hijos e hijas , si contaran con medidas de conciliación y, antes de esto no se hablaba.
No se veía la relación del futuro de la sociedad, con medidas de conciliación efectivas. Esto lo hemos puesto sobre la mesa y, se ve una mayor conciencia con que la falta de conciliación nos está penalizando a las mujeres, pero no se está atacando porque no se están poniendo los presupuestos necesarios, no se están poniendo las políticas públicas efectivas, y estamos a la espera de la aprobación de la Ley de Familias, del anteproyecto de Ley, que todavía no ha entrado en vigor, que todavía no está en el BOE y, que además va a ser totalmente insuficiente, porque la única medida positiva, es un permiso de cuatro días al año, por hijo o hija enferma.
Al final todo el mundo habla de conciliación y, cada uno trata de llevarlo a su terreno, más desde políticas sociales, sin tocar lo laboral y, esto al final afecta a todos los Ministerios y, que por supuesto debe estar presente en todos los grupos parlamentarios.
Para nosotras, algo positivo que sacamos de todo esto, y nuestro mayor hito, es que hemos impulsado con el apoyo de la ministra de Política Territorial y portavoz del Gobierno Isabel Rodríguez, una ponencia de estudio dentro de la comisión de familias, aprobada recientemente en el Senado y, que vamos a trabajar en ello y, poder impactar en tres políticas públicas que sean efectivas de verdad y que sean más transversales y con más amplitud de miras, que algo tan nimio como cuatro días por hijo o hija enferma.
Nosotras apostamos por un Plan Nacional de Conciliación, ese va a ser nuestro objetivo final y, creemos que eso es lo que tiene que ocurrir.
- ¿En España continúa siendo más complicado que en otros países de nuestro entorno para las mujeres compatibilizar la crianza de los hijos con una actividad profesional? No tenemos un estudio comparativo como tal, pero si hay determinadas políticas que funcionan en otros países, que tendríamos que mirar. Por ejemplo, en Francia hay bolsas de horas corresponsables en las empresas, en otros países europeos tienen permisos de maternidad más largos, aunque también hay otros en los que esos mismos permisos de maternidad son más cortos, o países que tienen permisos por hijo o hija enfermos más largos.
Lo cierto es que hay una crisis de cuidados, global y universal que hace que este tema de la conciliación, nosotras que cada vez tenemos más impacto en Latinoamérica y estos países, que suelen ir por detrás nuestra, quieren llevar nuestros estudios, por ejemplo, a México, Argentina, o Chile.
Reconocer que España, por ejemplo, es pionera en permisos igualitarios e intransferibles de maternidad-paternidad con respecto a otros países, pero está por debajo en permisos de maternidad de un año, como es el caso de Suecia. Luego sorprende muchísimo, que en países que parece que están más avanzados en estas materias, como Alemania, penaliza muchísimo que una mujer opte por una escuela infantil, para seguir trabajando, o lo que consiguen con esas ayudas que dan a la maternidad, es que las mujeres desaparezcan del mercado laboral.
Esto no dejan de ser parches, que no atacan el problema desde la base, que no se está revisando el modelo laboral desde el punto de vista de la flexibilidad y desde entender el trabajo por objetivos y que los cuidados deben estar social y económicamente reconocidos.
Hay mucho trabajo por hacer, porque tampoco hay un espejo donde mirarnos, para hacer lo que funciona en otros lugares.
- Echando la vista atrás, hace algo más de medio siglo, se llegó a emitir en la televisión de aquellos años, un spot de determinado brandy cuyo lema era: “Es cosa de hombres”. En su opinión, ¿todavía quedan vestigios de ese machismo recalcitrante en la sociedad actual? El machismo está en cada esquina. Está en cada lugar y, cuando no lo ves es porque no estás revisando lo que estás viviendo y, peor aún, has normalizado muchas conductas y muchas actitudes. El machismo está presente en la sociedad, y se hace patente en los grupos de WhatsApp, en los partidos de fútbol, en las cañas de después del trabajo.
El machismo nos persigue y, si una mujer te dice que ella no ha vivido situaciones de desigualdad, cuidado a cómo revisamos lo que hemos vivido, y cuidado con no ver lo que sucede a nuestro alrededor.
En este sentido, las mujeres no solo tenemos la responsabilidad de luchar por nuestro caso personal, sino que debemos de hacerlo por toda la sociedad y por todas las mujeres que sí lo sufren. Ojalá la lacra del machismo, la hubiésemos superado, pero desgraciadamente nos sigue acompañando, con la violencia machista y el maltrato a la cabeza.
