El caso de Maloma Morales es uno de los últimos casos de violaciones de Derechos Humanos perpetrados por el Frente Polisario en el Sahara Occidental, sobre el cual guardan silencio cómplice las ONG que constantemente agitan su dedo acusador contra el Reino de Marruecos, por supuesta violaciones de Derechos Humanos.
Tras gestiones para liberar a la joven española secuestrada, finalmente los mandones de la banda separatista Frente POLISARIO aceptaron trasladarla la semana pasada a Rabuni, la supuesta capital administrativa de la república fantasma del Sahara Occidental.
Ello sucedió después que fueran arrestados dos de sus hermanos biológicos, que la habían secuestrado y la mantenían en cautiverio contra su voluntad, violando flagrantemente sus derechos humanos. La joven debía permanecer ante las autoridades titulares de Justicia e Interior del Polisario, para declarar en una manifestación sin presión alguna si quería permanecer con su familia biológica o regresar a España.
Sorpresivamente, faltando a su palabra, las autoridades la devolvieron a su familia biológica, en el infierno en la tierra como son conocidos los campamentos de Tinduf. Según fuentes diplomática, los radicales del movimiento, fanatizados por las mismas interpretaciones erróneas de la religión que llevan a la violencia yihadista, la obligaron a regresar en la noche del viernes con sus parientes biológicos.
También fueron puestos en libertad sus parientes secuestradores, sin que puediera celebrarse la audiencia.
Según fuentes cercanas a la familia, la intención del secuestro sería salvar la ayuda internacional que reciben los mal llamados refugiados, que se consideran dechados de dignidad mendigando ayuda internacional, y sirviendo a un dictadorzuelo de pacotilla, a su vez tributario de la dictadura mayor de Argelia, como saldos y retazos de las tiranías más crueles del Magreb.
Por supuesto que hay historias más desgarradaros pero menos publicitadas en este tema.
Una de ellas puede encontrarse leyendo “Prisionero de Guerra en los presidios de Argelia y el Polisario”, libro del piloto Ali Atmane, oficial del ejército marroquí, capturado en 1977 y torturado durante 26 años por los separatistas del Polisario, sin escatimar métodos por crueles que pudieran ser.
Atmane conoció la más ignominiosa inhumanidad de la que los humanos son capaces en los presidios de Argelia y sus marionetas del Polisario, donde confiesa, llegó a sentirse un saco de boxeo.
El Polisario tampoco está exento de los abusos y persecuciones dentro de sus propias filas, donde abundan los casos de caídos de desgracia a los que, tras haber servido lealmente a la causa, les espera el infierno de las prisiones y la tortura que el POLISARIO no retacea a sus propios integrantes que se vuelven incómodos.
Es el caso deJalil Ahmed Braih, quien fue décadas atrás nada más y nada menos que jefe de inteligencia del Polisario, además de director propagandístico, director de una radio oficialista y jefe del gabinete de ministros del “único líder” perpetuo de los saharauis.
Sin embargo, hoy se encuentra prisionero de la tiranía del Polisario, y su familia recorre las organizaciones de Derechos Humanos buscando que la banda criminal que lo ha hecho desaparecer sea llamada al orden.
Es de esperar que casos más publicitados, como el de Maloma, sirvan para que otros casos menos notorios como los que se mencionan en esta columna también reciban la atención que se merecen.
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