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Las mentiras del PP

Los niños valencianos ya no aprenderán la lengua de Ausiás March, pero seguro que tendrán a su disposición más de una escuela taurina
Rafa Esteve-Casanova
martes, 20 de junio de 2023, 09:17 h (CET)

Finalmente hemos visto cómo los malos presagios para la política progresista en el País Valencià se cumplían. La noche del 28-M quedó claro que las instituciones valencianas iban a ser tomadas al asalto por un Partido Popular que no hace ascos a la mano envenenada que le tiende el neo fascismo a pesar de las diversas declaraciones que durante la campaña electoral hicieron tanto Carlos Mazón, líder del PP valenciano, y su jefe inmediato, Alberto Núñez Feijóo, todavía con el disfraz de “moderado” como uniforme de campaña. Ambos, al olor del poder y del dinero, han atravesado sin ninguna clase de vergüenza esa “línea roja”, frontera con la extrema derecha, y, cogidos de la mano de VOX, se deciden a gobernar, con espíritu de venganza, un País Valencià del que su futuro Presidente es un supino ignorante de la lengua propia, a la que me atrevo a decir que, como toda la militancia y cuadros del PP valenciano, odian, muchas veces preñados de un enorme complejo de inferioridad.


No hacia ni veinticuatro horas del recuento de votos cuando ya se reunían los capitostes del PP y del partido con nombre de diccionario. Mazón presidia el trío de representantes “populares”, sentado frente a sus interlocutores del neo fascismo encabezados por Carlos Flores, un conocido ultra derechista valenciano, antiguo militante de Fuerza Nueva, aquel partido fascista presidido por Blas Piñas, a todo este triste currículum Flores añade una “medalla”, que en su partido puede ser un mérito, por haber sido condenado por maltratos a su ex mujer, a su lado otro nombre conocido en la política valenciana, Ignacio Gil Lazaro, que de la mano de VOX vuelve a coincidir con sus antiguos conmilitones del redil “popular” del que salió en busca de seguir siempre viviendo de un sueldo público. De aquella reunión salieron con un comunicado de cinco puntos cuya redacción hubiera merecido un suspenso a cualquier joven estudiante de ESO. La cultura y el conocimiento no son los puntos fuertes de la derecha extrema y la extrema derecha valencianas.


El Partido Popular, para disimular el salto con el que había traspasado la “línea roja” anunciada como frontera en sus negociaciones para la formación de gobiernos, sacó de su chistera de los milagros un truco de efecto anunciando que Carlos Flores, maltratador condenado por la Justicia, abandonaba la política autonómica para encabezar la lista por València del partido neo fascista en las elecciones del 23-J. Y después del verano, o en pleno verano, lo veremos, como diputado por València, encabezando las reuniones de su partido con sus colegas del partido de la gaviota carroñera. A quien quieren engañar Mazón y sus conmilitones, ya sabemos todos como son, como han sido sus predecesores: Zaplana, Camps, Fabra, Olivas, Cotino, Rita Barberá y toda la cuadrilla de saqueadores del dinero de los valencianos durante más de dos décadas. Ahora hay valencianos que a la vista de lo que se les viene encima, simplemente aspiran a que no esquilmen los pocos fondos públicos que llegan desde Madrid.


El País Valencià tiene la desgracia de contar con una derecha que, más de una vez, presume de su incultura, y esta característica les hace despreciar las instituciones culturales, tal vez por eso han colocado al frente de la Conselleria de Cultura a un antiguo torero, Vicente Barrera, abogado y empresario, dos calificativos que, precisamente por estos lares, no suelen ser sinónimos de ser persona culta. Pronto veremos desaparecer, ya lo han anunciado en su programa de gobierno, las ayudas que hasta ahora tenía el valenciano, nuestra manera de hablar catalán, y aparecer las ayudas a los decadentes espectáculos taurinos como “els bous al carrer” que el flamante conseller-torero quería llevar a los estrechos callejones de la ‘Ciutat Vella’ de la capital del País. Los niños valencianos ya no aprenderán la lengua d’Ausiás March, pero seguro que tendrán a su disposición más de una escuela taurina donde viejas glorias del toreo patrio les enseñaran el noble arte de martirizar animales.


Mazón en persona, con todo su porte de vendedor de grandes almacenes, vendió a los electores que jamás pactaría con el partido neo fascista, pero las promesas de los políticos del PP son de duración caduca, a las veinticuatro horas ya no sirven, se han disuelto como un azucarillo en la taza del café. Yo les aconsejaría que como futuro eslogan del PP valenciano tomaran la frase “a por los dineros y contra el catalán”. Ya lo ha avisado, la mayoría de las medidas de su gobierno, son un aviso a Catalunya. Va a derogar el requisito lingüístico que su jefe Feijóo si que implantó y respetó en Galicia, va a eliminar todo vestigio de la lengua catalana en el País Valencià, eliminará las subvenciones para las instituciones impulsoras de los Països Catalans. Y vigilará a maestros y maestras para ver si entre ellos encuentra algunos que se aparten de la ortodoxia oficial de esta unión de una derecha inculta, iletrada y analfabeta en una de las leguas del País, según el Estatut, con una extrema derecha mamporrera, nacionalista española hasta el paroxismo y enemiga del saber y la cultura. Y es que no aprendemos, cómo va a triunfar la cultura en un País con un Conseller de Cultura torero y ensalzador del franquismo o un alto dirigente de la derecha extrema que en una conversación sobre cultura le espetó a su contrincante, el conocido intelectual Joan Francesc Mira, “Val més un pel de de figa de la meua dona que tota la teua cultura”. La derecha valenciana, una y otra, PP y sus nuevos amigos, siempre han presumido de su desprecio hacia todo lo que pueda oler a intelectual o académico. Ellos son más afectos al grito cuartelero con voz aguardentosa por la cazalla del “muera la inteligencia”.


Así nos ha ido durante años y así nos volverá a ir ahora. Hemos vuelto al antiguo bunker-barraqueta de la época de la Batalla de València, cuando las huestes de Lizondo y otros enemigos de la cultura azuzaban a los suyos por las calles de València contra las señas de identidad del pueblo valenciano. Y mientras esta es la situación todavía estoy esperando la autocrítica de los partidos del “Botànic”, un gobierno que durante ocho años ha transformado para bien el País y su capital, además de otras ciudades, y que en algo ha fallado para que sus votantes se quedaran en casa. Espero las autocríticas, tal vez las han dejado para después del 23-J, pero pueden llegar tarde.

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