Era mi propósito dedicar esta columna semanal a la Inteligencia Artificial, con el objeto de desgranar algunas reflexiones sobre tan apasionante reto de nuestra era digital. Como habitualmente hago cuando necesito documentarme, he buceado en artículos de expertos, videos de youtube y en algunas opiniones de los más renombrados especialistas sobre esta alta tecnología. Es tan diversa la información que fluye, que me he dado un mayor margen de tiempo para ordenar ideas y trasladarles algunas consideraciones sobre esta nueva revolución del conocimiento que tanto fascina a partir del conocido como Chat GPT.
Pero mientras temas como éste preocupan y ocupan a científicos, educadores y a quienes desde un transhumanismo ideológico y transgresor, pretenden desafiar las leyes de la naturaleza, la gran atención de los medios de comunicación se ha centrado estos días en el grosero espectáculo que nos ha ofrecido todo un Ministro de la Presidencia de España, Félix Bolaños, al intentar “colarse” en la tribuna de autoridades durante los actos de la Comunidad de Madrid, que se celebraron para festejar el Dos de Mayo. Un nuevo episodio de la parodia en la que ya se ha convertido la política española
Desde mi propia experiencia personal creo que hay dos aspectos a considerar cuando un incidente de esta naturaleza se produce. El primero es la profesionalidad de los jefes de protocolo de las instituciones. Si son buenos conocedores de las normas al respecto, ellos mismos con antelación suficiente y una vez que lo hayan acordado con la institución organizadora del evento, informan a sus autoridades respectivas del lugar señalado que les corresponde y velan por su cumplimiento. Resulta inaudito que el ministro Bolaños no tuviera esa información de su jefe de protocolo y protagonizara una discusión tan poco edificante en público.
El segundo es la voluntad personal de colaborar para que la presencia en el acto, refleje dignamente la representación que se ostenta. Si ya venía precedido de una bronca política a costa de una invitación inexistente y hubo que alterar el protocolo para que ocupara un lugar preeminente, queda claro que su actitud provocadora desmerece totalmente de la alta representación institucional que debe adornar a un ministro del gobierno.
¿Se trata de una simple torpeza achacable a la campaña electoral? Yo diría que no. No es la primera vez que el presidente de gobierno ha demostrado su obsesión por asumir una virtual representación del Estado que no le corresponde o ser corregido por el propio protocolo de la Casa Real, en besamanos que se han celebrado en el propio Palacio con ocasión de diversas recepciones. Es evidente que este gobierno está contaminado por un preocupante menosprecio al respeto institucional, fiel reflejo de la personalidad de quien lo preside. Pero como bien señala el escritor Ramón Gómez de la Serna: “Una pedrada en la Puerta del Sol mueve ondas concéntricas en toda la laguna de España”
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