República Dominicana y Haití vuelven a vivir el recalentamiento cíclico de sus fronteras. La particularidad de este diferendo radica en que agricultores haitianos decidieron unilateralmente crear un canal destinado a regar sus tierras, para mitigar la sequía en las pobres explotaciones agrícolas Maribaroux, afectando el curso natural del agua del río Masacre (también conocido como Dajabón) y las lagunas y humedales dominicanas cercanas a la obra.
El río es la demarcación natural de la frontera entre ambos países a lo largo de 55 kilómetros. La desertificación pavorosa que se abate en la zona, la falta de agua para la subsistencia de los habitantes es un nuevo flagelo que deben soportar los haitianos, pobladores del país más pobre de América. Pero esa realidad impacta también sobre el medioambiente dominicano. El canal de desvío, así como el dique que seguramente deberá construirse estaría impulsado por privados y empresas de países extranjeros.
Pero el hecho pone en evidencia la importancia crucial del agua y lo insoportable de las decisiones unilaterales de apropiación de recursos hídricos de naturaleza común. Santo Domingo respondió movilizando a sus fuerzas armadas y cerrando las fronteras por las que transitan a diario 20 mil haitianos que se desplazan a Santo Domingo a realizar tareas de baja calificación y mal pagas. Se estima que más de medio millón de haitianos vive en República Dominicana, muchos de ellos en condición ilegal. Como respuesta, Santo Domingo construyó un muro que valla aproximadamente la mitad de la frontera común entre ambos países.
La isla española, aquella a la que llegó Colón en su primer viaje, contiene a dos países con realidades diferentes pero que en ambos casos dan cuenta de la irracionalidad imperial al dividir a América Latina en una veintena de pobres y pomposas repúblicas.
Haití -donde aconteció en 1804 aconteció la primera revolución del continente iniciada por una revuelta de esclavos- ha sido sacudido por brutales catástrofes climáticas. Hace 13 años un terremoto causó 316.000 muertos, 350.000 heridos, miles de casas desplomadas y el 60% de las infraestructuras médicas destruidas. Por si esto fuera poco, en 2016 el huracán Matthew barrió el suroeste del país causando 573 muertes y dejando unos dos millones de damnificados y el huracán Laura pasó por el país en agosto de 2020 dejando también decenas de muertos y daños materiales a su paso.
Del mismo modo, las epidemias han diezmado a la población. La de cólera de 2010 infectó a 520.000 personas y causó la muerte de por lo menos 7.000) y se debate entre la miseria (más del 60% de su población vive con menos de dos dólares al día) y la violencia estructural (hace dos años su presidente Jovenel Moïse. fue asesinado a balazos).
Dominicana anuncia que su PBI crecerá este año un 4%, impulsada por el turismo y otras producciones primarias como el tabaco, aunque su historia política y su actual realidad socioeconómica es igualmente preocupante. En vez de un magnicidio, el país hispanoparlante tiene dos en su haber.
Ramón Cáceres fue asesinado cuando era presidente de la República Dominicana en 1911. Mientras se dirigía a Haina, el coche presidencial tirado por caballos fue interceptado por un grupo de personas, quienes dispararon contra Cáceres, quien murió instantes después de sus heridas.
Mientras que Rafael Leónidas Trujillo, descripto por el analista y colaborador de CNN Carlos Montaner como "tal vez el más sanguinario de todos los dictadores latinoamericanos del siglo XX", fue asesinado el 30 de mayo de 1961.
Como dijimos, el diferendo por el rio no es la primera controversia entre ambos países, que tienen una frontera en común de 360 kilómetros y cuyas soberanías territoriales se hallan dividas por el mismo curso de agua.
La gran crisis diplomática entre Haití y República Dominicana se produjo en 1963, cuando en Dominicana gobernaba el presidente Juan Bosch y en Haití todavía ejercía el poder un miembro de la casta Duvalier, en este caso Francoise. El conflicto estalló al haberse constatado en territorio de la embajada dominicana en Puerto Príncipe la presencia miembros del Voluntariado de la Seguridad Nacional (los temibles Tonton- Macoutes, una fuerza de choque ilegal de los Duvalier).
En las últimas horas, y antes las drásticas medidas adoptadas por el presidente Luis Abinader, los particulares haitianos habrían decidido dar marcha atrás con la construcción del canal. Pero el episodio sigue mostrando la singularidad de las disputas por un recurso tan vital como escaso. Y nosotros, los pampeanos despojados de un recurso igualmente vital, conocemos la matriz temprana de estos procesos ilegales de apropiación unilateral de un río.
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