Todavía queda mucho machismo encubierto, en el mobbing maternal que sufrimos las mujeres en las empresas, en la desigualdad en las tareas domestico-familiares, que ocurren en cada hogar, refrendados por los últimos datos del INE, en el que se desprende que las mujeres cuidamos 780 horas más al año que los hombres.
Con lo cual, el machismo está ahí y, cómo desde las familias nos acercamos a la corresponsabilidad, y en nuestro estudio Somos equipo, lo vemos en la clasificación de tareas que hacemos de invisibles y no invisibles y, machismo también es que los hombres hagan las tareas visibles, y las que tienen más reconocimiento social, como pueden ser: Hacer la compra, llevar a los niños al colegio o jugar en el parque, mientras que las mujeres se sigan encargando de las tareas invisibles, sucias y feas, que los hombres no hacen.
Como digo, el machismo está en cada sitio, y cuando encontramos hombres corresponsables, - que los hay -, padres corresponsables y hombres feministas que se sienten parte de esta lucha, y que sin duda los necesitamos como aliados, los invitamos a romper los silencios cómplices, porque puedes estar comprometido, pero tal vez te cueste mucho romper la inercia de esas conversaciones machistas que se producen, cómo decía antes en las cañas con los amigos, en grupos de WhatsApp, o durante los partidos de fútbol.
Y necesitamos a esos hombres activistas, para que rompan las cadenas de machismo imperantes que están tan normalizadas y que continúan situando a las mujeres como objetos sexuales, o con la etiqueta de madre y ya no les dan un ascenso u oportunidades profesionales, porque al final los hombres no solo estás en el hogar compartiendo las tareas, también los hombres estáis contratando mujeres, estáis liderando empresas y los hombres tenéis esas cotas de poder, que difícilmente alcanzan las mujeres.
Nos queda muchísimo camino por recorrer, pero para avanzar es necesario que vosotros os concienciéis con estos temas y luchéis de igual manera que nosotras y, para que realmente consigamos el cambio, tenemos que evitar lo ocurrido recientemente el 8M, que es la división del feminismo, que lo que hace es alejarnos de la lucha a las mujeres.
Tenemos 364 días al año para debatir, para confrontar opiniones, para buscar soluciones, pero el 8M es el día por y para la igualdad de las mujeres en el que debemos estar unidas, porque si no es así, el único favorecido es el machismo y, que nosotras sigamos desapareciendo, y para mí es algo clave e importantísimo si de lo que se trata es de erradicar definitivamente el machismo de la sociedad. En las distancias cortas
- La profesora de danza en la mítica serie televisiva Fama, desarrollada en una escuela de artes escénicas sentenció que la fama cuesta, ¿De alguna manera se protege del desgaste ocasionado por la exposición mediática para que la Malamadre jefa no fagocite a la madre de Julia, Carla y Lucía? Sí y es una lucha constante. Es estar siempre en el camino sin permitirte el lujo de despistarte, porque eso supondría alejarse y para mí hay una serie de valores irrenunciables en mi vida tanto personal como profesional como son la privacidad, la intimidad, la posibilidad de desconectar y sobre todo poder conciliar.
La conciliación es mi lucha, es mi misión y además mi bandera personal y si me alejo de la conciliación, no podría luchar por ella y me paso el día gestionándola con mucho respeto, mucho cuidado y mucha responsabilidad, porque me lo tomo como el ejemplo que debo de ser para todas las mujeres que me paran por la calle, para las mujeres que me dan las gracias y, para las mujeres que creen en mí, que se sienten representadas y para las que soy su voz.
Y hay momentos en los que me he alejado y momentos en los que he tenido que reconducir mis pasos y, para eso me protejo diciendo muchísimo que no, me protejo volviendo a mi tierra santa, cuando pensaba que la rueda de Madrid me iba a absorber hasta límites insospechados de desaparecer y me protejo gracias a un equipo que me apoya y marcando las líneas rojas de lo que es mi vida personal, de no exponer a mis hijas, ni a mi pareja y, de saber dónde estoy yo y dónde está la Malamadre jefa como decías.
Mucho que no, a pesar de que por el camino se queden oportunidades, pero no se puede estar en todas las mesas de debate, no se puede estar en todos los eventos, no se puede decir que sí a todas las entrevistas, no se pueden dar todas las charlas que me proponen. Me cuesta mucho, porque me gusta ayudar y que nuestra voz se escuche, pero a día de hoy, o me cuido – y esto lo he aprendido después de muchas crisis y de momentos en los que pensaba que no merecía la pena seguir luchando – o no voy a poder seguir haciéndolo con el nivel y la energía que requiere hacerlo por las Malasmadres, porque no deja de ser una preocupación y una responsabilidad constante.
