La fibromialgia (FM) es una enfermedad caracterizada por dolor músculoesquelético crónico generalizado y, entre otros aspectos, los afectados pueden sufrir fatiga, rigidez, problemas de sueño, ansiedad, depresión y dificultades cognitivas que empeoran el curso y la evolución de la enfermedad. Puede llegar a ser invalidante y afectar a la esfera biológica, psicológica y social, ocasionando un fuerte impacto en la vida diaria de las personas que padecen esta enfermedad, así como un alto gasto sanitario. “Su carácter multidimensional hace que requiera un abordaje multicomponente y transdisciplinar, lo que supone un gran reto para científicos y clínicos. Para identificar el tratamiento multicomponente más efectivo para la FM surgió la necesidad de explorar una nueva intervención integrando algunos de los abordajes que tienen mayor evidencia, como son la educación en dolor (integrando los conceptos más actuales de la neurociencia), el ejercicio terapéutico (que es el que goza de mayor evidencia empírica), la terapia cognitiva-conductual y el mindfulness (atención plena)”, según ha explicado la profesora y doctora Mayte Serrat, de la Unidad especializada en Síndromes de Sensibilización Central del Servicio de Reumatología del Hospital Universitario Vall d’Hebron. Durante el XLIX Congreso Nacional de la Sociedad Española de Reumatología, y en el marco del Día Mundial de la Fibromialgia, que se celebra hoy, 12 de mayo, la experta ha defendido la terapia multicomponente ‘Fibrowalk’ que ha obtenido resultados positivos en tres ensayos controlados aleatorios recientes y que ha demostrado ser un enfoque efectivo para mejorar la función física, el bienestar psicológico o el estado de salud mental y la calidad de vida en personas con fibromialgia y se recomienda cada vez más en evidencia basadas en guías de práctica clínica.
El abordaje del dolor crónico está evidenciado que debe centrarse en base a 3 componentes principales, uno educacional, uno físico y otro psicológico. “Sabemos de muchas otras consultas en que estos tres componentes están presentes. Actualmente la terapia Fibrowalk ya se ha empezado ha aplicar en consultas tanto privadas como dentro del sistema público de salud pero queda mucho trabajo por hacer”, ha defendido Serrat.
Beneficios del ejercicio físico para la fibromialgia (#Reumafit)
El ejercicio físico terapéutico, prescrito y pautado por un profesional sanitario, es la única estrategia que goza de un consenso en todas las recomendaciones de práctica clínica, obteniendo el nivel más alto de evidencia empírica. En opinión de la profesora Serrat, “se ha constatado que en personas con fibromialgia el ejercicio físico ayuda a disminuir el dolor y la fatiga, mejora el trastorno del sueño, la funcionalidad y el estado de ánimo. A largo plazo, aunque no hay suficiente evidencia de los efectos que podría tener en la reducción de la sintomatología del FM en general podría ayudar a reducir tanto los síntomas ansiosos como depresivos”. No obstante -ha hecho hincapié- en que el programa debería individualizarse considerando las preferencias de la persona y sus comorbilidades.
Aunque todavía no existe suficiente evidencia sobre el tipo de ejercicio recomendado, investigaciones recientes reportan un mayor potencial terapéutico cuando se realizan en entornos naturales, apunta la especialista, quien ha denunciado que la fibromialgia “sigue siendo en la actualidad una enfermedad estigmatizada, controvertida, muy poco reconocida y aceptada”.
Además, supone enormes costes tanto directos (atención médica y prescripción de medicamentos) como indirectos (absentismo laboral, pérdida de trabajo, etc.) que suponen un gasto mundial de 11.000 millones al año. Según el estudio EPISER, se estima que esta enfermedad tiene una prevalencia elevada y podría afectar a más de 900.000 personas en España.
Medición de la gravedad de la fibromialgia
“El diagnóstico de fibromialgia se sigue retrasando, en muchos casos, años; y sigue habiendo una gran variabilidad en este sentido. Su gravedad se mide tanto con el número de síntomas como con su intensidad y con su impacto o interferencia en la vida de las personas que la padecen”, ha señalado la Dra. Loreto Carmona, directora del Instituto de Salud Musculoaesquelética (Inmusc) en el marco del Congreso de la SER. Entre los instrumentos de medición ha destacado un cuestionario, la escala de distrés polisintomático, “que permite, por un lado, identificar a aquellas personas que deberían ser diagnosticadas de fibromialgia y, por otro, establecer la gravedad, por lo que puede ser el más útil”. El más utilizado, no obstante, es el FIQ (Fibromyalgia Impact Questionnaire), aunque le faltan aspectos de su validación y “tiene un sesgo de género nada desdeñable”. El más completo en su validación es el ICAF (índice combinado de afectación de la fibromialgia), desarrollado en la Sociedad Española de Reumatología que, a su juicio, “es demasiado largo (59 preguntas) por lo que hay reticencias a su uso”. Además, hay otros cuestionarios que se pueden utilizar para medir la gravedad, y seguir el efecto de los tratamientos, sobre síntomas concretos, como la fatiga o las alteraciones del sueño.
En este sentido, la Dra. Carmona se ha lamentado porque no hay costumbre de medir en fibromialgia. “Si lo hiciéramos, podríamos ver cómo en realidad los pacientes mejoran, aunque no nos lo parezca ni les parezca a ellos. Además, nos permite saber cuáles son los aspectos que necesitan más atención y también le sirven al propio paciente para aprender a cuidarse”, ha apuntado la especialista, quien también ha advertido que “cada vez hay más datos que apoyan que se trata de un problema neurológico con afectación de pequeñas fibras e incluso hay biomarcadores de inflamación que nos podrían dar sorpresas y orientar sobre tratamientos específicos”.
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