Durante la primavera, nuestro organismo sufre diversos cambios ante el incremento de las horas de luz, los cambios horarios y de temperatura, la modificación de ciertas rutinas diarias o la aparición de la alergia; factores que llevan a la aparición de la llamada astenia primaveral, un trastorno adaptativo que sufre más de la mitad de la población y que habitualmente presenta síntomas como falta de energía, cansancio y somnolencia, alteraciones de sueño, irritabilidad o ansiedad. Este conjunto de alteraciones físicas y psíquicas puede afectar también a nuestra salud capilar, influyendo directamente en el proceso de renovación del cabello durante esta estación del año, según explican desde Hospital Capilar, la mayor corporación del sector capilar.
“La astenia primaveral, definida como una sensación subjetiva de agotamiento, debilidad o falta de vitalidad viene dada por el aumento de calor y de presiones atmosféricas por el cambio de estación. Estos factores influyen en un acrecentamiento del estrés físico e intelectual, aumentado la inflamación en el bulbo capilar y produciendo, en consecuencia, una minimización de su capacidad de crecimiento, pasando a una fase de caída. Además, la alergia definida como polinosis estacional genera un aumento de este estado inflamatorio de nuestro cuerpo, activando a unas células blancas específicas denominadas eosinófilos”, explica el doctor Alberto Sánchez, de la clínica Hospital Capilar.
Así, durante esta temporada del año, se produce una caída estacional influida por los cambios inflamatorios que se llevan a cabo por los cambios físicos y psicológicos a los que nos enfrentamos en esta estación, originándose un tipo de alopecia, similar a la que ocurre en otoño, llamada efluvio telógeno. Este tipo de caída es un proceso reversible que acelera el ciclo de renovación del cabello y que hace que, durante los meses primaverales, los folículos pilosos entren en fase de reposo, conllevando que el cabello se vuelva más débil, opaco y sin brillo. Este efluvio telógeno dura aproximadamente unos tres meses y, tras ese periodo, comienza una nueva fase de crecimiento en el que se forma pelo nuevo.
A este respecto, el doctor Sánchez recalca que “la medida de tallos perdidos al día es en torno a 50-100, por lo que un incremento de este número se define como alopecia, que en este marco normalmente se relaciona con el efluvio telógeno. Sin embargo, si esta pérdida deja de ser limitada en el tiempo, puede llegar a convertirse en un efluvio telógeno crónico, que supone una caída continuada a lo largo de, al menos, seis meses. Por ello, es fundamental acudir a un especialista si esta situación se prolonga en el tiempo y se continúa evidenciando una pérdida de densidad en el pelo, con el fin de llevar a cabo un diagnóstico preciso en cada caso y realizar una tricoscopia en el cuero cabelludo”.
Asimismo, cabe recalcar que, durante el invierno, se produce un contraste mayor entre el frío exterior y el calor de los interiores, sumado al uso habitual de elementos como planchas o secadores o la mayor utilización gorros y sombreros, lo que hace que, en muchas ocasiones, la fibra capilar llegue más perjudicada de por sí a la primavera. Además, a lo largo de esta estación comenzamos a salir más y, por tanto, la melena queda más expuesta a agentes externos que pueden deteriorarla, por lo que los cuidados específicos que llevemos a cabo en estos meses en el cabello serán esenciales para recuperar el equilibrio y afrontar la llegada del calor en buenas condiciones.
Cómo proteger el cabello de los estragos de la primavera
A pesar de que la caída del pelo es una condición natural que viene dada por el cambio de estación, se recomienda seguir unos hábitos para mejorar la salud capilar durante esta época y que ésta se encuentre más hidratada, fuerte y protegida en estos meses del año:
Sigue una correcta rutina de lavado. “Se aconseja un lavado de cabello frecuente de 3-4 veces en semana, ya que lavarlo menos veces será insuficiente para eliminar el residuo generado en nuestro cuero cabelludo. Para ello, es importante que usemos champús que no afecten a nuestra barrera capilar manteniendo un pH acorde al de nuestra piel y, de forma habitual, utilicemos acondicionadores y sérums que protejan el tallo y eviten encrespamientos y fracturas capilares”, destaca el especialista de Hospital Capilar.
Apuesta por tratamientos intensivos de hidratación. Los rayos solares propios de esta época penetran en las cutículas y dañan el cuero cabelludo, dando lugar a una mayor deshidratación en el pelo. Por ello, será esencial cuidar la melena con tratamientos más intensos en proteínas y nutrientes, que ayudarán a mejorar la calidad de la misma y a restaurar los folículos capilares secos y dañados.
Opta por el secado natural. Se deberá limitar, en la medida de lo posible, el uso de herramientas de calor, ya que utilizarlas en exceso dañará la raíz y repercutirá en la caída del pelo y en una pérdida de brillo. Por ello, se recomienda dejar secar el cabello al aire libre o, al menos, secarlo a una distancia de un palmo de distancia de la cabeza y con el aire frío o al mínimo, sin olvidarnos de usar protectores térmicos.
Cuida tu alimentación. Para mejorar la calidad de la melena durante esta temporada, se recomienda seguir una alimentación variada y equilibrada, además de fomentar la hidratación bebiendo entre dos y tres litros de agua al día. “En nuestra alimentación diaria debemos incluir todos los oligoelementos necesarios para la regeneración capilar, así como alimentos ricos en hierro, zinc, y vitaminas del grupo B y C, ya que una deficiencia de los mismos podrá conllevar una mayor pérdida de energía y una caída del cabello más acusada en los meses primaverales”, concluye el doctor Sánchez.
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