- Conchita, en su canción No Soy Yo, Eres Tú, reconoce haber aprendido a cuidarse. No cabe duda de que, para cuidar, primero hay que cuidarse, ¿Cuándo saca tiempo para usted y a qué lo suele dedicar? Me gustó mucho una entrevista que le hicieron en la que contó toda la crisis personal que vivió. Esto al final no deja de ser un aprendizaje, que trato de transmitir a las Malasmadres, para que ellas también aprendan.
Hace cuatro años empecé con el proyecto La hora de cuidarse, que lo hice realmente por mí misma, y a través de mi experiencia poder ayudar a otras Malasmadres. Con la maternidad, me alejé del autocuidado porque la maternidad no deja de ser como un tsunami que arrasa con el tiempo, porque la maternidad y el cuidado, si algo requieren es de tiempo y sobre todo si necesitas compatibilizarla con una actividad profesional que también requiere de ese tiempo, poco menos que desapareces y te haces invisible, hasta que, por desgracia - y a Conchita también le pasó un episodio bastante grave con el nacimiento de su hijo – tienes momentos de crisis y de perderte para darte cuenta, y yo tampoco he estado exenta de estos episodios en los que lo he pasado bastante mal, hasta el punto de poner en riesgo mi salud mental y en el fondo, decidí poner freno y comenzar a cuidarme para poder seguir adelante, con trabajo de terapia, de autoconocimiento, ejercicio físico porque soy una persona muy activa, con muchísima energía, que canalizo saliendo a correr como única manera de hacer off.
No cabe duda de que hay semanas mejores y semanas peores, pero cuando integras el autocuidado y ves que ese es el camino para estar bien y como dices cuidar bien. Al principio del proyecto La hora de cuidarse, el lema era cuidarse para cuidar, ese es el mensaje que debes hacer llegar a las madres, porque estamos tan metidas en el mito de la Superwoman y, en el modelo de la madre perfecta, que como no les digas que se tienen que cuidar para cuidar bien de sus hijos, no lo hacen. Pero cuando haces click y das el paso hacia ese egoísmo positivo, tienes que pensar que no te cuidas para cuidar, sino porque la primera que se tiene que cuidar y priorizarse por sí misma, eres tú.
Ese es el gran reto y, este estudio lleva aparejada una investigación y, es muy triste comprobar que la mayoría de las madres no se cuidan y el 95% de las que declaran cuidarse algo, lo hacen con sentimiento de culpa. Esa culpa que es el eje fundacional del club de Malasmadres, viene de las creencias, de la educación y de la cultura del modelo patriarcal que tenemos y, te estás cuidando y te sientes culpable, estas saliendo con tus amigas y te estás sintiendo culpable, buscas tiempo para ti y te estás sintiendo culpable… Y se ve como la maternidad nos aleja del autocuidado, incluso de los aprendizajes, de la vida intelectual y nos hace desaparecer de la vida pública a las mujeres.
Tenemos que empoderarnos, creérnoslo y realmente decir Soy más que madre, de ahí nuestro lema, La M de madre no puede aplastar la M de mujer, para no acabar perdiendo nuestra identidad, y en este sentido tengo que dar las gracias al equipo que tengo en casa, porque tengo una pareja corresponsable que en su momento renunció a su carrera para cuidar y para yo no tuviese que abandonar el Club de Malasmadres, en el que entendemos el autocuidado de ambos, priorizamos los dos y cuando viajo por trabajo no me siento tan culpable porque sé que él se corresponsabiliza al igual que yo.
Para mí, si tienes pareja es clave esa pareja, y si no, buscar la manera de hacer tribu y hacer equipo con las personas que te puedan ayudar para no dejarte a un lado.
- Laura, el séptimo mandamiento que toda Malamadre debe cumplir es “Malamadrearás siempre que haya ocasión”, ¿Con que frecuencia suele malamadrear?, ¿Recuerda la última vez que se reconcilió con las salidas de sábado noche con amigas? Creo que en Navidad hay un día clave, que ese se cumple, pero es verdad que malamadreamos mucho menos de lo que deberíamos. Pero sí que es verdad que, en mi caso tengo la suerte de estar embarcada en un proyecto que disfruto muchísimo y que al final lo que intento cuando viajo por trabajo, buscar esos momentos de malamadreo sin sentirme culpable. Aprovechar esos Ya que... Por ejemplo, ya que tengo que viajar a Madrid aprovechar para tomar un café, para comer entre reunión y reunión y, ese es el arte de toda buena Malamadre, buscar cualquier excusa para malamadrear. Entendiendo que malamadrear no es solo irte de fiesta con tus amigas. Malamadrear es también sacar cinco minutos para leerte un artículo en una revista, cuarenta minutos para darte un paseo mientras escuchas un podcast o, aprovechar que tus hijos están en extraescolares para irte a nadar a la piscina. Es decir, malamadrear es sentir que cada día o cada semana, tienes un huequito para ti, que te libera emocionalmente de la carga mental que tenemos las madres.
