En España se está dando una situación muy parecida a la que ya sucedió en los años anteriores a la Guerra civil.
Dijese o no Rita Maestre “Arderéis como en el 36”, fue acusada por ello y los jueces la absolvieron, por no encontrar pruebas suficientes para condenarla; hubiese sido necesario contar con una grabadora cerca para demostrarlo, lo cierto es que nos estamos encontrando en situaciones parecidas o similares a las que precedieron al execrable conflicto de la guerra referida. Sea o no cierto ese grito de guerra (hay un libro, escrito por Juan Ernesto Pflüger Samper, así que algo igual o similar se oiría) lo cierto y es una realidad incuestionable, los hechos lo demuestran, que la ultra izquierda, más radical e intransigente, ha desenterrado el hacha de guerra y está dispuesta a perseguir a los católicos, sus símbolos, sus creencias y hasta sus principios con un encono y encarnizamiento, posiblemente más sañudo y cruel que en los años de la preguerra que tanto sufrimiento causó. Se llevan a cabo procesiones vejatorias e ignominiosas especialmente con imágenes de vírgenes, y/o mujeres representando con sus vestimentas modales y actitudes a la Virgen María, ridiculizándola hasta extremos inimaginables. Proliferan las agresiones y asaltos a templos e iglesias de forma encarnizada como lo ocurrido durante los años treinta del siglo XX. Abundan por doquier los derribos de símbolos católicos, mayormente de cruces, que son concebidos rumiados y ejecutados por alcaldes y alcaldesas que con ello solo hacen manifestar un insano odio y aversión a las convicciones de los cristianos. Esta ultraizquierda que nos gobierna junto con el malhadado PSOE que más desgracias no le puede causar a España, han elaborado una inicua, ignominiosa y hemipléjica Ley mal llamada de la Memoria Histórica que solo es aplicable a las víctimas de los republicanos caídos en combate o represaliados por los vencedores, sin hacer mención, para reparar o dignificar a los miles de perseguidos por las hordas rojas. A ninguno de los de izquierdas la he oído referir el famoso “paseíllo” que daban a quienes, inicuamente y sin razón alguna, sacaban de su casa, normalmente a medianoche para llevarlo a una cuneta y allí asesinarlos. Solo citaré a Pedro Muñoz Seca, eximio, donde los haya, escritor que el único crimen que cometió fue ser cristiano. Lo asesinaron en Paracuellos del Jarana. ¿Se le pidió cuentas a Santiago Carrillo, artífice y director de todas las “sacas” que terminaron en ese horrendo cementerio? Tampoco hablan de las iglesias, conventos y centros religiosos que fueron pasto de las llamas por un enfermizo rencor a la Iglesia Católica. Intentan imponernos sus falsas convicciones de que los republicanos militantes del PSOE y de las izquierdas, en general, fueron una especie de “angelitos” que murieron por la inicua persecución de las derechas. No se les ha pedido cuentas del mayor latrocinio perpetrado con el robo del oro del Banco de España, el famoso “oro de Moscú”. Según Julio Camba: "se apoderaron del Estado con el mismo criterio con el que hubieran podido apoderarse de un salchichón (unos hambrientos, añado yo)". Pío Baroja, definió a la República como "una merienda de negros en la que los republicanos y socialistas se repartían todos los empleos”. En España, durante el año 2021, se produjeron 195 ataques a la Libertad Religiosa. Si nos dedicásemos a exhumar las estadísticas de los ataques que han sufrido los católicos últimamente por esta ultraizquierda, posiblemente elaboraríamos un volumen con narraciones de terror. No es ese nuestro propósito, ¡Ni mucho menos! Pero sí dejar constancia de que el cristianismo está sufriendo persecuciones que recuerdan a las padecidas en el primer tercio del siglo XX. El consuelo que tenemos los católicos son las palabras de Jesús: “Y seréis odiados de todos por causa de mi nombre, pero el que persevere hasta el fin, ese será salvo”. (Mateo 10:22). Mientras nos persigan sabremos que vamos por el buen camino.
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