Comprendo el porqué de la cuestión. Si ni siquiera el presidente del Gobierno se ha dignado participar de forma directa en el mismo, al resto de los españolitos de a pie nos resbala cuanto digan unos y otros, dado que los resultados los tienen pactados y vendidos de antemano.
Es como si viéramos un partido Real Madrid-Barcelona en el que ya conociéramos el resultado final. Lo malo es que en el caso de la investidura, el veredicto manifiesta que vamos a avanzar retrocediendo y que, en vez de unirnos a los españoles en un esfuerzo común, vamos a volver a crear unos reinos de taifas insolidarios y prepotentes. Se basan en el resultado de las urnas. Aunque lo que hacen es tergiversarlo con las diversas componendas que permiten que los cerebros pensantes manejen los votos obtenidos y terminen por hacer lo contrario de lo que prometieron en sus programas electorales. Así que la gran mayoría manifestamos con nuestro silencio y nuestro escaso interés el desencanto que nos transfiere la clase política con su actuación partidista y arbitraria. Curiosamente en estos días la opinión pública –incluso la publicada- se ha preocupado más de las aventuras de “un cura, su novia y unos videos”. Parece el título de una película de Pajares y Esteso). Si no escuchen los comentarios de la calle, miren la prensa y vean los telediarios. Con su pan se lo coman. Que sigan agarrados al poder y cada vez más lejos de los ciudadanos.
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