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​El valor del empoderamiento

Lo que en un país democrático occidental es un acto normal y muy socorrido, sería un acto de valentía en latitudes como Irán o Pakistán
Jesús  Salamanca
miércoles, 16 de agosto de 2023, 10:47 h (CET)

¡Vaya gilipollez la de Amaral enseñando las tetas! Es un acto tan socorrido, sencillo y vulgarizado que ni siquiera llama la atención. Para muchas personas no pasa de cutre, irrisorio y propio de mofa continuada. En España es fácil y hasta graciosillo. El acto se hizo famoso en las manifestaciones de FEMEN y se ha extendido con el tiempo. Si alguien piensa que es valentía está muy equivocado, por mucho que haya ministras con estrambote que lo apoyen y se solidaricen con la decadente Amaral. No me digan que no es penoso tener que enseñar las tetas para hacerse notar, tener una tarde de gloria en las redes sociales y «que hablen de una, aunque sea mal», como diría el figurín de turno.


Insisto: ¿qué tiene de valiente mostrar las tetas en Sonorama 2023 a estas alturas de la película? ¿Se imaginan a un cantante de moda enseñando sus partes pudendas en pleno concierto para hacerse notar o apoyar a un compañero de profesión? Las machistas de la izquierda pondrían el grito en el cielo. ¿Tan necesario lo consideran y ese es todo su mérito? Amaral llega tarde queriendo apoyar a su compañera-cantante tras instarle un policía a no desnudarse en el escenario: ella tenía el derecho de hacerlo y él -autoridad pública- la obligación y el derecho de detener el concierto de Rocío Sáiz en el Orgullo de Murcia por mostrar los pechos. Todo conflicto, y esto no debería serlo, surge por el choque de derechos, como surge entre los manifestantes de una huelga y la ciudadanía que cumple con su día a día o la confrontación entre los que quieren viajar y los paros de los controladores aéreos en plenas vacaciones. Siempre hay caminos para buscar soluciones a la confrontación de derechos.


Razón tenía en su momento Sergio Ramos, letrado murciano y exconcejal del Ayuntamiento de Murcia, presente en el altercado murciano. Llegó a calificar la situación de «locura jurídica». Es más «los espectáculos culturales no están sujetos a ordenanzas municipales --decía-- como las que regulan el exhibicionismo». Las manifestaciones de Sáiz tras los acontecimientos las dejo para los gustos y los colores porque hubo críticas para cada versión, lo mismo que las está habiendo con el gesto de Amaral: la cantante tiene todo el derecho del mundo a tenerlo y manifestarlo. A mí no me hiere ni me molesta, tan solo me sirve de risión y despelote jocoso no institucional. El puritanismo está pasado de moda, como lo está el derecho de desnudarse en público, total o parcialmente. Posiblemente sea la mayor aportación de FEMEN a la sociedad porque otra cosa, no.


Sigo sin entender eso de «por la dignidad de nuestra desnudez». No sé si ahí se incluye «la indignidad de nuestra vestimenta». Lo sucedido en Sonorama 2023 no es un acto de valentía, se mire por donde se mire, y ni siquiera de valor. Posiblemente, la propia Amaral no sepa definir, ni reconocer el concepto de valor; claro que, en la milicia de mi época tampoco debían de tenerlo muy claro, porque en la «Paloma», nombre que recibía la cartilla de licenciamiento, se decía del valor que «se le supone» (al soldado). Mejor me quedo con otro tipo de valor: el que demuestra la mujer que se desprende de un burka en Afganistán o del velo en Irán, incluso con el valor de quien ayuda a cambar el Corán para que no se persiga y castigue a los homosexuales. Y no me vengan con historias de la madre celestina sobre si a Amaral le hubieran «aplicado la ley de vagos y maleantes» si se hubiera despojado del top en los años de vigor de esa ley. Sobran estupideces y comparaciones extemporáneas.


El empoderamiento nunca empezó ni empezará por enseñar las tetas. Y si alguien piensa así, como se pensaba entre las FEMEN hace años, que dirija la vista a otros frentes donde está el verdadero origen del valor de las mujeres y de su reconocimiento. ¿Ha necesitado Christine Lagarde mostrar sus protuberancias pectorales para llegar a directora gerente del Fondo Monetario Internacional? ¿Y para llegar a la presidencia del Banco Central Europeo? A ver si ahora va a resultar que en 2021 le dieron la distinción de Comendadora de la Orden Nacional del Mérito de Francia por enseñar «las comunes».


Una pregunta para los integrantes de una de las muchas tertulias que ha lanzado A3, donde se han dicho verdaderas barbaridades, más propias de las redes sociales que de una cadena seria, o al menos eso creía yo antes de escuchar tales atrocidades y vulgaridades: ¿Alguien puede decirme una mujer de la lista FORBES que haya mostrado las tetas para empoderarse? Debe ser que no la he estudiado lo suficiente; no obstante, doy un dato: en 2020 en la lista Forbes de las 100 mujeres más poderosas del mundo figuraba Lagarde en segundo lugar. Y me dirán que la presidenta del BCE está en todas partes, lo cual es cierto, pero sin mostrar el «tetamen» ni el «culamen». Todas esas banalidades las dejamos para las Femen y la «asaltacapillas» del Ayuntamiento de Madrid.


También hay mujeres que no se destetan en el Liderazgo Mundial de Mujeres del Comité Internacional de Planificación de la Cumbre Mundial de la Mujer. Incluso hay mujeres, pero no está Amaral, ni otras conocidas «destetadas», en el Grupo de Alto Nivel del Empoderamiento Económico de las Mujeres del Secretariado de la ONU.


Busco en las redes para saber en qué momento ha mostrado sus protuberancias mamarias la actual presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Layen, pero no hay referencias. A ver si es que las han borrado para que se empodere como Femen. Pues no, lo que sí encuentro son decenas de condecoraciones, nombramientos y reconocimientos. ¡Otra que no se ha destetado a lo tonto! Por cierto, ¿y nuestra Nadia Calviño cuándo se despendoló? Ah, pues tampoco, Otra que está empoderada sin mostrar «las comunes» y con una sobrada preparación, aunque muy desaprovechada en el actual y siniestro Gobierno de España.


Me dirán que esas personas son muy conocidas y que recurro a lo fácil, o que hago demagogia barata. No preciso recurrir a ellas: hay millones de mujeres en el mundo que, sin mostrar nada colgante, se desenvuelven en el día con la suficiente y necesaria preparación para demostrar que el empoderamiento se alcanza por otros valores, alejados de la cobardía y el fácil recurso habitual. Esos miles de mujeres son señoras de la limpieza, amas de casa, peonas de la construcción, mecánicas, instaladoras eléctricas altamente cualificadas, maestras que llegan al último pueblo del mapa, ingenieras, trabajadores de los más variados servicios públicos, juezas, fiscales, concejalas, diputadas... Y miles y miles de mujeres que no puedo recoger aquí por falta de espacio y porque las profesiones son miles, pero no por eso dejo de reconocerlas su envidiable valor, que sin duda es mucho y para quitarse el sombrero.


En fin, y a quienes han elegido otros caminos de empoderamiento, invadiendo iglesias, asaltando capillas, presumiendo de «colgaduras» o simplemente mostrando sus «portaciones», pues suerte para defender sus derechos, que los tienen reconocidos, sin duda.


Y si optan por apoyar desinteresadamente a las mujeres en Irán o en Afganistán, incluso a cambiar el Corán en los países musulmanes para que deje de castigarse la homosexualidad, entonces sí que estarán luchando por el valor real del empoderamiento y de la libertad.

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