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Buscando algún oasis

Mucho cuidado con los espejismos
Rafael Pérez Ortolá
jueves, 25 de mayo de 2023, 10:59 h (CET)

En época tan movidita como la actual, no vamos a negar los magníficos adelantos conseguidos; al tiempo, es patente y nos inquieta la proliferación simultánea de irresponsabilidades sin parangón. Incluso aquellos logros de buen ver, se desvirtúan por una serie de prácticas intempestivas. Todavía se incrementa la gravedad del asunto por la desorientación general, donde menos esperamos, se pone al descubierto cualquier madriguera de lo peorcito, sin vislumbrar verdaderos intentos de enderezar dicho caos. En torno a proyecto de revertir ese panorama se impone la REIVINDICACIÓN de las ideas básicas para exigirnos en la práctica su activación; sólo con ideas pululando no cabe esperar resultados satisfactorios.


Ya se hicieron eco los refraneros para reflejar la distancia de muchos decires con respecto a los diversos modos de hacer. La coherencia suele disputar con la nitidez de las expresiones y mientras la casa sin barrer. La incoherencia no necesita disputar con nadie. Estas mismas estructuras ambientales configuran una neta invitación a discriminar las expresiones, sobre todo para no basarnos en sus decibelios, repeticiones u oportunismos; en aras de prestar atención a mejores fundamentos. Será una tarea pendiente de adaptaciones novedosas y hallazgos imprevistos, agobiados por la incertidumbre. Los siguientes haikus inciden en poner énfasis en dichos CONTRASTES esclarecedores, pero muy arraigados. Veamos:


La vergüenza huye

Por campos devastados.

Llora la honradez.


La experiencia inicia su crecimiento desde dentro de cada uno, con la dignidad de su fuste y características. Queda por ver si la confrontación con los entornos enrevesados modificará sus decisiones hasta la anulación de sus fundamentos naturales o se limitará a las mutuas influencias razonables. Parece entrañable, a la vez que primordial, el mantenimiento de la honestidad enhiesta en los ámbitos crispados.


Ejemplaridad

De difusas proclamas.

Sufre el ejemplo.


Es fácil abrir la boca para dar voces y exigir, aunque tanta expresividad pone de relieve su escasa relación con el resto de la persona y sus comportamientos. Son muchos los factores involucrados en ese desfase, presiones, intereses, sentimientos, ambiciones, etc. El sufrido ejemplo dado queda patente.


No entiendo tantos

Trabajosos inventos.

Proclama el vago.


Por obligación o por convencimiento, no debiéramos dejar de lado la disposición de las personas a participar en la tarea de todos, desde su ámbito particular, pero sin desligarse del conjunto. Las muchas caras de la indolencia están muy extendidas, con el desapego consiguiente y la degradación progresiva. Son actitudes dispares que conviene valorar en su justa medida.


Cuando el talento

Lidia con los estorbos;

El necio vegeta.


Si el verdadero intelecto vegeta, qué podemos esperar del resto. Las palabras se tergiversan, los saberes se dislocan, los sentidos se automatizan y las mentalidades se intoxican. El enlace con la diversidad oscilante requiere de una buena calibración de las antenas receptoras; no para detenerse ahí, sino para la asimilación creativa correspondiente. Es fundamental el desalojo de las interferencias.


Si la libertad

Rechaza la cultura;

Vasto desierto.


Las insuficiencias de la cultura son estridentes, aun así, las defenderemos por la señal implícita en ellas de la vitalidad subyacente. Renunciar a sus brotes nos aboca a la planicie esterilizante. No importa el número de los adeptos a las dunas polvorientas, sea en el sofocante ambiente diurno o en la frialdad nocturna.


Muchas mentiras

Se hacen populares.

Menguan verdades.


La popularidad es muy fructífera en manifestaciones, no distingue el fondo de las cualidades. Sin embargo, quienes se aprovechan de su libertad saben bien de las insidias manejadas y al servicio de quienes rugen. Por eso, surgen certezas adheridas a rumbos imprevisibles y de manera subrepticia, y si te duermes te las dan con toda clase de sustanciosos engaños.


Desaparece

El coraje valiente.

Laxa cobardía.


La resonancia de los anónimos consigue confundirnos si descuidamos un tanto la atención; su descaro y rotundidad nos hace ver verdaderos fantasmas. La franqueza se destruye a pedazos, triturada por energías que no se atreven a dar testimonio real. El encauzamiento de las energías propias resulta crucial, aunque no siempre vislumbramos con claridad los cauces.


Acechan trampas

De todos los colores.

Brilla la virtud.


Aunque la mezcolanza impone una ley inevitable, su poderío no es absoluto. Pronto distinguimos las tendencias engañosas dispuestas al empleo de tretas y subterfugios; también distinguimos las actuaciones francas. Aunque la forma de apreciarlas sea común, se manifiestan de distinta manera según los intereses subyacentes. La realidad subsiste al margen de las interpretaciones.


Sin amigos

La dialéctica.

Crispa el debate.


A pesar de la archisabida inconsistencia de la sabiduría humana, enflaquecida en cuanto se adentra en las profundidades; tampoco hace amigos la evocación machadiana de ponerse a buscar las mejores verdades entre quienes estén interesados en ellas. El destrozo de los oponentes a través de los debates polarizados no tiene nada que ver. Es el diálogo receptivo el que asimila aportaciones y establece directrices, al menos momentáneas. Pero está bien a la vista la intemperancia predominante a la hora de manifestar las propuestas de cada participante, probablemente confusas y arteras.

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Afrontando las navidades, fiestas intemporales que van más allá, desde el punto de vista religioso y  cultural, de su actual avatar cristiano, vuelvo, mucho tiempo después, a las cuevas del Castillo, en Cantabria; allí, inmortalizadas en las paredes cavernarias, me encuentro de nuevo con aquellas manos que otros humanos inmortalizaron hace decenas de miles de años. 

Me refiero a esas apreciaciones que nos deslizan hacia la experiencia sublime en los diferentes estratos de la presencia humana. Contienen el duende necesario para abstraernos de las naderías y hacernos fijar la atención con maestría, moviendo hilos indescriptibles. Funcionan con ese algo especial capaz de congregar en el mismo estrado fascinante a la emisión de un mensaje de calidad y la fina sensibilidad del receptor.

Basado en las microexpresiones faciales, sin que digas una sola palabra, está claro que la mirada lleva diferentes firmas emocionales. Las arrugas de expresión transmiten mucho más de lo que imaginas y la mayoría de las veces, quienes conviven contigo suelen decir que te conocen.

 
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