- A nivel personal ¿suele predicar con el ejemplo de ponerse en modo avión como medida de autocuidado y reconexión consigo misma y su entorno más cercano? Es mi gran reto, Alfonso. Yo soy así, hago los proyectos para mí misma. Reconozco que es muy difícil, pero la desconexión digital, como digo es mi gran reto, y a día de hoy una de las cosas que me genera mayor ansiedad, es sentir que estoy recibiendo multitud de mensajes y notificaciones de madres, porque no son likes. A mí no me mueven los likes o el alcance que puedan tener mis publicaciones. Lo que me moviliza son los mensajes de esas madres desesperadas, que me escriben a diario porque no pueden conciliar, diciendo que sufren violencia machista, o que están con una pareja que no es corresponsable, y no saben ya que hacer.
Eso me emociona con solo pensarlo y, es una carga emocional muy fuerte, y la única manera de protegerme y alejarme de eso, es momentáneamente ponerme en Malamadre en modo avión. El domingo, me voy a comer con mi familia y el móvil se queda apagado en casa, porque si no, inevitablemente te ves desbloqueando el móvil de forma inconsciente y leyendo un mensaje de una madre preocupada, y ya lo haces tuyo y buscas la manera de ayudarle. Y, o desconectamos digitalmente o si no es imposible.
Luego evidentemente por mis hijas, porque no puedo dar una educación en positivo, en el buen uso saludable de la tecnología y no ser ejemplo y, que mi hija me reproche que no la miro a los ojos, o que estoy todo el rato con el móvil. Esas cosas que a diario vivimos muchos padres y muchas madres porque la conectividad tiene ese peligro de caer en la constante productividad, de que todo es trabajo y súper importante.
En este sentido, lo que decía Paloma Blanc (7 pares de katiuskas) en el evento en Fundación Telefónica en el que presentamos el informe Malasmadres en modo avión, me parece tan importante de alcanzar ese equilibrio en el buen uso – Ella lo decía con respecto a los hijos, que no importaba que estuviesen con las pantallas, si no decían que no a un plan, ni dejaban de salir con amigos y no dejan de tener vida más allá de las pantallas -. Eso mismo se lo digo a las madres y me lo digo a mí misma: Laura, si no dejas de salir y durante una comida familiar prescindes del móvil y estás atenta a la conversación con tus padres, tendrás un buen equilibrio.
Como te digo, ese es uno de mis retos y está muy conectado con el autocuidado, porque el autocuidado es también eso, estar en la playa mirando el mar y no mirando la pantalla, y autocuidado es estar en un concierto, en una charla o en la presentación de un libro sin estar pendiente de cómo lo vas a contar y, las personas que tenemos un trabajo en las redes, en muchas ocasiones hay una línea muy fina entre vivir las cosas para contarlas, o vivirlas por propia experiencia, y en mi caso intento poner esos límites, porque si no, la cabeza se te va.
- En su condición de trimalamadre ¿Continúa teniendo el deseo de reencarnarse en otra vida como un buen padre?, ¿qué ventajas considera que le aportaría?, ¿por lo general considera que los buenos padres son más permisivos con la educación de los buenos hijos? (risas). En mi caso no, pero es cierto que, en la mayoría, la gran responsabilidad del cuidado y de las tareas domestico-familiares recae en las madres. Si que me gustaría en otra vida, reencarnarme en un padre corresponsable y comprometido con la crianza, porque creo que vosotros gestionáis mejor la culpa, y esto es tan básico como la educación que habéis recibido porque soléis tener muchos refuerzos positivos cuando hacéis bien las cosas, las tareas y, cuando criais bien os reconocen no solo como buenos padres, sino como padrazos, mientras que las madres siempre estamos en lo insuficiente y en lo que nos falta para ser esa madre perfecta y, solo somos suficientemente buenas madres. Nos falta para ser esa buena profesional, nos falta para liderar, nos falta para ser esa madre que queremos ser y siempre estamos en lo que nos falta, mientas que vosotros en ese sentido sois mucho más prácticos y más ejecutivos y es una realidad del liderazgo masculino, mientras que lo bueno del liderazgo femenino es esa empatía y ese ejemplo que tenemos, pero no cabe duda de que nos falta liberarnos de esas creencias limitantes que tenemos y, en otra vida me vendría bien tener menos carga.
|